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Democracia, 40 años después

HURGANDO EL AVISPERO

Un día como hoy, 40 años atrás, el 10 de octubre de 1982, en el viejo hemiciclo parlamentario, Hernán Siles Zuazo, en medio de un ambiente de esperanza por el retorno a la democracia, juraba como mandatario de Bolivia. En un mensaje improvisado —los papeles de su discurso presidencial se le empapelaron—, en palabras sentidas decía: “El pueblo boliviano hizo factible el camino a la democracia”. Obviamente, esas palabras reflejaban el accionar decisivo del bloque nacional-popular en su cruzada por la democracia.

Desde ya, René Zavaleta en un brillante ensayo, Las masas de noviembre, escudriñó el accionar de los mineros y, sobre todo, campesinos, traducido en bloqueos de caminos que abortaron el golpe de Estado; a la larga, esto fue decisivo para encauzar el terreno para la democracia. Este dato incontrastable da cuenta de la vocación democrática de los sectores populares en Bolivia.

Hoy deberíamos festejar 40 años de democracia ininterrumpida; sin embargo, existió un interregno antidemocrático (entre noviembre de 2019 y noviembre de 2020) donde Bolivia soportó un golpe de Estado. Algo impensado, pero sucedió con una simbiosis entre un lawfare y un golpe cívico/policial y militar.

En estos 40 años, la democracia recorrió por varios senderos. En 1982 empezó la transición democrática. Este tramo se asentó en el clivaje democracia/dictatura; empero, la crisis económica galopante, la presión de las organizaciones sociales y la campaña de desestabilización de la oposición parlamentaria empujaron al presidente Siles Zuazo a acortar su gestión presidencial por un año en nombre de “salvar la democracia”.

El alejamiento de Siles Zuazo no solamente significó, en lo político, una derrota para el bloque nacional-popular, sino, en lo económico, abonó el terreno propicio para la implementación de la Nueva Política Neoliberal. En este contexto, la democracia representativa sirvió para legitimar el neoliberalismo. De allí, la democracia se asentó en el clivaje democracia/mercado en nombre de la “gobernabilidad democrática”.

Al despuntar el siglo XXI, este modelo democrático neoliberal se asentó en una especie de democracia de élites o una democracia restringida, por la vía de la “democracia pactada”, hizo ascuas ya que el ciclo de protestas del bloque nacional-popular (2000-2005) interpeló ácidamente al orden democrático neoliberal.

Desde 2006, la democracia se extendió no solamente teniendo al bloque nacional-popular como el conductor del Estado mediante la noción novedosa del “gobierno de los movimientos sociales”, sino con la constitucionalización del Estado Plurinacional que supuso, a la vez, la ampliación de la democracia representativa de corte liberal con la incorporación de otras formas de democracias (la participativa y la comunitaria), que Boaventura de Sousa denominó la “demodiversidad” en el horizonte de la descolonización del Estado boliviano.

Hasta que, en noviembre de 2019, esta democracia que, a pesar de sus bemoles, estaba avanzando encontró un momento de ruptura provocado por una conjura golpista que desembocó en una ruptura constitucional, pero, gracias al accionar del bloque nacional-popular, bajo el clivaje democracia/dictatura, se logró revertir ese golpe a la democracia.

Entonces, las crisis marcan momentos de cambio o de transición a consecuencia de la interacción de múltiples factores. La democracia boliviana en estos 40 años, a pesar de sus avatares y del interregno autoritario, supo sobreponerse gracias a la acción colectiva y la vocación democrática del bloque nacional-popular.

Yuri Tórrez es sociólogo.