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Déficit de naturaleza

Columna Verde

Hace una semana nos encontrábamos en un evento importante sobre medio ambiente. Tenía que preparar las palabras para la inauguración y me sentía algo abrumada porque no encontraba cómo lograr hacer un “click” en las personas respecto a la importancia de generar conciencia ambiental. Hice una llamada importante a una amiga de Brasil, muy involucrada en medio ambiente y me dijo algo muy fuerte: estamos viviendo un déficit de naturaleza, necesitamos dejar de racionalizar y sentir, debemos encontrar mensajes reveladores que nos lleven a la acción, está claro que los datos por sí solos no están logrando los cambios.

Para no quedarme solo con la charla tan enriquecedora, investigué sobre el término “déficit de naturaleza” y encuentro que se introdujo allá por 2005 cuando el periodista norteamericano Richard Louv publica el libro El último niño en el bosque: salvar a nuestros hijos del trastorno por déficit de naturaleza. Louv menciona en una entrevista que le realizan que “acuñó la frase para que sirviera describir el costo humano de la alienación de la naturaleza y de la importancia de hablar de un problema urgente que estaba creciendo, pero no teníamos un lenguaje para describirlo”.

Esta desconexión con la naturaleza, ciudades de cemento, crecimiento acelerado y descontrolado está llevando a una crisis con grandes enfermedades emocionales y físicas. Nos estamos convirtiendo en piezas movibles, usables, desechables. Estamos en un momento de inflexión donde o tomamos una acción y re-conocemos que debemos actuar o simplemente dejamos pasar y asumimos esta situación como parte de nuestras vidas.

¿Cuán importante es para la vida de nuestros niños esta conexión con la naturaleza? Pues muy importante. Tenemos que comprender que los daños ambientales de alguna manera tienen un efecto negativo en las emociones del ser humano. Es un daño silencioso que necesita atención más que un resfrío, dolor de cuerpo o cabeza. Aunque no lo entendamos con la razón, debemos entenderlo con el corazón, comprender la necesidad de priorizar al ser humano en un ambiente armónico como un derecho irrenunciable.

Somos conscientes que estamos viviendo una crisis climática; la Asamblea General de las Naciones Unidas, el pasado julio declaró el acceso a un medio ambiente limpio y saludable como un derecho universal. La gestión inadecuada de nuestros recursos naturales, los daños ambientales, la contaminación del aire, la tierra y el agua entre otros son de manera directa los grandes impactos hacia el planeta y a quienes vivimos en él. Pensar que el daño es al árbol, la planta o los bosques ya queda corto, el daño es al ser humano, a las emociones que muchas de ellas son muy difíciles de reparar si no tomamos la atención que corresponde. Necesitamos conectarnos, necesitamos generar empatía con el entorno, transmitir tranquilidad y calma, asociado con aquello que la naturaleza nos brinda.

Que el reto de hoy después de leer esta columna, sea salir a conectarse con la naturaleza. Dejen la tecnología archivada, vayan a buscar emociones, sentir, tocar la naturaleza, conectarse con ella. Estoy segura que será una gran experiencia que la volverán a repetir en reiteradas ocasiones. Que tu conexión genere una cadena en tu entorno.

Karina Sauma es directora de Comunicación de la FAN.