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Los libros de papel

SIMPLE Y CLARO

¿Quién dijo que los libros en papel están obsoletos? ¿Quién dice que los jóvenes ya no leen? Quienes afirman ambas ideas no fueron a la Feria del Libro 2022 en La Paz, tampoco figuran entre los más de 100.000 visitantes a ese evento, por lo que no pudieron ver los cientos de libros escritos para adolescentes ni la avidez con la que buscaban los títulos que los atraen. Los lectores de entre 12 y 17 años valoran las ediciones originales, están al día con los nuevos títulos, en muchos casos las sagas de autores internacionales que supieron conquistar a un público que aparentemente estaba perdido. Hace unos años con la popularización del internet se había vaticinado erróneamente la muerte del libro de papel, los adolescentes y los jóvenes se encargaron de desmentir el pregón de que ya no les interesa la lectura.

Los nuevos lectores que atesoran el libro en papel han encontrado el regocijo de leer el libro en físico, comparar su versión imaginada con la película y encontrar placer en hablar sobre el contenido de la obra con sus amigos en clubes de lectura presenciales que también, aparentemente, habían desaparecido. Quien encontró el placer de leer queda atrapado de por vida dentro de ese mundo de infinitos recursos para la imaginación y el conocimiento. Es algo que se aprende desde temprana edad, comienza con el ejercicio de escuchar a quien lee para nosotros y se convierte en un hábito incorporado en cuanto se aprende a leer y escribir.

La lectura necesita ser fomentada, motivada, sorprendente, de esa manera puede llegar a cifras impactantes, como las que se dieron a conocer desde Francia, donde para este otoño se esperan 490 nuevos títulos y pretenderán igualar el número de libros vendidos el año pasado, es decir la impresionante cifra de 489 millones de libros vendidos en 2021. Las librerías se preparan, los libreros arreglan sus estantes, decoran sus vitrinas, pero los lectores también se ponen ansiosos, esperan las obras más recientes de sus autores favoritos, por supuesto que están quienes buscan las obras clásicas para pasar el otoño y el invierno.

Por este lado del mundo cuando nos aprestamos a recibir la primavera, no hay nada malo en copiar las buenas ideas, por ejemplo pequeñas bibliotecas en plazas u otros lugares públicos donde se podría intercambiar libros entre vecinos. Fomentar bibliotecas en las aulas para que los estudiantes lean las obras de su gusto, es decir las que están fuera de la currícula, incluyendo cómics, cuentos, libros de autores reconocidos dentro del mundo adolescente. La lectura y los libros en papel gozan de buena salud.

Lucía Sauma es periodista.