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Con diálogo se encuentran oportunidades comunes

TRIBUNA

Luego de más de dos años en este hermoso país como Encargada de Negocios, regreso a Washington este mes para ocupar un puesto de liderazgo en temas desafiantes para nuestro hemisferio.

Quisiera reflexionar sobre la dimensión de nuestras relaciones comerciales y de pueblo-a-pueblo, así como también sobre las oportunidades perdidas de asociación en cuanto a nuestros intereses comunes y el fortalecimiento de la relación bilateral entre Estados Unidos y Bolivia.

Bolivia es un país de gratas sorpresas por su paisaje, su diversidad, la pasión y hospitalidad de su gente y por supuesto, la riqueza de su cultura. He podido admirar el dinamismo microempresarial de El Alto, el deslumbrante brillo del Salar de Uyuni, el arte de las Misiones, la antigüedad de El Fuerte de Samaipata, la grandeza de Tiwanaku, los coloridos festivales de Tarija, la calidez de Cochabamba y la pujante productividad de Santa Cruz.

En cada región que visité, conocí bolivianos orgullosos de su origen, de sus costumbres, de su cultura y de su comida. Sin duda, la diversidad es una de las mayores riquezas de Bolivia. He podido escuchar de las personas que conocí en esos viajes, que sienten un gran deseo de fortalecer más los lazos entre Estados Unidos y Bolivia para vigorizar el intercambio comercial, educativo y cultural entre ambos países.

La amistad entre los pueblos de los Estados Unidos y Bolivia es sólida y de larga data. Miles de viajeros visitan ambos países por negocios, turismo e intercambios educativos y culturales. A través de varias décadas, Estados Unidos ha trabajado mano a mano con el pueblo boliviano, las instituciones académicas y la sociedad civil para mejorar la educación, el emprendedurismo, el empoderamiento de las mujeres y de las comunidades indígenas y afrobolivianas.

Cuando llegué a Bolivia, el mundo estaba sufriendo la devastadora pandemia global. Como vecinos en el hemisferio, sabíamos que ninguno de nosotros estaría a salvo hasta que todos estuviésemos seguros.

En conversaciones iniciales que tuve con la gente, me di cuenta de que lo más importante que podíamos hacer por Bolivia era fortalecer el movimiento económico y apoyar a los sectores más vulnerables. Con este fin, Estados Unidos colaboró con asistencia en salud, sin ningún costo ni condicionamiento, que incluyó más de cinco millones de vacunas de COVID de alta calidad, dos hospitales de campaña, y más de 200 tanques de oxígeno. Todo esto, durante el pico más alto de la pandemia, lo que ayudó a salvar miles de vidas.

Quiero resaltar nuestra dinámica relación comercial. Desde ganaderos hasta fabricantes de vehículos eléctricos, estos líderes empresariales son los que mueven nuestra relación comercial de $us 1.000 millones. Estados Unidos es el mercado más grande del mundo y el país importador de la mayor variedad de productos bolivianos en el mercado exterior, lo que crea empleos para los bolivianos. La embajada trabaja con empresarios bolivianos y estadounidenses para expandir la relación comercial con el fin de mejorar el crecimiento económico y generar empleo para las familias de nuestros países.

Sin embargo, la mejor manera de asegurar que la relación entre Estados Unidos y Bolivia alcance su mayor potencial, es promoviendo una sólida comunicación entre gobiernos. Sin un diálogo fluido, se dificulta la posibilidad de normalizar las relaciones entre ambos países. A lo largo de mi estadía aquí, he evidenciado que una posible colaboración y asociación han sido relegadas por el Gobierno de Bolivia. Estados Unidos siempre está dispuesto a sentarse en la mesa de diálogo.

Nuestros países pueden trabajar juntos en la reducción de emisiones de carbono y de las temperaturas globales, la protección de la biodiversidad, el respeto por los derechos indígenas, el fortalecimiento del compromiso con la democracia, la defensa de los derechos de las minorías, el mejoramiento de los sistemas de salud, la garantía de que todos los ciudadanos puedan participar en una economía dinámica y que tengan acceso a la prosperidad, entre muchas otras áreas.

Deseo sinceramente que la administración del presidente Arce considere este tipo de áreas de colaboración. Fortalecer la relación Estados Unidos-Bolivia es valioso para nuestros países, la región y el mundo. Crear una relación sólida no es fácil. Habrá obstáculos en el camino, pero necesitamos contar con la buena predisposición del Gobierno de Bolivia para no perder más tiempo y empezar a construirla ahora.

Charisse Phillips es encargada de Negocios de Estados Unidos en Bolivia.