Icono del sitio La Razón

Democracia con huecos

SAUDADE

En un reciente diálogo sobre “tipos de democracia”, en el ámbito de la Cátedra Nelson Mandela (impulsada por el Rectorado de la UMSA), un participante me preguntó si actualmente en Bolivia teníamos “una verdadera democracia”. A reserva de las implicaciones del adjetivo verdadera, recurrí a la idea de “Estado con huecos”, planteada en el Informe Nacional de Desarrollo Humano 2007, para decir que nuestra democracia no solo tiene déficits, sino también huecos.

¿Qué significa una democracia con huecos? ¿Cuáles son esos vacíos democráticos? ¿En qué lugares la democracia no llega, no es reconocida, se ignora/desprecia? Creo que el hueco fundamental es seguir hablando de la democracia (liberal-representativa), en tanto modelo único y hegemónico al cual llegar o parecerse, sin asumir que nuestra construcción es demodiversa, esto es, asentada en diferentes concepciones, saberes y prácticas democráticas en interacción y en disputa.

Sin duda, es un avance sustantivo haber adoptado el horizonte, todavía esquivo, de una democracia intercultural paritaria. Tuvieron que pasar 184 años de vida republicana, nada menos, para que la Constitución reconozca que hay democracias más allá del gobierno representativo. Ni qué decir de la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres. Pero no basta reconocer diferentes formas de democracia con paridad de género. El desafío es garantizar su ejercicio complementario con igual jerarquía.

Es ahí, en el (no)ejercicio, donde habitan los huecos. Señalo algunos. Nuestra democratización no será plena con monopolio de la representación política nacional por parte de los partidos, poco democráticos ellos mismos. Pero el hueco abominable, más allá de la lejanía del voto informado, es desconocer por anticipado el resultado de una elección: esos grupos de “activistas” de rodillas en los cuarteles, Biblia/cruz en mano, pidiendo una junta cívicomilitar, esto es, un golpe de Estado.

En la democracia directa y participativa hay huecos cuando no se respeta el carácter vinculante y de cumplimiento obligatorio del referéndum, o cuando la legislación inviabiliza el ejercicio de derechos como la revocatoria de mandato, o se establece que la consulta previa es solo consultiva. Y tenemos huecos en la democracia comunitaria por violencia de escala, pretendiendo confinarla al ámbito local. O cuando se imponen tantas barreras al proceso de autogobierno indígena.

El inventario de huecos puede ser extenso. No con apego a ningún modelo ideal o “verdadero” de democracia(s), sino en torno al horizonte democrático intercultural y paritario que aún no terminamos de asumir como condición necesaria del Estado Plurinacional con autonomías, esa buena idea.

FadoCracia estadística

1. Como toda obra de manual, el guion es previsible, además de flojo: si no hacen lo que exigimos, en la fecha que decimos, lo haremos nosotros. 2. El guion arranca siempre con una falacia: “ante la negativa del Gobierno de hacer un censo…” Y sobre esa base se lanza el desafío: “Santa Cruz (la Gobernación) levantará sus propios datos estadísticos”. 3. Hasta aquí todo bien. Siendo el censo competencia privativa del nivel central del Estado, parece razonable que las entidades territoriales autónomas cuenten con información relevante para conocerse y definir sus políticas públicas. 4. Lo lamentable es que las “estadísticas propias”, que pueden ser útiles, surjan no por convicción, sino con carácter reactivo. 5. Y el problema de fondo —volvemos al guion— es que como los datos del Gobernador no necesariamente coincidirán con los del Censo Nacional, pena por el Censo. 6. En lugar de asumir las limitaciones y errores de un levantamiento estadístico, el relato dirá que el Censo estuvo “mal hecho”. 7. O peor, como anticipa algún grupo autoritario: “hubo fraude demográfico” (sic). La consigna monumental, ya se sabe, viene escrita en el guion.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.