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Alicia Terán: una vida dedicada a enseñar

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Un día como hoy, 11 de diciembre, hace de esto 102 años, nació en Oruro Alicia Terán Quintanilla, una maestra alfabetizadora de vocación y gran impulsora de la recuperación de los idiomas originarios, particularmente, el quechua.

En efecto, todavía adolescente, a veces burlando la rígida vigilancia paterna y a la luz de una vela, alfabetizaba a pobladores quechua-aymaras de la región de Kaywasi. Lo hacía, claro está, en castellano, pues eran tiempos en los que la escritura en las lenguas originarias había avanzado muy poco.

Ella solía relatar una experiencia que vivió de cerca y posiblemente la marcó de por vida. Un docente intolerante pide a niño quechua repetir en voz alta la frase:

— Este vellón tiene polillas.

Y la invariable respuesta era:

— Isti billún tini pulillas.

Después de varios intentos infructuosos el improvisado preceptor estalla en una expresión de ignorancia y racismo, muy típica de la época:

— ¡Este indio bruto nunca aprenderá a hablar en castellano!

Tal vez por causa de vivencias de este tipo, Alicia Terán abrazó desde muy joven tanto las banderas de la alfabetización como las de la recuperación de los idiomas nativos. Los dos carriles por los que transcurrió su trabajo creador de más de 60 años

Antes de haber cumplido 24, publicó su primer libro, Nuevo método de lectura para las escuelas rurales de Bolivia (1944), autorizado como texto oficial de puño y letra del presidente Gualberto Villarroel. El tiraje de 12.000 ejemplares, en gran parte adquirido por el Ministerio de Educación y las Escuelas de Cristo de Potosí, dio lugar a una casi inmediata segunda edición por parte de editorial Gisbert.

Radicada ya en La Paz, Alicia Terán se volcó al trabajo de alfabetización, especialmente con jóvenes aymaras, empleadas “domésticas” y obreros de la construcción, sosteniendo a veces duras batallas con empleadoras y empleadores que se negaban a dar el permiso correspondiente a su personal. Este trabajo la vinculó con el movimiento de los inquilinos al que se unió estrechamente en las campañas contra el desalojo forzado de familias, labores que contaban con respaldo de la entonces poderosa COB y su líder máximo Juan Lechín.

En paralelo, inició sus trabajos de enseñanza del quechua, primero en escuelas de enfermería y luego en el Departamento de Lingüística de la UMSA al que ingresó previo examen de competencia y concurso de méritos, pero sin ningún cartón académico, dada su condición esencialmente autodidacta.

Una vez jubilada del magisterio y en compañía de su amado esposo Israel Dick (cuyo apellido siguió usando hasta el final de sus días, no obstante haber enviudado), Alicia Terán de Dick se estableció en Cochabamba, donde volcó sus energías hacia el desarrollo del quechua. Con un grupo selecto de personalidades, agrupadas en el Qollasuyuj Siminkuna (Lenguas del Kollasuyo) en el que destacaba Ángel Herbas Sandóval, impulsó una serie de actividades que llaman la atención por su seriedad, regularidad y sentido creativo. Foros, talleres y seminarios, boletines impresos, programas radiales semanales, asistencia a eventos internacionales en Cuzco, Arequipa y Lima, con ponencias escritas en quechua.

Tales iniciativas derivaron en la exitosa fundación de la Academia Regional de la Lengua Quechua Cochabamba, en 1986, entidad que se mantiene enhiesta bajo el comando de los quichuistas y/o quechuólogos de las nuevas generaciones.

La huella de Alicia Terán está también en los varios libros que dejó impresos: Nuestro mar, texto escolar; Tarpuy, el quechua al alcance de todos; Muju, quechua básico; Ayrampu, poesía; Ankalli, recopilación de ensayos, narraciones, poesía y traducciones y, por último, Pensamiento-memoria-recuerdo, libro producido a edad avanzada y cuando había perdido casi totalmente la vista.

Recibió en vida el nombramiento honorífico de “Qoya” en un evento realizado en el Cuzco en 1997. Por su parte, el II Congreso Mundial de la Lengua Quechua efectuado en Cochabamba en 2002, llevó su nombre: “Alicia Terán de Dick”.

Homenajes bien merecidos, ¿verdad?

Carlos Soria Galvarro es periodista.