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Sueños blindados

CON LA PUNTA DE LA AGUJA1

Sin duda que la persistencia de vivir y continuar existiendo como pueblos que luchan es lo que más molesta y cuestiona, en su angurria, a los grupos de poder a lo largo del continente.

Desde que los invasores colonialistas penetraron nuestros territorios, los pueblos originarios lucharon, esa tradición y memoria heredamos. En esa práctica esperanzadora estamos cerca de 522 años aprendiendo de las experiencias, tanto de las de victorias como de las derrotas. Los aprendizajes en el dolor de las derrotas dejaron de herencia, heridas y cicatrices. A la vez, las alegrías son efímeras, se quedan como testimonios de lo que somos capaces de lograr.

Por eso son tan importantes estos 22 años del proceso de cambios del pueblo boliviano, que tiene su correlato en todo el continente. Este tiempo desde 2000 —cuando defendimos la madre agua— es hermosamente largo, ya son 15 de gobierno a pesar de los intentos de golpe y del golpe mismo. En el continente, con sus diferencias, pasa lo mismo, estamos pariendo —como pueblos— un nuevo tiempo.

Pertenezco a una generación que participa de eventos históricos en el continente, pero también nos enfrentamos a una multiplicación de formas de torturarnos, encarcelarnos, silenciarnos y darnos muerte. A algunas les compraron la conciencia, el dinero pudo doblegarles, pero quienes ni nos vendimos, ni caímos en sus adulaciones, pues, nos tenemos que enfrentar a la tortura de los montajes mediáticos. La calumnia y la mentira fueron potenciadas por la efectividad de los medios de comunicación, que tienen consignas y financiamientos fascistas. Las ONG, las redes y las fake news, que parten y reparten cantidad de perversidades por el internet, sembrando desconfianza y aislamiento de nuestras luchas.

Por otro lado, estimulan purismos que nos recuerdan la nefasta Edad Media, y la impune Inquisición. Las y los que se creen puros, pues, no solo tiran la primera piedra, sino la segunda y todas las que se puedan hasta que la “bruja o brujo pecador” muera. Discursos de odio y prejuicios son la respuesta a argumentos y propuestas de gobierno y de autogobierno. Eso vivió el hermano Evo, lo viven nuestros hermanos Lucho y David, y el pueblo boliviano.

El trabajo de tortura continúa con los montajes judiciales para seguir creando desconfianza al criminalizarnos, inventando delitos con complicidad de fiscales y jueces, perpetrando lo que se llama la muerte civil, como a Lula en Brasil, a quien el fascista corrupto, el actual presidente Bolsonaro, lo llama “presidiario”. Qué dolor debe sentir el hermano Lula. ¡Pero no hay que dejarse! Tenemos que seguir y consolidar las victorias y esperanzas de nuestros pueblos.

Y finalmente cuando nada de estas torturas da resultado, viene la eliminación física, sembrar cáncer, intentar derribar el avión presidencial, gatillar dos veces en la cara de la compañera Cristina Fernández en Argentina, a todo eso y más nos estamos enfrentando. No podrán acallarnos, nuestros sueños están blindados porque son nuestros y se pasan de corazón a corazón, ese es el blindaje histórico de nuestros pueblos, por eso nos espera la Victoria.

Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.