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Dejen gobernar al Presidente

TRIBUNA

Mi voto no fue por él, sino por la democracia. ¿La democracia es perfecta? No, en absoluto. Es imperfecta porque es una invención filosófica propia del ser humano. Sin embargo, es el sistema de gobierno — por excelencia— menos corrompible. La calidad democrática del país está sobre la mesa, y los matices autoritarios del Gobierno ahondan el debate, pero aún no vivimos en un régimen dictatorial; si fuese el caso, el pensar distinto se consideraría un delito castigado con pena privativa de libertad y, por ende, jamás esta columna podría ser publicada en este medio de prensa.

La victoria de Arce en las elecciones generales de 2020 es indiscutible: 55,11% de votos a su favor no es un dato que fácilmente pueda pasar inadvertido, no obstante, las bancadas opositoras de Comunidad Ciudadana (CC) y Creemos, movidas por sus conveniencias, prefieren aludir ceguera frente a lo evidente. Debemos prestar mucha atención al contenido de sus frecuentes declaraciones, pues, son perceptibles sus deseos altamente subversivos; temo que por la ambigüedad respecto al compromiso que tienen con la democracia podrían no respetar su primer principio: aceptar los resultados electorales.

La vida es un proceso de revelaciones, nuestra historia está caracterizada por una sucesión de turbulencias políticas traducidas en más de 200 revoluciones, la más reciente, la “revolución de las pititas” revela una fatídica verdad: siempre hemos estado subyugados a políticos que nos venden una falsa representatividad, ya que en realidad forman parte de grupos de presión bien organizados que únicamente defienden sus intereses concretos de preservación de espacios de poder. Sus cargos dependen del nivel de confrontación y polarización que puedan generar a través del falso dilema de golpe de Estado/fraude electoral. Sin embargo, la única verdad es la realidad, ¿están preparados? Ahí les va:

El expresidente Evo Morales Ayma y el gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, son asiduos representantes del populismo de izquierda y de derecha, junto a sus fieles discípulos, no tienen la mínima vocación democrática. Por un lado, Morales estuvo en el poder 13 años, 9 meses y 18 días, en las elecciones generales de 2019 se postuló a un cuarto mandato inconstitucional, alegando que la reelección indefinida era su “derecho humano”, maquinó un fraude electoral para declararse ganador y, ante la verdad descubierta, huyó a México, no sin antes ordenar las renuncias de sus sucesores para generar un vacío de poder; por el otro, Camacho, el 10 de noviembre de 2019, en una conferencia de prensa, además de exigir la renuncia de Morales, dijo: “debe irse la sucesión constitucional (…), tienen que renunciar los senadores y diputados, así como también los miembros del Tribunal de Justicia, así como también los miembros del Tribunal Supremo de Justicia y del Tribunal Constitucional. Dar lugar a la conformación de una junta de gobierno transitorio conformada por notables de toda la población”. ¿Quiénes eran los “notables” que tenía en mente? Con seguridad, su nombre fue el primero de su lista.

Por sus obras los conoceréis, sabio proverbio que nos ayuda a comprender lo que realmente son estos personajes, pues hablar de democracia no es lo mismo que practicarla. La verdadera confrontación no es entre nosotros —los ciudadanos de a pie alejados de la política partidaria, pero no ajenos a la política de nuestro país—, sino entre estructuras de poder de élites y oligarquías cuyo rostro visible son los partidos políticos.

La verdad engendra el odio. La verdad crea enemigos. El gobierno de Arce es plenamente legal y legítimo; a pesar de ello, nos encontramos en medio de una clase política dispuesta a anularse entre sí, ¿es tan desatinado ponernos a nosotros en primer lugar? Es cierto que tenemos nuestra cuota de responsabilidad, mas no significa que aceptemos sus pretensiones de llevarnos a un nuevo escenario de incertidumbre.

Friedrich Hayek dijo: “Son las ideas las que en última instancia definen la evolución social, económica y política de las naciones”. Estamos en una época de cambio de ideas y es lo que nos caracteriza en este momento; las ideas socialistas están siendo desplazadas por las ideas de la libertad, puesto que ni la evidencia empírica e histórica han podido avalarlas.

El cambio da miedo, crea incertidumbre y desorden, pero el único camino debe ser a través del cumplimiento efectivo de los mecanismos democráticos que las normas nos permiten, y no por la imposición. Con democracia, todo. Sin democracia, nada.

Mauricio Quiroga Arias es abogado.