Resulta muy interesante que ciertos economistas, con argumentos teóricos que difícilmente pueden verse en la realidad y como solemos decir “economistas de libro”, desvalorizan el que el pueblo boliviano tenga la “inflación” más baja del continente, argumentando que el mismo producto de una simple política de subsidios que incrementa la deuda es lo que produce ineficiente asignación de recursos.

Es importante mencionar que la política económica o macroeconómica de un Estado debe buscar la estabilidad económica a través de dos componentes muy importantes, el de la política fiscal y la política monetaria; la primera tiene como objetivo principal el pleno empleo de los factores productivos y el crecimiento económico, y el segundo busca la estabilidad en los precios.

De la misma manera, a estos “analistas económicos” se les debe recordar que la teoría económica neoliberal que profesan, para que pueda ser aplicada requiere del fenómeno de la perfecta movilidad de factores entre sectores supuestos, que es muy difícil de cumplir especialmente en países no desarrollados como el nuestro.

Uno de los pilares fundamentales del modelo económico boliviano es la activa participación del Estado en la economía, por ejemplo a través del crédito productivo que garantiza que la totalidad del mismo esté destinado a la inversión, cuando muchos países neoliberales, a consecuencia de la guerra, se endeuden para pagar gasto corriente (salarios y servicios) que por su escasa participación en sus economías solo cumplen la función de agente regulador.

Actualmente, el Estado boliviano regula la tasa de interés del sistema financiero fortaleciendo sus acciones que lo convierten en fuerte y sostenible, acción que determinó que la mayoría de los bolivianos ahorremos y obtengamos créditos en bolivianos, dejando el dólar en segundo plano; en los países neoliberales, tienen por objetivo salvar a sus bancos recurriendo a la deuda externa muchas veces condicionada.

La política monetaria aplicada por el modelo logró afianzar el control de la inflación, que frente a un escenario de crisis como el actual tiende a dispararse, y al lograr consolidar una moneda fuerte ciertamente los agentes económicos tienen la certidumbre suficiente que genera expectativas positivas que favorecen la inversión privada en moneda nacional.

Lo que impresiona es que los economistas de libro estén decididos a querer demostrarnos la falacia de que una baja inflación es un defecto cuando se demuestra claramente que es una gran virtud conseguida por el pueblo boliviano y valorada por los organismos internacionales, porque el peso de la crisis la carga el Estado y no el pueblo.

La mejor teoría económica es aquella que da certidumbre a su población en la realidad y no aquella que pretende ser aplicada sin considerar la realidad nacional, no olvidemos que las teorías de los “grandes economistas” fueron realizadas para una realidad europea y norteamericana, y muy difícilmente podrá ser adecuada a países como Bolivia.

Juan Pablo Fernández es licenciado en Economía.