Ya aprendimos
La historia es esa profesora que no se cansa de demostrarnos que la sabiduría está en las experiencias colectivas, que el pueblo boliviano supo colocar entre las más apreciadas técnicas pedagógicas para las futuras generaciones. El espacio de aprendizaje más rico en estímulos es la calle, son las calles y caminos de nuestro país. En esas circunstancias de luchas y en esos espacios, hemos tenido profundos debates y discusiones, esa pedagogía siempre dio resultado, pues nos hicimos revolucionarias y revolucionarios.
Desde que con luchas posicionamos el proceso de cambios en 2003 en Bolivia, hombres y mujeres hemos enfrentado la permanente presión de la derecha y quiero recordar tres momentos importantes: la defensa de la nueva Constitución, la recuperación de la democracia del golpe de 2019 y este tiempo en que nuevamente y con la misma cantaleta se vuelve a rearticular la amenaza fascista.
Creo que fuimos aprendiendo, poco a poco. En la defensa de la nueva Constitución fuimos muy inocentes, todavía no podíamos creer que nuestras amigas y amigos se constituían poco a poco en sordos y ciegos ante la violencia. Pero todavía se podía intercambiar algunas ideas, aunque muy difícil tratar de que salgan de la repetición de un discurso, que no tenía más de cuatro oraciones aprendidas. Vimos cómo se armaron las narrativas de la mentira, que como letanías de bendiciones daban el permiso a sus cruzados para iniciar su guerra santa contra los indios herejes. Fue la ciudad de Sucre el escenario principal, seguida de Santa Cruz y Tarija. Y no es casualidad, es la rancia colonia que todavía pasea impune su racismo.
El golpe de 2019 nos pescó en medio de una crisis, fruto de la falta de formación política y los apetitos egocéntricos que resquebrajaron la unidad del proceso de cambios revolucionarios, lo grave era que en las calles sí sabíamos qué teníamos que hacer. Teníamos que tomar nuestro lugar de aprendizaje y construcción de sueños, en aquellas calles donde se definen los futuros. Por otro lado, al frente, los fascistas que, sin creatividad, desde 2009 nos vienen imitando. Copian canciones, consignas, hasta discursos, pero son zombis sin ajayu.
En las calles ya teníamos claras las medidas que se debían tomar, por ejemplo, no dejar que Camacho salga del aeropuerto. Desde el Gobierno se daban cabeza con cabeza y nos desmovilizaron, las consignas de cuidar al Gobierno e irnos a nuestras casas, que la Policía se iba a encargar, y ya vimos cómo se encargó.
Hoy no, hoy no pasarán, ya aprendimos, es en las calles que ganamos el país que queremos y no nos moveremos, pues estamos luchando para que todas y todas podamos “vivir bien”. Este es el territorio donde queremos que nuestras wawas crezcan y puedan vivir, cuidando a la madre y hermana naturaleza. Estamos convencidas de que la fuerza está en nuestras organizaciones sociales y en nuestro pueblo, solo el pueblo apoya al pueblo.
Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.