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La industrialización por sustitución de importaciones

TRIBUNA

En el marco de la reactivación económica, inicialmente el Gobierno constituyó en diciembre de 2020 el fideicomiso SIBolivia por un valor de Bs 1.261 millones, con el objetivo de apoyar a las empresas productivas que permitan la sustitución de importaciones mediante la otorgación de créditos a una tasa de 0,5%; en septiembre de 2022 este valor se amplió a Bs 2.393 millones. Esta es una de las políticas dentro de una serie que tiene el objetivo de industrializar el país a través de la sustitución de importaciones, como por ejemplo, las importaciones de bienes de capital sin el pago del IVA; el Fondo de Garantía para el Desarrollo de la Industria Nacional (Fogadin), y otros, por lo que no se debe confundir que el SIBolivia es el plan de industrialización por sustitución de importaciones.

Esta industrialización fue un proceso que se inició en Latinoamérica después de la Gran Depresión y de la Segunda Guerra Mundial del siglo pasado. Fue una reacción a la disminución de las importaciones proveniente del Primer Mundo, por lo que fue una acción antes que una política y una política antes que una teoría, tal como lo dice Joseph Love.

La teoría —o si se quiere la ideología— de la industrialización por sustitución de importaciones fue acuñada por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y surgió mucho después de que los países de América Latina ya estaban embarcados en diferentes procesos de industrialización.

Pero, una vez formulada esta teoría, los teóricos del Primer Mundo no tardaron en atacar a un aspecto de la teoría, que es la debilidad de la ideología industrialista.

Revisando la amplia literatura latinoamericana y de la CEPAL, la industrialización por sustitución de importaciones se aplicó en Chile, México, Brasil y muchos otros países, su principal característica fue su implementación por etapas que dependió de las estructuras industriales, las políticas y la ideología que acompañaron el proceso y, por lo tanto, de su velocidad y su dinámica, y no fue un proceso simultáneo, de formular todas las políticas al mismo tiempo.

La crisis del proceso de esta industrialización no está tanto en buscar la explicación en la parte más mecánica del proceso, tal como lo dice Hirschman no “en la insuficiencia dinámica del proceso y menos aún en las ineficiencias a las que dio lugar” y que generó una dependencia de la inversión extranjera, lo que se debe hacer es buscar explicaciones en la economía política, esto es, buscar las explicaciones más allá del ámbito exclusivo de la economía sino en los aspectos teóricos, ideológicos, culturales y el Estado que explicarían mejor una insuficiente capacidad en la vocación industrialista de la sociedad latinoamericana, que no permitió que el proceso tenga éxito porque éste surgió de una necesidad. Por esa razón, ahora, la industrialización por sustitución de importaciones tiene como su principal actor al Estado, es decir, es un proceso consciente de industrialización dirigida por el Estado.

En Asia se dio un proceso muy interesante de industrialización por sustitución de importaciones, donde podemos citar a la alta tecnología, que, salvando las distancias, iba más allá de solo una protección arancelaria, sino de una promoción eficaz por parte del Estado y que al final tuvo éxito.

Otro aspecto que se debe mencionar es que el proceso de industrialización por sustitución de importaciones no es exclusivamente sustituir importaciones sino que, paralelamente, es un proceso de incrementar las exportaciones —especialmente no tradicionales— y generar las condiciones y los elementos para reiniciar el proceso de producción, pero sustituyendo las importaciones, para lo cual un elemento intermedio es la construcción de un mercado interno capaz de absorber esa producción resultante del proceso y, al mismo tiempo, la integración regional para ensanchar la demanda.

Más allá de buscar en los manuales de economía las respuestas a los problemas latinoamericanos, los acontecimientos que se suceden generarán respuestas de políticas que irán sepultando la ortodoxia dominante que emanan de los centros de poder.

Efraín Huanca Quisbert es economista.