Voces

Thursday 28 Mar 2024 | Actualizado a 09:13 AM

Cómplices

/ 7 de agosto de 2022 / 00:57

El conocimiento es un instrumento de develamiento, de romper con preconceptos heredados y que nos predisponen ante decisiones y posiciones que debemos tomar, respecto de la vida y de la realidad especialmente, en momentos históricos de nuestro país, como es el signo de los tiempos en Bolivia a partir del proceso de cambios.

El bienestar económico y la estabilidad son el resultado de un proceso de cambios, porque en Bolivia la clase dominante, los burgueses siempre fueron sirvientes del gran capital y auténticamente racistas, pues al ser criados en la naturalización del patriarcado colonialista, no sienten, ni van a sentir ninguna vergüenza de ser seres tan deplorables. Estos fachos sin vergüenza van a tener en Santa Cruz un epicentro fortalecido, no solo por el narcotráfico que se instaló fuertemente hace más de 50 años, sino también la banca, la agroindustria y parte de la industria. Estos hechos lograron que se movilicen bolivianas y bolivianos, tras de sus trabajos desde otros departamentos.

Las élites cruceñas se autoprotegieron de esta gran movilidad de gente y mano de obra proveniente de las tierras altas, formando logias que se apropian del manejo político de estas actividades económicas. Típico de los grupitos de poder, conformar y construir identidad en torno a la “pureza y moral” —en este caso— de una inventada tradición. Pues la tradición del territorio se encuentra en las culturas amazónicas, por ejemplo, la tradición del pueblo Aba Guaraní. Hermanas y hermanos indígenas a quienes mataron, sometieron a la esclavitud y los convirtieron también en sus sirvientes estas élites logieras.

Las necesidades capitalistas requerían de mano de obra y mano de obra cualificada. Exigencias para las cuales no estaban preparadas, por eso Santa Cruz se llenó de collas. Pero ninguna logia, ningún grupito de poder puede sostenerse sin un entorno de complicidad de los propios oprimidos, que se convierten en su círculo y anillo de seguridad. Esto es lo que tenemos que estudiar y trabajar.

La internalización del opresor es un mecanismo psicológico que funciona, y este mecanismo fue trabajado por muchos años en Santa Cruz desde los medios de comunicación, desde la escuela y las universidades. Mensajes y educación cotidiana sobre la supremacía “camba” y la ridiculización de lo colla, con el resultado que los niños y niñas hijos de collas querían ser cambas logieros. Recién el proceso de cambios logró romper un poco esa hegemonía, aunque con muchos errores que se ven hasta ahora. Los propios dirigentes del MAS de Santa Cruz se manejaron con esos mismos antivalores de la derecha, solo que desde el propio MAS costará mucho más tiempo y tarea política revolucionaria para trabajar esas actitudes cómplices. Sin duda hoy vemos que hay una dirigencia que se perfila en el instrumento MAS-IPSP y no me refiero a los autodenominados renovadores, más bien a una dirigencia que se apoya en la consecuencia revolucionaria.

Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.

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Elecciones sí o sí

/ 17 de marzo de 2024 / 00:02

En la Francia de 1789, cuando se posicionó el régimen burgués con toda la parafernalia de la libertad, igualdad y fraternidad, era la igualdad, la libertad y la fraternidad para hombres propietarios, por lo tanto la mayoría de los hombres y todas la mujeres no participaban de los derechos del ciudadano y la democracia.

En la Revolución Francesa se instauró una forma nueva de relaciones con el trabajo, la producción y la madre naturaleza. Las relaciones de poder a partir de ese momento irían a servir a la producción de más capital y como el capital es un valor creado desde el capital, en base a la explotación del trabajo y de todas las relaciones que tienen que ver con el mundo del trabajo, hoy vivimos en un sistema capitalista que espera que todo se pueda comprar, puesto que para los y las capitalistas todo tiene precio y se puede vender.

Bueno, ese es el contexto del sistema capitalista que ha posicionado en el imaginario social que la democracia es el método para lograr cambios en el sistema. Ganar las elecciones y tener un gobierno, que es el Ejecutivo a cargo de la administración de las riquezas de un pueblo. El gobierno es vigilado y controlado por un parlamento o representantes de las territorialidades del pueblo; en Bolivia es la Asamblea Plurinacional que va a redactar las leyes. Esa es una parte.

Otra parte es la de la aplicación de las leyes, es decir, podemos hablar bien bonito en la redacción de la letra de las leyes y constituciones, pero el tema se va a definir el momento de aplicarlas y hacerlas cumplir. Y eso lo hace el aparato judicial, que puede manipular la interpretación de la letra y ahí es donde siempre estuvimos arruinados las y los empobrecidos por el capitalismo.

Entonces, como pueblo boliviano desmitificamos la democracia y sabemos que con el voto popular podemos controlar efectivamente ese tercer mecanismo, que estaba en manos de las oligarquías. Sin duda que la inexperiencia de elegir a las máximas autoridades del aparato judicial se hizo sentir y tuvimos graves errores, por cierto, todos subsanables.

Querer evitar las elecciones hoy es complotar contra el proceso de cambios revolucionarios del pueblo. Y es muy peligroso, pues los movimientos y organizaciones sociales no estamos dispuestos a mirar de palco cómo se manipula sinvergüenzamente por parte de algunos asambleístas. No se trata de que este gobierno se vaya a su casa, pues es un gobierno que les guste o no, fue elegido por nuestro voto, entonces hay que ser responsables de nuestro proceso mismo si el gobierno de Lucho se está pisando su propia manguera. Nosotros y nosotras, “como pueblo”, debemos cuidar el objetivo histórico del MAS-IPSP.

Cuidado con que quieran usar que hay pocas mujeres como postulantes para querer maniobrar y suspender las elecciones judiciales. Nada que ver, se tienen que hacer con las y los que hay. Y elegiremos entre todos y todas a las y los mejores. Por lo tanto, la discusión ahora no es si hay o no hay elecciones judiciales. La discusión tiene que ser cómo vamos a conocer mejor a las y los candidatos, para esta vez no equivocarnos. 

Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.

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La memoria

/ 3 de marzo de 2024 / 00:44

Hay muchos escritos y dichos sobre la memoria de los pueblos, uno de los más populares es aquel que dice que “un pueblo sin memoria es un pueblo sin historia”. Sin duda que nos va a quedar claro que la memoria juega un papel importante en la construcción de la identidad, es una parte de nuestras vidas que determina la forma como vamos a enfrentar la propia vida, los problemas, las contradicciones y también las decepciones.

Es tan importante entonces, hermanas y hermanos, que hoy en nuestro territorio de tres culturas mayores, aymara, quechua, guaraní y otras 33 que fueron reconocidas por nuestra nueva Constitución, la reflexión sobre la memoria histórica no solo nos sea útil, sino imprescindible, porque sino fácilmente nos vamos a perder y correremos —como ovejas— tras cantos de pajpakus, que no solo son mentirosos y violentos, sino que hábilmente son ellos y ellas nomás quienes se hacen “a las víctimas”, como decimos en nuestro pueblo.

El mes de febrero ya pasó, pero ahora marzo nos tiene que devolver la memoria y el recuerdo de toda la movilización para el referéndum realizado con el objetivo de preguntar sobre la reelección del hermano Evo. ¡Si! Tenemos que recordar el referéndum y cómo gran parte de nuestra población fue manipulada por la gran mentira de los medios de comunicación y las redes.

A ver, tenemos que recordar que antes del proceso de cambios del pueblo boliviano no existía el referéndum. Aprendimos que el referéndum es preguntar al pueblo qué opina, qué cree y qué decide. Y preguntar a todo el pueblo, no solo a los doctores propietarios de bienes en las ciudades. Cierto, no son las practicas, ni los alcances que la democracia burguesa soñó en 1979 allá en Francia.

Tenemos que recordar nuestras victorias, la victoria de tener el referéndum como instrumento del pueblo. Pero la memoria debe conectarnos también con nuestros errores, y nuestro error fue no leer la capacidad de manipulación de las redes y los medios de comunicación y creo que todavía no tenemos plena conciencia de lo que nos pasó con la política de las redes, que fue creada y está dirigida con el objetivo de hacer entrar en nuestras cabezas las mentiras del grupito dominante.

O sea que tenemos que reflexionar sobre estos nuestros caminos victoriosos, le dimos nuevas funciones a la democracia que, de ser un medio para legitimar la dictadura, el autoritarismo y la imposición de leyes y reglas para la sociedad por parte de la burguesía, pasó a ser un instrumento para legitimar la posibilidad de construir el autogobierno del pueblo, con un hermano indígena Evo Morales como símbolo de esta propuesta revolucionaria.

Tenemos que recordar que, al haber usado la democracia burguesa para legitimar nuestro proceso de cambios revolucionarios, hemos recuperado y visibilizado nuestra capacidad de decidir. Pero para decidir hay que tener posición y análisis político y no solo levantar la mano para votar. Es verdad que a veces podemos confiar y apoyar una u otra posición, pero no podemos eternamente ser segundones, es necesaria la posición propia informada y estudiada. Eso está faltando: formación y discusión política. 

Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.

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De derechas

/ 18 de febrero de 2024 / 01:15

Una de las cosas que Mesa y Comunidad Ciudadana no ponen en su currículo es que fueron parte del gonismo entreguista y que su nacionalismo siempre significó que la nación que proclaman será siempre definida desde la élite criolla, al servicio de la élite criolla y criollista. Para prueba, solo hay que ver quiénes son los y las parlamentarias de este partido, pero agudizando la vista ubicar quiénes son las y los portavoces, tomadores de decisiones de esta tienda política.

Comunidad Ciudadana, en su nombre han pretendido confundirnos con toda la parafernalia del idioma opresor, el castellano. ¿Comunidad? ¿Cuál comunidad? Lo que en verdad sucedió es que el proceso de cambios —propuesto desde las indias y los indios, originarios que tanto desprecian— les movió el piso a tal punto que trataron de traducir o más bien reducir las formas colectivas de los ayllus ancestrales, y que con eso podían engañarnos. Cierto, hubo indios e indias clase medieros que quisieron blanquearse votando por ellos. Pero están muy lejos de la llamada comunidad de ciudadanas y ciudadanos, propietarios, hacendados, letrados y doctorcitos racistas con los que se fundó la república. República que fue superada por el Estado Plurinacional, soberano y comunitario con autonomías. Autonomías indígenas, por supuesto, que no debemos confundirlas con otra de las manipulaciones que los hacendados, criollos de los grupitos de poder de la ciudad de Santa Cruz se esfuerzan por posicionar, esa autonomía del capricho de la minoría abusiva frente a los intereses de la mayoría del pueblo.

Camacho y el grupo del partido Creemos representan esa derecha iletrada, pero capísima en los negociados y corrupciones. Chistoso su nombre, Creemos, porque ni ellos mismos se la creen. Rápido demostraron su falta de fe, o mas bien demostraron su férrea fe en el garrote para convencer, pues ni discurso, ni argumento, ni propuestas tienen. Esta derecha beata, moralista e impune tuvo su gestación alimentada de intrigas, sobornos, traiciones, violaciones, dedazos al por mayor. Aquí sí las y los blanquitos son los que mandan y no hay tu tía. Los cholos obedecen. Claro, fueron capaces de capitalizar la ignorancia de una ciudad que se revuelca en la desinformación de sus medios de comunicación.

Ya desde la época de Banzer, los medios de comunicación en Santa Cruz hicieron de las suyas, generando su propia correa de transmisión, control y censura, las radios y los canales de televisión cruceños hicieron ese servicio. La información —del resto del país— siempre fue filtrada por los medios locales. Controlaron y aseguraron que la ignorancia campee en todos los barrios de Santa Cruz. Sin embargo, no contaron con el camino que harían hombres y mujeres tan despectivamente denominados collas, que en los colores de la wiphala ondearon en la plaza 24 de Septiembre la unidad en la diversidad de todos nuestros pueblos originarios.

Esta derecha que se une en su racismo, paradójicamente, hoy corretea tras del MAS en todas sus versiones. Realmente nos están mostrando cuán mediocres son.

Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.

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Bloquean el desbloqueo

/ 4 de febrero de 2024 / 04:19

Continúa siendo la justicia una preocupación instaurada ya en el cotidiano de la mayoría de la población, se ha instaurado; sea porque sufrimos los embates de la injusticia, sea porque, a causa de las luchas de los bloqueos de las carreteras, somos también perjudicados en nuestras actividades cotidianas. A través de estas acciones hoy la mayoría de la población se ha enterado que hay una auto prórroga, de lo más absurda, de unos magistrados chutos.

Es difícil escribir cuando nuestro pueblo está sufriendo; el pueblo que está en los bloqueos y el pueblo que es bloqueado. Lo que realmente indigna es que los únicos que no están sufriendo los bloqueos, son los exmagistrados que impune y libremente circulan sus nefastos dictámenes y opiniones. Para nada sienten las consecuencias del sufrimiento de nuestro pueblo, que ellos y ellas causan. Están indolentes sacando decisiones ilegales, que impunemente abofetean las esperanzas de la mayoría de la población. ¿Cómo llegamos a este momento?

Las primeras acciones sin duda que son los dimes y diretes al interior del MAS- IPSP. Dimes y diretes que quedaron concentrados en dos cúpulas, donde las organizaciones sociales brillaron por su ausencia. Una cúpula, la de la dirigencia del MAS, la otra cúpula es la del gobierno que el propio MAS puso a gobernar. Por eso es que no entendimos, esas discusiones, como una contradicción excluyente, sino como una necesaria práctica de la crítica y la autocrítica. Hoy nos damos cuenta que las cosas han subido a un tono muy peligroso para la salud del proceso de cambios.

Tenemos dos problemas, uno es la arbitraria y desastrosa gestión de los exmagistrados que ya concluyeron su accionar legal en diciembre 2023, pero que, por oscuros intereses de algunos personajes del gobierno, insisten en bloquear el desbloqueo de las rutas del país, que ya tenía visos de solución, para recuperar la libre circulación de nuestra vida cotidiana El otro problema es el electoral y ese problema no logra recuperar la dimensión de articulación con el proceso de cambios revolucionarios, por los que el pueblo boliviano luchó. Las elecciones es un medio, porque un medio es tener el gobierno favorable al proceso de cambios.

Queremos dejar claro que un proceso revolucionario, de transformaciones profundas de las relaciones estructurales; de explotación, discriminación, violencia y exclusión —ese proceso— no lo va hacer ningún gobierno. Las revoluciones las hacen los pueblos, no los gobiernos. Pero entonces: ¿Para qué vamos a elecciones con el MAS-IPSP sino es para tener el gobierno? Vamos a elecciones porque necesitamos que el gobierno no use el aparato del Estado para reprimirnos, cuando luchamos para hacer realidad el proceso de cambios revolucionarios. Esas vitales diferencias y claridades es lo que hoy no tenemos y pone en peligro las luchas históricas de nuestro pueblo.

 Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.

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¿Vacío de justicia?

/ 21 de enero de 2024 / 00:12

No podemos aguantar la risa irónica al asistir a las declaraciones de quienes conspiran contra el proceso de cambios revolucionarios. Argumentan cuidar al pueblo de un posible vacío de justicia, nada más sinvergüenza. Desde la invasión colonial tenemos un vacío de justicia, por eso la elección de magistrados con el voto popular fue y es un camino valioso e inédito para devolver al pueblo la reflexión, control y decisión sobre el mejor funcionamiento del aparato judicial. Si ha funcionado o no, es otra discusión, nada nace perfecto, se va desarrollando. Pero ahora llenarse la boca diciendo que los exmagistrados no renuncian porque no quieren dejar al pueblo con un vacío de justicia, es una gran mentira.

Si como organizaciones y movimientos sociales no hemos estado a la altura del desafío —que la historia nos reclama— y hemos dejado que la responsabilidad de la justicia, poco a poco, regrese a instancias de cuoteo de partidos y personajes políticos, es una desgracia para las organizaciones sociales. En la actualidad estamos peor, ya que los y las dirigentes de las organizaciones sociales perdieron la capacidad crítica de control social y se sumaron a las prácticas prebendales, fortaleciendo así criterios racistas y clasistas.

Desde que tengo uso de razón, si alguna vez hemos arrancado ciertas sentencias judiciales que en parte fueran favorables a nuestra búsqueda de justicia, fue en las calles y en la movilización popular. No fueron los tribunales, ni fueron los abogados y abogadas quienes nos dieron justicia, al contrario, para ellos y ellas, la chicana y la corrupción son su práctica y su ley. Repito fue la presión popular, y es eso lo que no tenemos que olvidar. Recordemos que el dictador García Meza entró a la cárcel por sus delitos de lesa humanidad gracias a la presión popular, que venía de la onda de recuperación de la democracia.

Pero por el contrario, en época del neoliberalismo, el dictador Banzer se recicló y para nada piso una prisión, muy al contrario, se lo habilitó para que sea candidato presidencial y fue presidente, esa es la paradoja gracias a la práctica de la democracia pactada entre partidos: un dictador fue presidente.

Tanto las prácticas de la democracia electoral como el aparato judicial, son armas en manos de los grupos que aún tienen los poderes en Bolivia, a pesar del proceso de cambios. Sin embargo, de ello —como pueblo— hemos creado posibilidades para dar caminos de esperanzas y eso es lo que está en juego y en peligro, gracias a las mezquindades.

Por eso me parece fundamental recordar que solo es y será la calle, junto con la lucha popular, las que restituyen derechos y garantizan justicia. Es solo con la movilización popular que nos podremos proteger de los abusos del poder. Pero eso es el mínimo resultado, la movilización popular debe llevarnos a recuperar el ajayu del proceso de cambios revolucionarios, para reflexionar y dejar ambiciones y mezquindades.

Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.

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