Voces

Wednesday 29 Nov 2023 | Actualizado a 02:05 AM

El mejor regalo en estas fiestas patrias

/ 19 de agosto de 2022 / 01:30

Es el mes aniversario de nuestra amada Bolivia y quiero comenzar rindiéndole homenaje. La construcción de un Estado soberano y unitario requiere profundizar la democracia, la cohesión social, la no discriminación al prójimo, el respeto a la opinión disidente y generar condiciones para la estabilidad económica, política y social.

Sin duda hemos evolucionado mucho como sociedad en estas dimensiones, pero aún queda mucho camino por recorrer. La consolidación de un Estado es una tarea de todos y no solo de los diferentes niveles de gobierno. Dicho esto, me concentraré en la importancia del modelo económico para cimentar las bases de un Estado sólido.

Los modelos económicos que se implementaron en Bolivia a lo largo de su historia republicana para explotar sus riquezas fueron idealizados y copiados desde el exterior. El modelo neoliberal fue el último y la expresión más extrema de esta forma de administración estatal.

El modelo neoliberal es el punto de partida epistemológico para entender el cambio de paradigma en la política económica boliviana porque los objetivos macroeconómicos que pregonaron sus reformas no se cumplieron, sino que por el contrario campeó la pobreza, la desigualdad y la escasa oferta de bienes públicos. El descontento generalizado de la población derivó en una aguda crisis social, que aniquiló el modelo de mercado.

Fue así que surgió la necesidad de un golpe de timón en la conducción económica del país. Estas demandas sociales fueron recogidas por los economistas Luis Alberto Arce Catacora y Carlos Villegas Quiroga, ambos docentes de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), quienes las tradujeron en objetivos de política económica. Así nació el Modelo Económico Social Comunitario Productivo (MESCP) como la antítesis del modelo neoliberal y como respuesta a la crisis económica, social y política que dejaron los gobiernos que abanderaron el neoliberalismo.

Han pasado más de 15 años desde que Bolivia cambió su modelo económico dejando de ser un Estado servil al capitalismo internacional y a los intereses de los organismos foráneos, a otro con soberanía en la definición de sus propias políticas económicas y un rol más activo del Estado.

Hoy se habla de Bolivia en el concierto internacional como un referente de estabilidad económica y de crecimiento sostenido, que ha llevado a ser catalogado como un socialismo exitoso en pleno siglo XXI y una especie de milagro económico en la región: The New York Times (25/02/14), BBC (25/10/17), DW (12/07/19), Forbes (14/01/19), Washington Post (14/01/19), RFI (19/10/18), incluso en medio de la pandemia BBC (05/05/22).

¿Cuáles fueron las claves del éxito boliviano? Sin duda, la implementación de un modelo propio y acorde a las necesidades del país. El MESCP tiene su mérito: 1) por elaborar una solvente fundamentación teórica y a la vez por su sencillez demostrativa de sus postulados; 2) por la comprensión perfecta de la realidad socioeconómica boliviana gracias a ser un modelo elaborado e implementado por economistas nacionales, prescindiendo de recomendaciones externas; y 3) por el manejo macroeconómico responsable que fue consecuencia de la buena administración pública. El mérito del modelo económico no solo quedó en el plano de la concepción teórica y formal, sino que fue más allá, a la implementación práctica y empírica de sus proposiciones.

Este es un prolegómeno a las ideas centrales del MESCP que se encuentran dentro mi libro La política fiscal en Bolivia. Lecciones y desafíos del Modelo Económico Social Comunitario Productivo, que se presentó el 17 de agosto en el paraninfo del monoblock de la UMSA y cuyo contenido iré difundiendo en mis siguientes entregas.

Para finalizar, me atrevo a afirmar que el mejor regalo en estas fiestas patrias para los bolivianos es la estabilidad económica que goza el país.

Omar Velasco Portillo es economista.

Comparte y opina:

Goldin y las brechas salariales en Bolivia

Goldin recomienda dividir de forma más equitativa las tareas domésticas entre hombres y mujeres

Omar Velasco Portillo

/ 19 de octubre de 2023 / 09:30

Claudia Goldin es la tercera mujer en ganar un premio Nobel en economía, un área dominada ampliamente por el género masculino. Es pionera en entender las tendencias de la fuerza laboral femenina y las brechas de género. En este articulo quiero discernir algunos de sus aportes tomando datos del mercado laboral boliviano.

No es noticia que las mujeres participan menos que los hombres en el mercado laboral. En Bolivia, solo el 67% de mujeres en edad de trabajar están trabajando o en busca de empleo. En cambio, la proporción de hombres llega al 79%. Sin embargo, hubo un incremento significativo en los últimos años: de 52% en 2015 a 67% en 2023.

Lea también: El fenómeno Milei y el casting neoliberal

La mayor participación laboral femenina —diría Goldin— es una combinación entre un aumento de la demanda laboral en los sectores de servicios por efecto de la urbanización y la creación de empleos más flexibles y una mayor oferta de trabajo femenino producto del mayor uso de métodos anticonceptivos, mayor escolaridad y mayor deseo de independencia económica.

Las brechas de género existen en muchas dimensiones de la vida conyugal, pero la brecha salarial es una de las más examinadas por científicos como Goldin. Según sus investigaciones, la brecha salarial en el mundo rondaría el 30%. Parte de esa diferencia se explicaría por el tiempo que cada cónyuge le dedica al hogar y al trabajo, que no es equitativo entre hombres y mujeres. En Bolivia, las brechas salariales son incluso más altas, donde las mujeres ganan menos de un tercio menos que los hombres por trabajos similares. Empero, estas brechas se han reducido en el tiempo: de 46% en 2006 a 32% en 2019.

A mayor nivel educativo la brecha salarial se reduce a la mitad. La desigualdad de salarios es de más del 40% para quienes no han terminado el bachillerato. La secundaria completa reduce la desigualdad a 35,7% y los estudios superiores en la universidad, a 20,5%.

Otra razón, según Goldin, se debe a los cuidados infantiles. Antes del nacimiento de los hijos las diferencias salariales entre hombres y mujeres son casi insignificantes, pero una vez que aparece el primer hijo se amplía la brecha y luego esta brecha se mantiene a lo largo de toda la vida laboral y de forma creciente con el número de hijos.

En Bolivia la brecha salarial también aumentó con el número de hijos. La diferencia salarial con un hijo es de 34%, sube a 36,5% a partir del tercer hijo y por encima del 40% al quinto hijo. Las mujeres en hogares muy numerosos ganan casi 10% por debajo de los hogares sin hijos. También se advierte que, a mayor edad, mayor también es la brecha salarial a partir de los 22 años.

Las brechas salariales son más altas en la agricultura, con 41,8%; la construcción, 36,5%, y los restaurantes y hoteles, con 35,8%. En cambio, la intermediación financiera llega a 24,7%; la administración pública, a 24,9%, y los servicios comunales a 26%, mostrando menores diferencias. Por otro lado, se observa diferencias más altas en el sector privado que en el público.

También se observa que las brechas se han reducido más rápidamente en las ciudades que el campo. Los departamentos de Cochabamba y La Paz tienen las menores brechas, con 34,8% y 34,9%, mientras que Pando, con 37,1%; Beni, 37,9% y Potosí, con 39,3%, poseen las más altas.

La brecha salarial es mayor en el sector informal en al menos 7% en promedio. Las subempleadas tienen levemente una menor brecha salarial en relación a las que trabajan la jornada completa de más de 40 horas semanales. Los datos también revelan que el decil más pobre tiene mayor brecha salarial (43,1%) en relación al decil más rico (27,9%).

Las ocupaciones menos calificadas presentan mayor brecha, como los trabajadores no calificados (36,3%), técnicos de nivel medio (36,8%), operadores de maquinarias (37,8%), trabajadores de la agricultura (38,2%) y trabajadores de servicios y vendedores (39,9%). En cambio, profesionales (26,6%), empleados de oficina (24,5%) y Fuerzas Armadas (19,8%) exhiben menores diferencias salariales.

A todo lo anterior se debe añadir los retrocesos en los avances de la inserción laboral femenina producto de la pandemia, que será motivo de otro artículo. Lo que debe quedar claro es que si más mujeres aportarían con su fuerza de trabajo, la economía boliviana crecería mucho más.

Para reducir las brechas de género, Goldin recomienda dividir de forma más equitativa las tareas domésticas entre hombres y mujeres. Implementar esta idea en Bolivia implica un cambio cultural de despatriarcalización del Estado boliviano aún inconcluso.

(*) Omar Velasco Portillo es economista

Temas Relacionados

Comparte y opina:

Capitales territoriales y modelo cruceño

Una lectura sobre la economía cruceña, sus principales componentes, funcionamiento y resultados.

Los cívicos cruceños lideraron las protestas en esa región.

Por Omar Velasco Portillo

/ 24 de septiembre de 2023 / 06:34

DIBUJO LIBRE

Santa cruz está de fiesta porque es su mes aniversario. Esta fecha es la ocasión ideal para reflexionar sobre sus progresos económicos y sociales. Los líderes cívicos y otras personalidades orientales, aprovechan estas fechas para hacer alarde de sus logros económicos. Santa Cruz creció en promedio medio punto porcentual por encima del promedio nacional por más de tres décadas continuas. Ello le permitió alcanzar uno de los ingresos per cápita más altos de Bolivia a pesar de la mayor inmigración interna y convertirse en el departamento con mayor fuerza laboral del país. También es reconocida por su soporte a las exportaciones que representa un tercio del nacional y su contribución en el pago de impuestos en la misma proporción. Pero Santa Cruz aspira a más y quiere convertirse en el centro financiero, gastronómico y turístico del país.

A pesar de su diversidad productiva, más de un tercio de su actividad económica depende del sector agrícola y alimentos. La participación de la agricultura en el PIB nacional se incrementó en los últimos años y lo hizo gracias a Santa Cruz. Es así que analizar al sector agrícola cruceño es esencial para entender a todo el departamento.

El oriente boliviano vive su tercer ciclo de auge agrícola después de los iniciados en las décadas de los años 50 y 90. Conviene recordar que el surgimiento y posterior auge de la agricultura cruceña dependió esencialmente de las migraciones collas y menonitas, la apertura de la carretera que conecta el occidente con el oriente, de la dotación de tierras fiscales, los créditos convencionales que otorgaron los gobiernos a las familias terratenientes, la apertura de los mercados de la Comunidad Andina de Nacionales y los subsidios a los combustibles.

Hoy coexiste un dualismo productivo en la agricultura cruceña. Por un lado, domina aquella empresarial que está caracterizada por su mecanización, un uso intenso de agroquímicos y fertilizantes, la concentración de la tierra y su orientación al mercado externo. Del otro lado, coexiste la otra, campesina, que a diferencia de la agricultura del occidente está parcialmente mecanizada, cuenta con financiamiento bancario pero su área cultivable es de pequeña escala en relación a los grandes exportadores.

Este dualismo productivo esta explicado porque la estructura agraria es extremadamente desigual. El 80% de las unidades agropecuarias comparten el 3% de las tierras cultivadas, mientras que el 20% restante usufructúa el 97% de las mismas. El problema de este dualismo es que la renta agrícola también está desigualmente distribuida. Mientras algunos grupos empresariales controlan la mayor parte de la renta agrícola, la mayoría de los productores pequeños y medianos se quedan al margen de estas ganancias extra normales.

Santa Cruz, vive desde hace unos años un tercer auge proveniente del sector agrícola. Este ciclo podría ser entendido como un proceso de “reprimarización de materias primas” (Jenkins, 2011) o de extractivismo (Gudinas, 2015). El extractivismo es un tipo particular de extracción de recursos naturales, en gran volumen o alta intensidad, de los cuales la mayor proporción se destina a la exportación sin incorporar valor agregado. Al analizar el desempeño del sector agrícola desde la perspectiva de los capitales territoriales: físico, humano, social, cultural y natural (Berkes y Folke, 1992), se advierte que el desarrollo económico cruceño poco ha avanzado.

Con relación al capital físico, el acceso y uso de tractores ha sido un factor esencial para mejorar la productividad agrícola en los cultivos de Santa Cruz no necesariamente exclusivos a la soya. Al contrario, el acceso a la maquinaria pesada pareciera tener una importancia creciente en la agricultura tradicional que para la agroindustria. La agricultura industrial a pesar de generar mayores excedentes que la campesina, no se muestra que sean invertidos en tecnología en la misma cuantía en el sector, sino que por el contrario se sospecha que son desviados a otros sectores económicos con menos riesgo, asociados al clima, o repatriados fuera del país.

Para medir el aporte del capital humano se puede analizar la educación y la experiencia laboral. Sin embargo, la participación del empleo agrícola en Santa Cruz ha caído notablemente del 16% al 11% de la población económicamente activa en los últimos 8 años. La agricultura es una actividad que absorbe trabajadores que tienen en promedio menos años de educación y por tanto es una mano de obra menos calificada en comparación a otros sectores económicos, con lo cual no fomenta una mayor acumulación del capital humano como podrían suponer sus defensores.

Lo que es llamativo es la destrucción de capital social que provoca la actividad agroindustrial. El extractivismo agrícola no promueve relaciones sociales productivas sino por el contrario las destruyen. Los empresarios extranjeros no están interesados en promover redes sociales entre agricultores y la comunidad. A medida que la frontera agrícola avanza, desplaza campesinos e incluso comunidades enteras a cambio del alquiler de sus tierras, mercado que es ilegal y no está regulado. La extranjerización de las tierras ha hecho que se pierda el vínculo entre la posesión y la explotación de los recursos naturales.

También puede leer: La invención del modelo cruceño

Las prácticas de la minka y el ayni cuyo origen es la agricltura del occidente resultan ser poco practicadas en cultivos olegainosos al igual que las prácticas culturales relacionadas a los procesos de siembra y cosecha que son cada vez menos realizados. En su lugar, las elites cruceñas tratan de incultar principios occidentales capitalistas como el espíritu empresarial, el individualismo, la liberad y la compettiividad como valores societales. El capital cultural se manifiesta en la violencia simbólica con la actuan los medios de comunicación que se encargan de reproducir estas lecciones y contribuir al adoctrinamiento de la sociedad cruceña como parte de un proceso de aculturalización.

La sobreexplotación del capital natural que se expresa en la expansión de la frontera agrícola y el uso de los sistemas bióticos está conspirando con los equilibrios biofísicos y es un riesgo para el cuidado del medio ambiente.

En suma, la combinación deficiente y limitada de los capitales físico, humano, social, cultural y natural explican la baja productividad del sector agrícola cruceño. En los últimos 40 años la productividad de la soya está estancada entre 1,5 a 2,5 ton. De continuar, este modelo de desarrollo terminará condicionando su proceso de acumulación y el desarrollo económico.

Entrar en el extractivismo agrícola es traspasar las fronteras del desarrollo y la sostenibilidad ambiental para sumergirse en una especie de capitalismo medieval angurriento de rentas. El modelo cruceño propuesto por las élites pensantes del oriente boliviano parece confundir el crecimiento económico con desarrollo. Este artículo toca un punto central del Iibro “El extractivsmo agrícola y la invención del modelo cruceño” a publicarse pronto.

(*)Omar Velasco Portillo es economista

Temas Relacionados

Comparte y opina:

MÁS división, menos multiplicación (de votos)

El conflicto interno en el partido de gobierno desgasta e inviabiliza a las dos facciones en pugna.

Foto: Radio Kawsachun Coca. abucheos, sillazos y chicotazos

/ 27 de agosto de 2023 / 06:59

Dibujo Libre

El Movimiento al Socialismo – Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP) es la fuerza política más importante de la historia de Bolivia. Desde su fundación, ganó cinco elecciones nacionales de forma consecutiva los años 2005, 2010, 2014, 2019 y 2020. Todas, a excepción de 2019, con más del 51% de los votos. Desde 2006, a la fecha obtuvo el control de la mayoría simple en la asamblea e incluso con dos tercios durante los periodos legislativos 2010 al 2019. A la fecha, es el único partido con presencia política y electoral en todo el territorio nacional y con el mayor número de militantes inscritos.

Sin embargo, a poco más de cumplir 28 años de vida política, el MASIPSP atraviesa su peor crisis orgánica. Las rupturas en su interior comenzaron en 2021 y se hicieron más evidentes en 2023. La decisión de quién será el próximo candidato por el MAS-IPSP generó diferencias entre los liderazgos políticos, sindicales y gubernamentales que, comenzaron a permear sobre la base social con el riesgo de fracturar al bloque popular y la continuidad del “Proceso de Cambio”, como es denominado.

Las tensiones en el MAS-IPSP aparecieron ante la opinión pública a finales de 2021 cuando los militantes afines al expresidente Evo Morales recomendaron hacer cambios en su gabinete, algo que Luis Arce no accedió y luego de una reunión en febrero de 2022 en instalaciones de la CSUTCB y el Pacto de Unidad, se ratificó la permanencia de los ministros de Estado.

Las diferencias comenzaron a ser más marcadas en la asamblea. La ruptura formal de la bancada del MAS-IPSP es posible que se diera luego de la elección de Jerges Mercado como presidente de la cámara de diputados. Para entonces el MAS-IPSP ya contaba con dos bancadas separadas, los seguidores de Evo Morales conocidos ahora como “los radicales” o “evistas” y la facción de seguidores de Luis Arce denominados como “los renovadores” o “luchistas”. Ambas alas lanzaron acusaciones mutuas de pactar con “la derecha” -como es tildada por esta organización política a su oposición- en situaciones como la aprobación del cambio de la fecha del Censo o cuando se censuró al ministro Eduardo del Castillo.

Se han vertido denuncias mutuas de confabulación, por un lado, de un plan de “desestabilización” a la gestión de Luis Arce y otro que pretende desprestigiar a Evo Morales, incriminarlo e impedir su candidatura denominado “plan negro”. El último pronunciamiento conjunto de unidad entre Evo Morales y Luis Arce se dio en una reunión de coordinación en Cochabamba en julio de 2022. Ambos líderes del partido proclamaron al unísono la unidad del instrumento. En sus últimas apariciones conjuntas, como durante el aniversario del MAS-IPSP, ya se advertía las tensiones internas. Los abiertos ataques públicos de seguidores de Luis Arce en contra de Evo Morales y viceversa contrarrestados avivaron las tensiones y los medios de comunicación se encargaron en amplificarlas.

Fruto de esa polarización a nivel de las élites políticas, las rencillas internas también se fueron incrustando en la propia militancia. Son varios los congresos y ampliados que se llevaron para la elección de representantes regionales que terminaron en disturbios, peleas y hasta enfrentamientos físicos a “silletazos”. Los pedidos de expulsiones son otra manifestación de esta pugna. Pero, la expresión más profunda y reciente de esta pelea es la conformación de directivas paralelas en las organizaciones sociales como los interculturales y la CSUTCB que son parte del núcleo orgánico del MAS-IPSP en días recientes.

En este nuevo escenario político surgen varias interrogantes: ¿el movimiento indígena originario campesino está completamente fracturado? ¿es esta fractura irreversible o no? y ¿cuáles serían las consecuencias políticas si así lo fuera?

A lo largo de su historia, el MAS – IPSP tuvo diferentes contiendas internas entre sus militantes que derivaron en disidencias, expulsiones o marginamientos, sin embargo, el movimiento popular mantuvo siempre su unidad. La identidad étnica y cultural podría ser el único factor que logre reconciliar ambas facciones.

Sobre la posibilidad que esta circunstancial división sea inevitable, existen otras señales contrarias que sugieren que la fractura no es irreversible. Algunos actos políticos de unidad como el consenso para la aprobación de la Ley N°1503 de compra de oro, la aprobación del PGE 2023 o la aprobación de desembolsos externos son muestra de su factibilidad. La ALP podría ser un espacio de negociación y concertación, aunque no el único. A pesar de los intereses contrapuestos, existen otros intereses comunes, El ex presidente Alvaro García Linera expuso hace unas semanas en Aby Yala esta encrucijada. Tanto Evo Morales como Luis Arce necesitan que la economía se mantenga estable para tener aspiraciones electorales. Luis Arce necesita además gobernabilidad para terminar su gestión de la mejor manera posible. Evo Morales necesita que la actual gestión de gobierno sea próspera porque su deterioro podría afectar a la imagen del partido.

También puede leer: Se divide la CSUTCB y ahora tiene dos alas y dos dirigencias

A partir del análisis de teoría de juego desarrollada por (Nash, 1951) y sus sucesores se especula los distintos escenarios políticos a los cuales podría conducir esta disputa. Asumiendo que la supremacía del MASIPSP de las últimas elecciones se repite y la rivalidad interna entre luchistas y evistas no llega a fracturar al bloque popular, el ganador de las próximas elecciones nacionales se define en las primarias internas del MASIPSP. Las estrategias de los candidatos -que se supone son Evo Morales y Luis Arce- son conciliar o atacar. Si ambos acuerdan conciliar, el candidato perdedor de las primarias deberá apoyar al vencedor para alcanzar mayoría en primera vuelta, con independencia de las estrategias de la oposición (si van unidos o no). Si un candidato decide atacar y el otro conciliar, ganará el candidato menos conciliador pero su votación no sería suficiente para ganar las elecciones nacionales en primera vuelta. Por lo cual, la posibilidad de ser electo presidente dependería de la capacidad de unidad de los opositores al MAS-IPSP. De no haber una oposición unificada, ganaría el candidato victorioso del MAS-IPSP en las primarias, aunque con el riesgo de una segunda vuelta. Finalmente, si ambos candidatos deciden atacarse mutuamente, el resultado del juego electoral podría parecerse al dilema del prisionero.

El dilema del prisionero es una situación en la cual dos presos deciden si delatar o no a su compañero, a cambio de obtener una pena mínima. Si lo hacen ambos a la vez reciben el mismo castigo que, es mayor si uno sólo delata. La mejor situación para ellos es cuando ambos deciden cooperar y ninguno se delata. En la situación electoral del MAS-IPSP, la posibilidad de que ambos candidatos obtén por atacarse no sólo pone en riesgo la candidatura de su rival sino la propia. Si se llegara a consumar una guerra por la candidatura del MAS-IPSP, terminaría perjudicando a ambas facciones, llevando a una inevitable derrota electoral incluso en primera vuelta, sin la necesidad de unidad entre opositores, resultado coincidente con lo que presiente García Linera.

A más división, la posibilidad de multiplicar votos se reduce. El MASIPSP tiene la difícil tarea de resolver en pocos meses sus diferencias internas, redefinir sus estructuras de decisión, (LA RAZÓN, 26 de marzo 2023) y transitar a convertirse en un partido político más maduro. Las elecciones primarias de 2024 serán el escenario político para resolver esos problemas o para ahondarlos.

 (*)Omar Velasco Portillo es economista

Temas Relacionados

Comparte y opina:

El fenómeno Milei y el casting neoliberal

Es un político antisistema, radical, excéntrico y egocéntrico de la nueva derecha populista argentina

Omar Velasco Portillo

/ 21 de agosto de 2023 / 08:01

A los argentinos les gusta hablar de fenómenos. Si un gaucho —como aquí les decimos afectuosamente a los argentinos— te dice “sos un fenómeno”, no te alborotes, quiere decir que eres alguien excepcional. Se lo dicen al Papa, a Messi, a Marcelo Tinelli y hoy a Javier Milei.

Milei es el candidato presidencial por La Libertad Avanza. Este frente irrumpió en la política argentina al convertirse en la tercera fuerza del país en las elecciones legislativas de 2021 y ganador en días recientes de las elecciones primarias, conocidas como las PASO. Su popularidad se la debe a su extravagante cabellera que le hizo merecedor del pseudónimo “el peluca”, a los medios de comunicación que utilizaron su singular personalidad repleta de arrebatos de ira, furor y exageración en debates abiertos que la farándula argentina sabe muy bien explotarla y a su habilidad como futurista, pues anticipó el rescate financiero que pediría Argentina al FMI, con un año de anticipación a 2018.

Lea también: La nueva ruta del Potosí

Es un político antisistema, radical, excéntrico y egocéntrico de la nueva derecha populista argentina. Su proyecto político enarbola un discurso libertario a nivel del individuo y los mercados. En contraposición, aspira a reducir el Estado a su mínima expresión y amenaza con eliminar los derechos sociales y conquistas laborales alcanzados por décadas por los gobiernos progresistas.

Su ascenso meteórico en política estuvo pavimentado por la prolongada crisis económica que atraviesa su país y las fallidas respuestas económicas tanto de macristas, kirchneristas y peronistas, a quienes los critica y responsabiliza. Con una inflación de 113% a julio y una devaluación de su moneda a más de 700 pesos por dólar, Argentina vive su peor crisis económica en décadas. La aparición de un mesías económico resultaba electoralmente redituable. Milei es el producto histórico de los desaciertos económicos de sus predecesores.

Para superar esta crisis, Milei plantea eliminar al banco central, recortar los ministerios, reducir la inversión pública, dolarizar la economía, eliminar las restricciones a las divisas, entre otras cosas. La propuesta de Milei no es original, sino una continuidad a las viejas políticas neoliberales de los años 90 que arrastraron a Argentina a otra crisis a principios del siglo XXI, y que hoy es relanzada como una adaptación del actual régimen monetario ecuatoriano, el sistema de adjudicaciones de obras públicas chilena y el sistema de vouchers sueco, que son algunas de las pocas instituciones formales que el neoliberalismo ha construido en tres décadas.

El fenómeno Milei ha traspasado fronteras, cuyos frondosos resultados electorales han reabierto la esperanza de opositores en Bolivia de cara a las próximas elecciones nacionales de 2025. Trompetas al viento, que la búsqueda del Milei boliviano ha comenzado. El imitador que mejor porte esa cabellera deberá destacar por ser un neoliberal de pura cepa, incapaz de ruborizarse frente a las descalificaciones como vendepatria o neoliberal de patas cortas. En su prontuario deberá haber acumulado varias batallas contra el masismo y su modelo económico. Deberá ser un ser sublime, divertido y carismático, un orador shakesperiano del libre mercado, seductor tinderiano de las transnacionales, encantador de suegras —sobrenombre con el que se alude al FMI— y con ínfulas de clarividente. Deseable que tenga una columna de opinión antirrevolucionaria o una cuenta TikTok neolibertaria. Las audiciones están abiertas y por lo que advierten las encuestas, hay varios interesados.

(*) Omar Velasco Portillo es economista

Temas Relacionados

Comparte y opina:

La nueva ruta del Potosí

Omar Velasco Portillo

/ 5 de agosto de 2023 / 07:45

El litio es la fuente de energía de la cuarta revolución industrial. Toda revolución científico-tecnológica requiere una fuente de energía abundante y predominante que acompañe las transformaciones productivas que de ella emanen. El litio será para la economía mundial en lo venidero, lo que el carbón fue en el siglo XIX y el petróleo en el siglo XX. La energía del siglo XXI requiere acumularse a mayor capacidad, en menor espacio y debe ser además ligera para facilitar su transporte. Esos atributos físico-químicos los cumple el litio a cabalidad sin un sustituto cercano.

Ya sabemos que Bolivia concentra las mayores reservas de litio del mundo, pero lo que todavía no somos conscientes colectivamente es el rol transcendental que jugará nuestro país en lo venidero. Esta riqueza natural que es escasa en el mundo y abundante en nuestro suelo, nos posiciona al frente de esta revolución porque la continuidad de la transición energética —que busca cada vez con mayor urgencia descarbonizar la economía mundial— no sería posible sin la participación de Bolivia, es decir, sin el litio de los bolivianos. El sueño de convertirse en el corazón energético de la región quedó pequeño para las aspiraciones bolivianas que hoy buscan ser el corazón energético del planeta.

Con una demanda mundial creciendo a tasas geométricas en comparación a una oferta más lineal, el precio del litio no tiene un límite superior predecible. Para aprovechar este ciclo alcista de precios y así maximizar las rentas económicas, el país requiere técnicas de extracción más eficientes como es el proceso EDL. El Estado boliviano ha firmado un convenio de intenciones de inversión de $us 1.400 millones con el consorcio CBC para explotar los salares de Uyuni y Coipasa. Este consorcio reúne a la empresa CATL, que es la mayor fabricante de baterías de litio del mundo. Hacia 2025 se espera que ambas plantas produzcan en conjunto 50.000 tn al año.

Pero la verdadera capacidad de generar excedentes con su extracción no está en la venta masificada de materia prima, sino en su industrialización. En un reciente programa de televisión en Abya Yala, el exvicepresidente Álvaro García Linera explicó la importancia transcendental de pasar del carbonato de litio a los cátodos y de éstos a las baterías. Cada kilo de carbonato de litio se vende en $us 420, en cambio, una batería del mismo mineral va desde $us 6.000 hasta $us 15.000. La ecuación de ganancia para los bolivianos —como lo explica— está en formar parte de la cadena de valor. El verdadero negocio del litio está en la industrialización.

La apuesta por la industrialización del litio tiene más de una década de avances insólitos. La Constitución Política del Estado de 2010 recuperó y consagró la propiedad estatal de los recursos evaporíticos. Bajo la premisa de no solo producir materias primas y que las ganancias se las lleven los extranjeros, el Estado encaró la construcción de una planta de cloruro de potasio y otras dos plantas de carbonato de litio —en su versión piloto y otra industrial. También se comenzó a desarrollar tecnología propia con profesionales bolivianos. La ventaja relativa que llevan Chile y Argentina en producción se debe a que ellos priorizaron la extracción en lugar de su industrialización.

Aun si hasta el bicentenario no se logra entrar a la fase de la industrialización, las rentas de cerca de $us 4.000 millones que se obtengan por año serán suficientes para impulsar este proceso, como lo fue el gas con la urea. Empero, en una segunda etapa —después de 2025— se deberá ineludiblemente dar el salto a los cátodos e ir subiendo gradualmente en la cadena de valor. El litio es la llave de la economía nacional para entrar en la cuarta revolución industrial. Los bolivianos tenemos la oportunidad histórica de no repetir el saqueo de minerales que significó la Colonia. Antes de ser República, Bolivia era más conocida —de lo que es hoy— por las riquezas del Cerro Rico de Potosí. Cuentan las abuelas que con todo el mineral de plata se podía construir un puente entre el viejo continente y éste. Con la extracción del litio la obligación del Estado es construir la nueva ruta del Potosí. García Linera nos invita a reflexionar sobre cómo trazar ese camino.

Temas Relacionados

Comparte y opina: