La irrupción de la transformación
Damos inicio a este artículo afirmando que no existe transformación sin irrupción, ya que es justamente eso lo que se vio en los últimos años en muchas ciudades del planeta, especialmente en las megaciudades, las cuales tuvieron que interrumpir su desarrollo debido a que el mundo se paró por un tiempo a raíz de la pandemia, que a su vez demostró que los grandes cambios no son definitivos cuando el ser humano es desplazado a un segundo lugar.
Una realidad que exige dejar de pensar que el habitante es solo un número más en la maraña de grandes programas y proyectos sobre el futuro.
Lo interesante, sin embargo, es lo que sucedió con aquellas urbes consideradas como menos desarrolladas y que hoy obligadamente se han convertido en ciudades en desarrollo iniciante. Esto por la necesidad que exigen los nuevos tiempos de encaminar a toda la población hacia la apropiación tecnológica, sobre todo a quienes hasta ayer desconocían su importancia.
De esa manera este periodo determinante en la senda al futuro es corroborado por el nacimiento de pequeñas empresas, por ejemplo familiares, que silenciosamente se encauzaron hacia una ruta en la que sobresale la calidad del diseño de sus productos, así como una proyección tecnológica (mediante la incorporación de gente joven) que está logrando resultados destacables. El surgimiento de esos emprendimientos es una realidad irrefutable que se evidencia en la calidad y presentación de sus productos, necesarias para abrir el mercado a través de plataformas como TikTok y otras. El mérito es que estas pequeñas empresas surgieron en momentos en los que la supervivencia exigía creatividad.
Una situación que no deja de sorprender porque, ciertamente, el talento se hizo presente y buena parte de la población supo aprovechar el momento para enrumbar su vida hacia el nuevo tiempo, en el que la informática es una aliada estratégica en la difusión de la producción a través de las redes sociales y la web. Una mirada al futuro con una sociedad que muestra una revelación creadora y productiva.
Así en momentos de resurgimiento, que es lo que en definitiva ocurre en estos tiempos de crisis sanitaria, el habitante creador supo adoptar lo informacional como medio de vida y de producción innovadora, y para ello ha volcado toda su inventiva en las plataformas sociales y en la red de redes en general. Una actitud acertada dada la sinergia que existe entre el intercambio de conocimiento e información.
Esta nueva realidad pareciera confirmar lo que estudiosos visionarios como Audelot, Hall y otros pensaron desde 2001: que llegaría un momento en que exigiría la innovación como conversión de los nuevos tiempos en informacionales, no solo como estrategia sino como la fuente de riqueza de las sociedades.
Se ratifica que las transformaciones más relevantes se dan cuando hay una irrupción de realidades adversas, las cuales se consideran inimaginables, pero al final logran llevar al planeta de la fragilidad a una realidad exitosa. Y esto es precisamente lo que ocurrió en los últimos años, cuando una fuerza negativa (COVID) apareció de manera repentina en todo el orbe, pero trajo con ella transformación, que se tradujo a su vez en fortalecimiento del mundo creador humano.
Patricia Vargas es arquitecta.