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Autoaislamiento

IMAGINARIOS  PACEñOS

El llamado ghetto o gueto es una funesta práctica urbana que confina y enclaustra a un sector de la población urbana por diferencias raciales o económicas. Desde que se inició en Italia en el siglo XVI, el gueto no ha dejado de desarrollarse y se practica —en pleno siglo XXI— en casi todos los continentes.

En nuestra ciudad (que pasó por diversas revoluciones políticas y avances sociales) es una práctica vigente, pero como una variante al revés: hay un sector de la ciudad que se autoaísla. El gueto, en nuestra ciudad, es un autoconfinamiento de la zona Sur porque ha decidido aislarse de la ciudad. Dicho en otros términos: los habitantes de los barrios del sur (no todos por supuesto) han decidido no subir a la ciudad. Y esto por muchas razones que van desde un asco visceral hasta la “incomodidad” de trasladarse al centro o a los barrios marginales como si fuéramos del tamaño de Ciudad de México (que tiene más del doble de toda la población en Bolivia). Los “sureños” de esta ciudad suben, como máximo, hasta la Plaza del Estudiante; a partir de ahí, la ciudad para ellos es un territorio ignoto “lleno de peligros y de seres extraños”.

Este tipo de autoaislamiento (diría “autogueto”) sucede en megalópolis cuyas distancias enferman; pero, en un pueblo pequeño como el nuestro suena gracioso. Sin embargo, aceptemos que todos tienen el derecho a vivir la ciudad como mejor les plazca. Estamos en un estado de derecho que reconoce todas las libertades, incluso a que te aísles y evites pasear por la diversidad social y el asombroso paisaje urbano de esta urbe. A mi juicio, eso es perder mucho. La ciudad es fuente inagotable de conocimiento social (a nivel de centros académicos). Si te atreves a recorrer la ciudad con mirada sensible percibirás, por ejemplo, la polivalencia de sentidos y la pluralidad de significados que son temas socioculturales imprescindibles en este tiempo. Por ese autorrelegamiento muchos vecinos y vecinas están pasmados y no comprenden los cambios repentinos de nuestra movilidad social, no perciben el avance plebeyo que ocupa casi todo el territorio urbano para bien o para mal. Para superar ese ofuscamiento cultural debes ver, pasear, y percibir la ciudad para conocer a tu familia urbana, a tus hermanos y hermanas que formamos un collage social y racial que construye un futuro bizarro para una ciudad plena de vigores enigmáticos que no se ven en Miami o Santiago.

Termino con un dato al punto: una nueva burguesía popular está comprando propiedades en ese “autogueto” del sur. Están revirtiendo, pacíficamente, la ilusión clasista de vivir aislado.

Carlos Villagómez es arquitecto.