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En los detalles está el diablo

TRIBUNA

Dice un dicho popular: En los detalles está el diablo. Y precisamente es a los detalles a los que nos referiremos cuando consideremos algunos elementos de la generación de divisas de la exportación de la soya y derivados que es realizada exclusivamente por el “decidido aporte del sector privado” de Santa Cruz.

A junio de 2022, las exportaciones y las divisas sumaron $us 1.144 millones, que en volumen representa 1,5 millones de toneladas — la mayor parte del destino fueron Colombia (60%) y Perú (28%)—, estos países forman parte de la Comunidad Andina de Naciones (CAN). Para realizar estas exportaciones tienen que ver los actores, el Estado, las políticas y el contexto internacional, es decir, el sector privado y el Estado. En este artículo consideraremos el papel del Estado en la conformación del complejo soyero cruceño.

Para la aplicación del modelo neoliberal (1986), la caída de los precios internacionales de los minerales amenazó no solo la reactivación económica sino la viabilidad del modelo, por lo que era urgente encontrar un producto que tuviera la capacidad de constituirse en el sostén del modelo: ese producto fue la soya. Simultáneamente se dieron una serie de hechos, como ser: un incremento de la demanda mundial de soya, el inicio de la ejecución del Proyecto Tierras Bajas del Este (o proyecto Low Lands) y la declaración a la CAN como zona de libre comercio. Luego, con la implementación de políticas públicas del Gobierno se comenzó a apoyar abiertamente al sector soyero de exportaciones, entre las más importantes tenemos la devolución de impuestos y los subsidios a las tarifas de transporte de carga vía ferrocarril a través de la Empresa Nacional de Ferrocarriles (ENFE), que fueron refrendadas por el DS 21660 en su artículo 172, del 10 de julio de 1987, que fija el subsidio de 60% de la tarifa de exportación de soya y otros productos; luego el DS 22415 en su artículo 2, del 6 de febrero de 1990, privilegia el subsidio a la soya y la harina de soya; y el DS 23374 en su artículo 1, del 23 de diciembre de 1992, adiciona el subsidio al aceite de soya. En resumen, con estos tres decretos se fomentó la exportación de soya, harina de soya y aceite de soya, consolidando el complejo soyero. La acción de estas políticas desembocó en dos consecuencias contrapuestas: uno, el fortalecimiento del sector exportador soyero y, dos, el quiebre financiero de ENFE, que inmediatamente sirvió, a los capitalizadores, a sostener el argumento de que ENFE era deficitaria y que era necesaria su enajenación al sector privado transnacional.

Si bien el precepto neoliberal decía expresamente que no deben existir subsidios ni en los precios ni en las tarifas, y que fue aplicado a los demás sectores productivos, no tuvo la misma disciplina con el sector soyero; en resumen, pregonaba libre mercado, pero no se cumplía tal premisa.

Por estas razones el Estado fue y continúa siendo un actor decisivo en el desarrollo del complejo soyero mediante la construcción de bases productivas, con el apoyo a la producción de la soya y de su exportación por medio de la política comercial.

La pretensión de hacernos creer que la producción y la exportación de soya y la generación de divisas son consecuencia del empuje y decidido aporte del sector privado soyero cruceño cae como un castillo con cimientos de barro, ya que la acción del Estado aún en el periodo neoliberal saltó sobre sus premisas para conformar y estructurar la exportación de soya. Además, existe la extranjerización del complejo soyero dado que la base de los productores está conformada por brasileños, peruanos, colombianos y rusos, lo que permite que la mayor parte del valor agregado —las ganancias— generado en la producción interna salga al exterior.

Ahora, dentro del Modelo Económico Social Comunitario Productivo, donde existe una amplia interrelación de Estado con los actores de la producción, el crecimiento de la producción está fuertemente influido por las políticas públicas desde el Estado.

Efraín Huanca Quisbert es economista.