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Stéphanie, Manuela, Camila

La A amante

Stéphanie Frappart fue la primera mujer árbitra (y no árbitro, con o) en un Mundial. Solo por este hecho que marca en la historia del fútbol y en la historia a secas, me instalé frente a la tele 15 minutos antes del pitazo de Stéphanie. No le iba ni a Alemania ni a Costa Rica en ese 1 de diciembre a las 14h45; le iba a las mujeres que alcanzan sus sueños y rompen el celofán del arco para que miles las sigan. No les dije nada a las amigas feministas porque es posible que muchas piensen que el fútbol es el universo macho que no tiene por qué estar en el campo de consideraciones de las luchas de las mujeres. Y de repente, con lo anterior solo confirmo prejuicios. El caso es que las mujeres ya votan; las mujeres ya pueden ir a la escuela; las mujeres ya pueden soñar y hacer estudios universitarios; las mujeres ya se ganaron puestos en la dirección de empresas, de organismos internacionales, ya son presidentas de países, ya son ministras, ya son directoras de cine, ya son directoras de orquestas, ya hacen volar aviones y desde el pasado jueves, ya imparten justicia en los mundiales de fútbol. Sin permiso de nadie, a punta de querer, luchar y lograr. La emoción que esas páginas de Extra y después LA RAZÓN despertaron con la noticia de Frappart se parece mucho a la que hizo sentir mi ahijada Manuela Paz con sus primeras atajadas en el arco y con su amor por el fútbol. Vamos, que se puede.

Así, por el debut de Stéphanie, quedó a un lado ese espectacular encuentro España y Japón. Esta francesa de 38 años ya dirigió la final de la Supercopa de Europa 2019 y fue parte de la Champions League. No llegó a este impredecible Alemania-Costa Rica sola. Llegó, para satisfacción de todas las mujeres que miramos este partido, acompañada por Karen Díaz y la árbitra asistente Neuza Back. Emocionante. Prometedor. Vamos, que se puede.

Disculparán las y los lectores futboleros, pero esta A amante recién esta semana tomó conciencia del papel fundamental del arbitraje. Tenía razón aquel árbitro entrevistado en la transmisión de Marcas cuando lamentaba que el álbum de fútbol no haya contemplado a los árbitros. Tienen un papel definitivo y su función requiere la fuerza de un elefante y la delicadeza de un colibrí. Estar omnipresente y al mismo tiempo hacerse imperceptible para el inesperado giro del juego en la cancha. Y cómo hay que correr. A la par de todos los jugadores. Esa tarde de jueves, ahí estaba la Frappart, más bien pequeña, más bien menuda, corriendo sin hacerse sentir en medio de veintidós hombres, luchando desenfrenadamente, hambrientos de un gol, con sus países sobre las espaldas. Por fuera de la cancha, corría también la mexicana Karen Díaz, más que firme señalando las fronteras y la brasileña Neuza Back, despejando dudas en los instantes más tensos. Las tres chicas impartiendo justicia en el mundo que erróneamente se creyó para hombres. Todavía escucho a mi papá, una tarde familiar, hace algunos años: “¡Cómo vas a tener una mujer columnista en Marcas! ¡Qué saben de fútbol las mujeres!” Saltó como resorte la respuesta y la defensa de la columnista Camila Urioste. Su mirada femenina, su pluma siempre perceptiva me acercó al fútbol y hoy me pregunto por qué cuernos no la volvimos a invitar. ¿Camila? ¿Estás por ahí? Sería un honor volver a leerte en esta casa de papel. Vamos, que se puede.

Volvamos al Alemania-Costa Rica. Por unos minutos, los del 2-1, Costa Rica fue inmensamente Rica y el latir latinoamericano fue un corazón concentrado en esa cancha de césped, como si la historia pudiera ajustar tantas cuentas pendientes en un partido de 90 minutos, como si un gol nos aliviara de siglos de heridas. Alemania vivía una pesadilla y salían chispas de cualquier contacto físico entre los jugadores. Ahí vimos a Stéphanie, con autoridad, sin aspavientos, poniendo orden cuando la cosa desbordaba. Cuando se anuló un gol alemán y luego hubo que desdecirse, la Frappart no mostró ni un pelo de debilidad. Cero quejas del arbitraje. Vamos, que se puede.

Qué tarde. España, tan futbolera, tan Real Madrid, tan Barça, tan tan, perdía frente a un Japón esmerado, esforzado, ordenado y talentoso. Del otro lado, Costa Rica puso contra las cuerdas a los alemanes, nos emocionó hasta que la fuerza alemana salió como sea para irse con un triunfo a casa. De infarto, todo. Infantino, con impecable traje y más impecables zapatillas blancas, miraba el primer tiempo en un estadio y el segundo tiempo, en el otro. Infantino, miraba con cara de póker. En esas mismas horas, muchas mujeres vivimos esa tarde inédita con la más orgullosa de las alegrías, con la más grande de las sonrisas. Las alegrías tienen nombres de mujeres. Stéphanie, Manuela, Camila… Vamos, carajo.

Claudia Benavente es doctora en ciencias sociales y stronguista.