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Un mundo más inseguro

CIUDAD FUTURA

Las medidas adoptadas recientemente por Putin colocan al mundo en un nivel inédito de inseguridad, casi similar al de la crisis de los misiles en Cuba en 1962. Las principales diferencias estriban en que en esa ocasión las decisiones estratégicas definitivas estuvieron a cargo de Kennedy y Jruschov, y excluyeron al propio Castro. En cambio, ahora hay varios actores involucrados directa e indirectamente en el conflicto de Ucrania, cada uno con intereses y posiciones diferenciadas, además de que por de pronto no existe condición alguna para una mediación eficaz que logre sustituir la confrontación bélica por una negociación diplomática.

La movilización parcial hasta un total de 300.000 nuevos reservistas; la convocatoria a cuatro referendos similares al de Crimea en 2014 en los territorios ocupados en la zona del Donbás, y la amenaza de recurrir a la utilización de armas nucleares tácticas en caso de que continuaran las sanciones a Rusia por parte de los Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea, parecen responder a la exitosa contraofensiva de Ucrania, que ha cambiado el curso de la guerra y coloca a Putin en una posición defensiva, la cual podría traer consigo sensibles repercusiones internas. Esta perspectiva se agrava en la medida en que, debido a las sanciones impuestas a ese país, su industria militar no recibe los suministros tecnológicos necesarios para el mantenimiento y reparación de sus equipamientos y artefactos bélicos.

La guerra en Ucrania tiene también repercusiones en otras zonas del mundo, sea porque se ha suspendido el abastecimiento de gas proveniente de Rusia, como es el caso de Alemania, o sea porque resulta imposible la exportación de trigo, maíz y aceite de oliva desde Ucrania hacia los mercados de Europa y África. Ante los riesgos evidentes de una hambruna en varios países del África, la mediación del Secretario General de las Naciones Unidas ha logrado algunos embarques de alimentos desde el Mar Negro hacia los puertos del norte de África. Nada dice sin embargo que esto pueda continuar en el futuro, puesto que la escalada de la guerra podría incluso llegar a inutilizar total o parcialmente los puertos y barcos aptos para el mencionado propósito humanitario.

Dicho esto, conviene tener en cuenta que la guerra de Ucrania no ha originado todas las calamidades que amenazan al mundo. Así, por ejemplo, la posibilidad de avanzar en los compromisos de combate al cambio climático se ve seriamente dificultada por la imposibilidad de cumplir con los compromisos colectivos adoptados sobre la materia en las reuniones pasadas de la Conferencia de las Partes (COP). Son por tanto inciertas las perspectivas sobre los resultados de la COP 27, convocada para noviembre en Egipto.

Por otra parte, algunos países industrializados tienen necesidad de poner de nuevo en funcionamiento sus fuentes de energía nuclear y del carbón, con el retraso consiguiente en cuanto a la instalación de fuentes de energía renovables.

Por consiguiente, los desastres naturales que trae aparejado el calentamiento global seguirán causando sufrimiento humano y destrozos materiales cada vez mayores.

Un tercer aspecto que provoca gran incertidumbre internacional es el que se relaciona con la inflación rebelde que campea en todas las zonas económicas, con los efectos de profundizar las brechas sociales y aumentar la pobreza. Por de pronto, las medidas monetarias adoptadas por los principales bancos centrales del mundo lograrán su objetivo únicamente al costo de alentar una gran recesión internacional, que ya se anuncia por parte de varios observadores para el próximo año.

Por último, el conjunto de circunstancias mencionadas anticipa claramente una inminente crisis de deuda externa, alimentada por el nivel del endeudamiento de algunos países de Europa y América Latina y el aumento del costo del financiamiento.

Horst Grebe es economista.