Visito por primera vez a la hermana nación de Bolivia, país con el cual México estableció relaciones diplomáticas desde hace 190 años y con la que nos une un sentimiento de solidaridad y hermanamiento.

Recordamos hechos históricos tan relevantes como la dictadura militar que vivió Bolivia, que llevó a México en 1971 y 1980 a asilar, a través de su embajada, a cientos de ciudadanos bolivianos. Años más tarde, seríamos testigos de un acto similar, cuando en noviembre de 2019 se maquinó otro golpe de Estado. Para México, el rompimiento del orden constitucional resultaba inaceptable, es por ello que el Gobierno de México no titubeó en atender las solicitudes de asilo, otorgando la protección internacional a decenas de figuras públicas bolivianas y a sus familiares, entre ellos, el entonces ministro de Economía y principal autor del llamado milagro boliviano, Luis Arce Catacora. Con ello se marcaría el inicio de una nueva era en la relación México-Bolivia.

Los intentos por descarrilar el milagro boliviano fracasarían un año después con la restauración de la democracia y la consecuente elección de Luis Arce como presidente, quien en marzo de 2021 estuvo presente en México con motivo del Bicentenario, ocasión en la que expresó su agradecimiento al Gobierno de México por la solidaridad mostrada en tiempos difíciles para su país.

La relación histórica también tiene otros ejemplos importantes como la construcción conjunta de la represa de La Angostura —originalmente llamada México—, bajo los auspicios de Lázaro Cárdenas; o bien, la gran migración de menonitas mexicanos a Bolivia en los años 60 y que abonó a su desarrollo agropecuario hasta constituir la mayor comunidad de expatriados en América Latina.

En esta ocasión, atenderé la invitación extendida como huésped de honor por el gobierno del presidente Arce para participar en los festejos de la independencia del Estado Plurinacional de Bolivia en la capital constitucional de Sucre.

No hay duda que mi visita a Bolivia recoge los frutos de nuestras estrechas relaciones. En ese contexto, sostendré reuniones de trabajo con el presidente Arce, con el vicepresidente Choquehuanca y con el canciller Mayta, a fin de fortalecer la amistad y la agenda de cooperación bilateral.

Este viaje también corresponde al interés de lograr una extensa colaboración en litio, para lo cual fui invitado a conocer Uyuni, el mayor desierto de sal en el mundo con importantes reservas de litio en salmueras. Este metal estratégico que coloca a Bolivia en primer lugar mundial de reservas y a México en el décimo. Para el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, el litio es un mineral clave para el futuro energético del país, por lo que Bolivia se convierte en un aliado natural para el desarrollo y consolidación de la industria en beneficio de ambos pueblos.

Participaré asimismo en la instauración de la Cámara Binacional de Comercio y tendré un evento con la comunidad mexicana, en ocasión de la instalación del capítulo Bolivia de la Red Global MX, que se conforma de profesionales mexicanos altamente calificados especialistas en distintas disciplinas que generan proyectos de vinculación de negocios, científicos y de conocimiento en beneficio de ambos países.

Finalizo reconociendo que la presencia y legado indígenas en ambos países representan un lazo de unión ejemplar dentro de la región, así lo destacaría el presidente Arce en su visita a Chakán Putum, Campeche: “Solo la hermandad de nuestros pueblos mantendrá a nuestra América como la región que nuestros héroes habían concebido, como nuestros hermanos indígenas originarios lo habían concebido. Honor para todos nuestros hermanos indígenas que dieron su vida por la soberanía de nuestros territorios”.

Marcelo Ebrard Casaubón es secretario de Relaciones Exteriores de México.