Desconfiguración mundial
En los textos todavía vigentes del comercio exterior figura que el libre comercio es la mejor opción para los países y que la globalización es la integración de todas las naciones al mercado global.
Atrás había quedado, en el olvido de los siglos, Alexander Hamilton (1789), padre de la política comercial y la industrialización en los EEUU, y Friedrich List (1841), padre del proteccionismo alemán y también, desde los años 70 del siglo XX, Prebisch y la CEPAL, padrastros de la industrialización basada en la sustitución de importaciones. Sin embargo, los economistas globalizados del norte y de sus sucursales en el Sur cuando el proteccionismo renació en el norte con Trump, con su guerra comercial, lo tomaron a broma, en cambio, recientemente con Biden con su Estrategia de Seguridad Nacional, han entrado en un silencio cómplice.
En su estrategia, Biden postula: “Nuestro objetivo es claro: queremos un orden internacional libre, abierto, próspero y seguro”, para lo cual se deberá: 1) invertir en las fuentes subyacentes y herramientas del poder y la influencia estadounidense; 2) construir la coalición de naciones más fuerte posible para dar forma al entorno estratégico global y para resolver desafíos; y 3) modernizar y fortalecer las fuerzas armadas.
De esta forma concluye: “Utilizaremos estas capacidades para superar a nuestros competidores estratégicos, galvanizaremos acciones colectivas sobre los desafíos mundiales y configuraremos las normas de conducta para la tecnología, la ciberseguridad, el comercio y la economía”.
La estrategia es clara: reconfigurar (reset) el orden económico mundial a su imagen y semejanza en función de su objetivo de la seguridad nacional.
Economistas muy críticos de la hiperglobalización en el pasado, como Dani Rodrik, se preocupan porque “la geopolítica está matando la economía mundial” y que la administración Biden está “apuntando a nada menos que evitar el ascenso de China como una potencia de alta tecnología”, “en lugar de acomodar las realidades de un mundo post-unipolar” y que China “encontrará formas de tomar represalias, aumentando las tensiones y aún más los temores mutuos”.
Pinelopi Koujianou, de Project Syndicate, demuestra que el argumento de seguridad nacional utilizado para justificar las nuevas restricciones simplemente no cuadra: “La tecnología desarrollada para uso comercial a menudo se usa con fines militares”. Entonces, “si la seguridad nacional es realmente la preocupación, Estados Unidos debería detener todo el comercio con países hostiles, no solo el comercio de productos tecnológicamente avanzados”.
El problema de fondo, que es la trampa de Tucídides, consistente en la inexorable tensión causada por el rápido cambio en el balance del poder entre dos potencias rivales, como son EEUU vs. China, se enmascara bajo un objetivo idealizado de democracia. Así, la estrategia de seguridad nacional plantea que: “La naturaleza de la competencia es entre democracias y autocracias”.
Según la Real Academia, autocracia se define como: Forma de gobierno en la cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley. El problema es quién certifica si es un gobierno autocrático. Freedon House, que hace un ranking de los 195 países, encuentra que la tendencia mundial en los últimos 15 años es un deterioro de la libertad global siendo que solo el 42% de los países son libres y representan un 20% de la población mundial. En cambio, un 30% de los países son parcialmente libres con 42% de la población y 28% países son no libres y representan el 38% de la población mundial.
La gran pregunta es cómo administrará EEUU su estrategia de seguridad nacional. Si lo hace en la misma forma completamente discrecional con que administra sus sanciones económicas el resultado será desastroso. Ahora, si lo hace mediante reglas va a tener que incluir en los regímenes autoritarios a sus grandes socios petroleros como Omán, Qatar, Arabia Saudita y Emiratos Árabes que, según Freedon House, están entre los países menos libres y democráticos del mundo.
En suma, no solo está la amenaza de desglobalización, sino de una nueva configuración de manos de los EEUU que fijará “las normas de conducta para la tecnología, la ciberseguridad, el comercio y la economía”. ¿Habrá que esperar sentados?
Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista.