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¡Que sigan las vacaciones escolares!

TRIBUNA

El título de esta nota está escrito en tono de ironía, es de esperar que su contenido promueva una mayor reflexión sobre el fondo de los temas en cuestión.

Hace unos días, en Bolivia, a propósito de la “elevación exponencial” en la cantidad de contagiados con el COVID-19, un conocido medio televisivo realizó una consulta pública preguntando si era conveniente “la ampliación de las vacaciones de invierno” debido a la pandemia. Aunque el tema se refiere a un asunto central, no va al fondo de la problemática respecto a la salud y educación de los estudiantes. Para analizar estos asuntos a profundidad, gobernantes y no gobernantes debemos hacernos dos preguntas centrales para la posterior implementación de medidas efectivas al respecto: 1) Asistan o no asistan a clases presenciales los estudiantes, ¿qué acciones se deben realizar para prevenir al máximo los efectos del COVID-19? 2) Dado que distintos estudios realizados en Bolivia y el mundo demuestran que, por la pandemia, los estudiantes “muestran un rezago de entre 12 y 20 meses en el aprendizaje”, ¿qué acciones se deben realizar para recuperar la calidad de los aprendizajes? Las preguntas no son suficientes, planteemos algunos análisis y propuestas.

1) Haya o no clases presenciales sabemos que el riesgo de contagiarse siempre estará presente, precisamente por esas razones se requieren al menos tres acciones vinculadas al área de salud: a) vacunas, b) medidas de bioseguridad, y c) coherencia. Según informe del Ministerio de Salud de 18/07/22, de una población total de estudiantes en los niveles de educación primaria y secundaria de aproximadamente 3.000.000 de personas, únicamente 1.142.567 educandos (38,08%) recibieron su primera y segunda dosis. No es que faltan vacunas, existe una actitud contradictoria. No es posible que solo busquemos extender vacaciones y no se efectúen campañas de vacunación intensivas y convincentes en todos los municipios. En cuanto a las medidas de bioseguridad, las unidades educativas deben convertirse en un ejemplo en prevención del COVID-19, a partir de la dotación de mínimas condiciones materiales como disponibilidad de agua potable y servicios básicos, así como de barbijos y desinfectantes de manos a base de alcohol, en estos casos las gobernaciones y especialmente los municipios tienen mucho por hacer a partir de un replanteamiento de sus prioridades y presupuestos. Otra acción por realizar, la población —principalmente autoridades— tiene que actuar con coherencia, ¿cómo es posible organizar y/o ser parte de fiestas, eventos deportivos, verbenas, desfiles, etc., cuando contradictoriamente se emite el fingido discurso de “hay que cuidarse”? Desde la perspectiva de la educación, las unidades educativas encabezadas por sus autoridades y maestros tienen que convertirse en centros de formación de prevención del COVID-19, los estudiantes tienen que dejar de actuar desde el miedo al virus de la pandemia y proceder con conocimientos y actitudes resilientes y proactivas.

2) Para los estudiantes del sistema educativo, la prevención del contagio del COVID- 19 debe ir acompañada por medidas específicas que cuiden la calidad de los aprendizajes. Está claro que la educación virtual puede contribuir a “pasar clases” de emergencia, pero a la vez puede ser un factor que incrementa la deserción y a disminuir la calidad educativa. Como señala la encuesta U-Report de Unicef Bolivia, “93,2 por ciento de estudiantes encuestados expresaron críticamente que no están aprendiendo ‘nada’, ‘casi nada’, o ‘más o menos’ con las iniciativas de enseñanza virtual que se aplican tanto en la enseñanza privada como estatal”. Como producto de la pandemia, los estudiantes bolivianos y de otras latitudes tienen un retraso en la calidad de sus aprendizajes de, al menos, un año y cada vez que se toma la decisión de continuar con la modalidad virtual se agrava esta situación, además que se condena a la deserción de miles de educandos por sus difíciles condiciones sociales y económicas de vida.

Entonces, contribuyamos a la prevención en salud, pero no afectemos la formación de los estudiantes. Para ello hagamos esfuerzos de restablecer pronto las actividades escolares presenciales o, al menos, semipresenciales. Siendo coherentes con nuestras actitudes seamos ejemplo, pongamos a disposición recursos y cuidemos simultáneamente la salud y educación de millones de jóvenes y niños estudiantes.

Noel Aguirre Ledezma es educador popular y pedagogo. Fue ministro de Planificación del Desarrollo y viceministro de Educación Alternativa y Especial.