Voces

Monday 6 May 2024 | Actualizado a 10:51 AM

Impuesto a los Consumos Específicos

El ICE conlleva desalentar el consumo de productos que son perjudiciales para la salud

/ 19 de noviembre de 2022 / 02:04

En Bolivia, el Impuesto a los Consumos Específicos (ICE) se encuentra establecido en la Ley 843 (texto ordenado vigente), el cual grava el consumo de cigarrillos, compra de vehículos y bebidas alcohólicas, es decir, la obligación de pago se origina por el consumo de los “bienes” mencionados, cuyo uso generan externalidades, que tienen un efecto adverso al bienestar social, ya sea por el impacto que producen en la salud, tanto el tabaco como el alcohol, o por la contaminación ambiental que generan los vehículos. En otros países también fueron incorporados a este grupo las bebidas con alto contenido en azúcar, la utilización de combustibles y energías eléctricas.

Uno de los principales objetivos de estos impuestos es reducir el consumo de este tipo de bienes y, en consecuencia, generar mayor bienestar a la población, además de la percepción de ingresos tributarios que puedan ser utilizados en políticas a favor de la economía nacional y programas de apoyo que compensen las externalidades mencionadas.

La Ley 1462, del 9 de septiembre de 2022, en su disposición adicional segunda, establece tramos de la alícuota específica, así como la porcentual al consumo de bebidas alcohólicas y no alcohólicas, la cual no habría recibido modificaciones desde hace 36 años.

Ante la medida planteada por el Gobierno, los empresarios del sector de bebidas aseguran que esto producirá un impacto económico negativo en su sector, sin considerar que las mercancías alcanzadas por el impuesto, así como sus alícuotas porcentuales y específicas, serán establecidas por decreto supremo, conforme lo establece la propia disposición adicional segunda. Al respecto, cabe hacer notar que a la fecha no se puso en vigencia dicha norma.

Para un mejor análisis, tomando en cuenta el efecto que genera una variación de precios en la demanda de los productos, también llamada elasticidad precio-demanda, con los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), tanto de variación de precios como de variación de producción de bebidas, se observa que para 2018, 2019 y 2021 se tuvo valores cercanos a 0; es decir, ante una variación de precios el efecto que produce en la demanda es bajo, dejando a estos sectores con la certidumbre de que no se verán perjudicados en su actividad. Corresponde destacar también que durante 2020, la gran mayoría de productos tuvo una baja demanda por efecto de la pandemia del COVID-19.

Por otro lado, también se cuestiona el impacto inflacionario que este impuesto pueda generar en el país. Mencionar en este caso que dentro de la canasta familiar que conforma el Índice de Precios al Consumidor (IPC), solamente se encuentran cinco productos referentes a las bebidas alcohólicas y tabaco de los 397 bienes y servicios que la componen; por lo tanto, cualquier modificación de los costos de este grupo de productos tiene un efecto insignificante en los precios correspondientes a dicha canasta. En otras palabras, dado que la inflación se calcula con base en el IPC, una subida en las alícuotas a las bebidas alcohólicas será poco significativa.

En conclusión, el ICE conlleva desalentar el consumo de productos que son perjudiciales para la salud de la población, generando mayor productividad laboral a causa de que en el largo plazo se reducirán las enfermedades ocasionadas por el consumo de alcohol y tabaco, contribuyendo al sistema de salud. Al mismo tiempo, este impuesto permite generar mayores ingresos fiscales por el consumo de estos productos, que podrán ser destinados a la reactivación económica, así como a programas enfocados a combatir los efectos negativos que éstos conllevan; todo ello sin que se genere efectos inflacionarios, ni perjudique a las industrias que se dedican a la producción de los mismos.

Jhonatan Tito es economista.

Comparte y opina:

Los desafíos de la informalidad laboral

/ 24 de octubre de 2022 / 00:50

Para afrontar el desafío de la informalidad laboral en nuestro país, debemos conocer con exactitud de qué se trata. Entendemos a la informalidad laboral como la condición en la cual los trabajadores se encuentran realizando temporalmente su actividad, es decir, perciben un sueldo por sus servicios, pero no se encuentran registrados en el sistema de pensiones. Es una característica que ocurre con los dependientes de las micros y pequeñas empresas (MyPE).

Es un desafío para el país, ya que la baja calidad de estos empleos se traduce en sueldos bajos, pagos a destiempo, despidos sin ningún tipo de compensación, inestabilidad laboral, entre otros. Por otro lado, también tiene como consecuencia que los trabajadores informales no cuentan con seguro de salud, reposo por motivo de salud o maternidad en su puesto de trabajo.

Todo esto frena el crecimiento económico, la productividad y genera menor bienestar en la población. Aparte, dentro de las grandes y medianas empresas la tasa de informalidad es baja, donde solamente el 20% de los trabajadores de firmas con 100 o más trabajadores son informales, en comparación con las MyPE, que cuentan con un 87% de informalidad laboral, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).

Según dicha entidad, en la gestión pasada se generó un valor agregado de Bs 42.253 millones, de los cuales el 52% corresponde a la actividad productiva frente a un 9% para la actividad comercial, y 39% para la actividad de servicios. Por lo tanto, es primordial que las políticas públicas que buscan combatir la informalidad vayan enfocadas a las MyPE, principalmente las que se encuentran en el sector productivo, ya que tienen un mayor impacto en la economía por la creación de empleo y valor agregado en los productos.

Con la Ley 1462, de 9 de septiembre de 2022 y el DS 4795 de la misma fecha, que buscan la sustitución de importaciones, se extendieron los beneficios otorgados hace un año con la Ley 1391 al sector productivo, a través de la exención del IVA para la importación de capital con un valor límite de hasta $us 35.000, además del IVA tasa cero para su comercialización en el mercado interno. Asimismo, se otorgaron créditos productivos como el SIBolivia y programas de apoyo técnico productivo como Bolivia C-reactiva. Son medidas enfocadas principalmente a reactivar las actividades productivas y la generación de nuevas MyPE.

Aún queda pendiente la implementación de mayores políticas enfocadas en reducir o eliminar los problemas burocráticos y costos elevados a la hora de realizar un registro de una micro y pequeña empresa. Además de la generación de incentivos a las MyPE productivas para que puedan formalizarse y así generar las condiciones de asegurar una alta competencia en el mercado internacional y con mayor bienestar en la población.

Considerando que el crecimiento de una unidad productiva implica demandar mayor fuerza de trabajo para dar las condiciones a las nuevas empresas en su etapa de maduración, es importante evaluar el establecimiento de beneficios tributarios extra fiscales vinculados al cumplimiento del Registro Obligatorio de Empleadores (ROE), como parte de las políticas sociales que buscan el bienestar de la colectividad.

Jhonatan Tito es economista.

Temas Relacionados

Comparte y opina: