Laberíntico
La historia de los laberintos se remonta a varios siglos antes de Cristo, el mito más famoso con relación a esta figura recae en el laberinto de Creta, el cual fue construido para encerrar al Minotauro, un monstruo que se alimentaba de ofrendas humanas; esta estructura considerada como clásica contaba con una única entrada que conducía a un centro, por lo tanto, una única salida. En general, los laberintos han simbolizado un sinfín de aspectos de la vida, desde caminos que conducen a la virtud o la eternidad hasta un recordatorio de lo compleja que puede ser la existencia misma.
En la evolución de los laberintos se observa el hecho de que las entradas y, por lo tanto, las salidas se han multiplicado, la única ruta enredada se ha convertido en varios caminos o atajos, muchos de los cuales no conducen a nada; esta transformación ejemplifica a su vez el continuo proceso que siguen las ideas, necesario recordatorio de que no existen las verdades absolutas y que el tiempo se encarga de mejorar o reformular los conceptos previos.
Por su lado, la construcción mental de laberintos atraviesa por una de sus etapas más fecundas, ¿la evidencia?, al derrumbe de varias teorías preconcebidas como irrefutables hay que sumarle la particular dificultad que confrontamos para diferenciar los verdaderos fines y objetivos de las personas o sus grupos de interés respecto a su oratoria; en los hechos, a las peculiares intenciones altruistas de uno de los hombres más ricos del mundo para adquirir la red de opinión más en línea que existe hay que agregarle su reciente “desistimiento”, un indisimulado engaño para bajar artificialmente la cotización de dicha empresa, ¿no se trata acaso de tomar el control comercial con ventajas de esta poderosa y reconocida herramienta de comunicación?; en el ámbito nacional, ¿no es contradictorio el cuestionamiento a la subvención de combustibles de parte de los principales beneficiarios de esta medida?
¿Vale la pena insistir en el fin de la historia o fue un apresurado y no tan ingenuo cierre economicista? Considerando el grado de manipulación y canibalización que observamos en el mundo de los negocios privados, ¿es favorable para la gente de a pie que el Estado cumpla solo un papel de garantizar y normar los derechos de propiedad y que el mercado regule la totalidad de la actividad económica?
El ejercicio económico muchas veces ignora o deja en el limbo el hecho de que los humanos somos mucho más complejos que una operación de maximización de beneficios o minimización de costos, que además vivimos en sociedades complejas y poco homogéneas, por lo que el mismo concepto de escasez no puede aplicarse de forma lineal a los mismos bienes o servicios. En un escenario de conflicto bélico donde al parecer varios intereses económicos se encuentran en pugna, la especulación y las previsiones a lo largo del mundo se guían por aquello de que a guerra ajena no se le miran las fauces, por lo que al igual que en la pandemia es necesario que el Estado participe de forma activa para garantizar principalmente el bienestar de la mayoría de sus ciudadanos.
Al respecto, un engañoso y peligroso debate se ha abierto al cuestionar ciertos sectores los esfuerzos que realiza el Estado boliviano para mantener niveles de inflación bajos y controlados, socavar esta tarea de interés público es al menos incoherente, ¿quién en su sano juicio pretendería en circunstancias como las actuales provocar o contribuir a un proceso inflacionario? ¿Quiénes ganarían con tal situación?
Los laberintos tienen bastante de conjetura y mucho de consigna, en estos parajes la discrecionalidad enfrenta a los datos y los hechos con creencias o fantasmas; la economía por su parte, dista mucho de convertirse en un dogma por lo que indaga y propone alternativas para las soluciones. Los laberintos también pueden interpretarse como una invitación a una aventura con los ojos vendados; por el contrario, la economía por su carácter social tiene como pocas ciencias la obligación de observar y adaptarse a las necesidades de la gente, no al revés como varios especialistas parecen propugnar.
Franco Guzmán Bayley es economista.