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Censo: ¿igualdad o equidad?

TRIBUNA

En estos días que se habla tanto con y sin sentido del Censo, se oye decir algo parecido a lo siguiente: “con el Censo se demostrará que somos más de lo que señalan las estadísticas y nos corresponderán mayores recursos”. Esta expresión parece ser lógica y hasta justa, pero en principio, apenas se conozcan los resultados, será el motivo de una de las siguientes batallas políticas. Precisamente, para evitar estas discusiones y toma de decisiones en medio de conflictos, este asunto debería ser motivo de exhaustivo análisis y de planteamientos coherentes a nuestra realidad.

La respuesta casi natural parece ser “a más población más recursos, a menos población menos recursos”. Pero, los hechos demuestran que no siempre la respuesta obvia es la mejor. Por supuesto que, por criterios de igualdad, esta respuesta parece ser la más conveniente, pero por criterios de equidad nos exige pensar en otros criterios y respuestas.

Vayamos por el criterio de equidad. ¿Las ciudades y especialmente los pueblos del área rural que muestran reducciones considerables en su población, a pesar de recibir una cantidad apreciable de recursos no supieron aprovechar esas ventajas? Seamos más concretos todavía, las poblaciones que son o fueron proveedores de alimentos o que por largo tiempo compartieron sus ingresos conseguidos con los recursos naturales explotados en su territorio y que ahora tienen una población menor con relación al anterior censo, ¿deben recibir menos ingresos del erario nacional? Las poblaciones, como las aledañas a la ciudad de El Alto, que ayudaron al crecimiento poblacional de esta ciudad a costa del abandono de su propia población, ¿deben recibir menos ingresos?

Es más, se arguye que el Censo permitirá la planificación del territorio boliviano, entonces antes de tomar únicamente el criterio relativo al número de población, tenemos que preguntarnos: ¿uno de nuestros objetivos es fomentar el crecimiento de poblaciones concentradas en millones y abandonar, casi sancionar la desaparición de otras poblaciones con reducido número de habitantes, pero ricas en cultura, situadas estratégicamente en el territorio desde el enfoque geopolítico o de una historia trascendental para el origen o destino del Estado Plurinacional? ¿Cuál será el modelo de desarrollo de nuestro Estado, proyectaremos un territorio concentrado en grandes ciudades a costa de perder nuestra cultura, nuestro derecho a alimentarnos de productos frescos y ecológicos, nuestro origen e identidad cultural, de negar otras concepciones de vida como el “vivir bien”?

Las preguntas podrían seguir. Así, el criterio de igualdad no parece ser el más justo para la repartición de recursos, al menos no es el único. Habrá que pensar en cuáles son nuestros objetivos estratégicos como país. Por ejemplo, queda claro que salud, educación y eliminación de la pobreza deben ser motivo de preocupación de los futuros años, conjuntamente a un desarrollo económico sostenible. Este puede ser un criterio que oriente la distribución de ingresos: “a cada quien se le debería entregar recursos en función de sus carencias y metas de compromiso de resolución de sus grandes problemas”.

Nos quedan grandes retos, es tiempo de discutirlos, analizarlos, estudiarlos y plantear propuestas bien fundamentadas y que respondan prioritariamente a criterios de equidad. El supuesto compromiso con el Estado Plurinacional, ¿solo es una máscara que encubre otras intenciones? El tiempo lo dirá…

Noel Aguirre Ledezma es educador popular y pedagogo. Fue ministro de Planificación del Desarrollo y viceministro de Educación Alternativa y Especial.