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Economía y multitud

Virtud y fortuna

Pese a los barullos del último mes, no hay grandes cambios en los aspectos clave del escenario de gobernabilidad. El oficialismo sigue ocupando el centro de la política y Arce aparece consolidado. Mientras tanto, en la acera de enfrente, el vacío de liderazgo sigue siendo el dato, apenas condimentados por vociferaciones episódicas e intentos por reproducir coyunturas irrepetibles.

La movilización callejera del jueves pasado en La Paz y la lectura de las encuestas de Diagnosis, una de las empresas del rubro más serias, me ratificaron en ese balance. Entre fines de julio y agosto, meses marcados por varios conflictos, Luis Arce se consolida como el político con mejor imagen, con un 51% de opiniones positivas, con una aprobación de su gestión de 41% y una desaprobación del 34%. Percepción positiva en alza con relación a junio. Choquehuanca y Morales consiguen una opinión positiva de 44% y de 32%, respectivamente.

La situación entre las oposiciones sigue difícil. Mesa tiene una imagen positiva nacional de 27% y Camacho de 19%. Incluso en medio de la movilización regionalista que obviamente lo fortalece, el gobernador cruceño consigue apenas que un 41% de los entrevistados cruceños opinen que será mejor autoridad de Costas, 30% piensan que será peor y un 29% igual. Esos datos ratifican la impresión que Camacho está atrapado en una paradoja: mientras más esfuerzos hace por consolidar su base regional, más se transforma en el político más rechazado del país. Hay que, no obstante, reconocer que este líder opositor, al menos, se mueve.

Tendencias que son bastante parecidas a las que ya comenté desde hace un año. Lo llamativo es la cantidad de cosas que pasaron en ese tiempo, reflejadas por algunos medios con grandes dosis de hipérbole, y que no parecen afectar sustantivamente a la imagen del Gobierno.

Por otra parte, la marcha de esta semana es la segunda que el oficialismo convoca en un año, ambas con una gran presencia de multitudes que contrastan con la dificultad que tuvieron para lograr esa articulación callejera durante la crisis de 2019. Esa dinámica parecería ser sucesora de otro evento clave poco analizado: la inmensa movilización campesina de agosto de 2020 que demandaba elecciones y que puso en jaque al régimen de Áñez con bloqueos solo comparables a los de 1979 y de 2000-2003.

Los datos de la encuesta y la movilización oficialista en las calles nos sugieren las dos grandes fuerzas que explican la solidez del Gobierno y la centralidad del MAS en el juego político. Se trata de dinámicas complementarias pero que operan en ámbitos diferenciados, la primera tiene que ver sobre todo con la economía, más específicamente con la opinión de que la actual administración protege al país de la crisis. Su gran resultado es la estabilidad, algo valioso en estos tiempos de grandes miedos. Aspecto no muy revolucionario, más bien conservador, pero que refuerza la idea que el MAS es el único que puede, más o menos, manejar esta convulsa parte del mundo y que el personaje para esa tarea es el actual mandatario. Sentimiento que va más allá de los electores fieles a la tolda azul.

Por si eso no fuera suficiente, las multitudes marchando, plebeyas, heterogéneas e indisciplinadas, siguen demostrando el fortalecimiento que se produjo en 2019-2020 de esa identidad partidaria entre las organizaciones y segmentos sociales con mayor afinidad con el MAS debido al impacto emotivo del golpe, la persecución y la sensación de discriminación que muchos sintieron de parte de los adherentes del régimen restaurador. De ahí la capacidad que sigue teniendo el llamado a la “defensa del proceso” para congregarlos, pero, de igual modo, la influencia recargada que hoy tienen esas organizaciones en el Gobierno y en el juego interno del oficialismo.

Así pues, estabilidad económica y una reforzada identidad partidaria explican la solidez del actual esquema político, pero también sus límites. Una de carácter individual y transversal a todas las clases, por eso mismo más volátil y oportunista, y la otra intensa y concentrada en el tercio más leal al MAS pero que suele pecar de autorreferencia. Diferentes, pero que son una gran fuerza cuando se suman.

Armando Ortuño Yáñez es investigador social.