Tomar las calles
Tenemos tres muestras recientes de los mecanismos que la derecha y el fascismo internacional tienen preparados, esta vez en diferentes países, como reacción a la acumulación política de los pueblos que se organizan y luchan por su liberación.
En Bolivia, el grupito de fascistas parapetados en la ciudad de Santa Cruz logra legalizar sus métodos fascistas al ganar elecciones para la Gobernación. A partir de ese momento, ellos y ellas acumularon fuerza política en la práctica, de la impunidad y la imposición de la minoría de sus votos sobre la gran mayoría de bolivianas y bolivianos. Camacho logró en 2020, 852.942 votos frente a 586.591 respaldos del MAS en Santa Cruz. Si, además, comparamos este número con los 7,3 millones de habilitados para votar ese mismo año y suponiendo que todavía Camacho, a la fecha, en 2022 cuenta con ese apoyo, estamos hablando de una minoría que quiere imponer caprichosamente sus dictámenes y opiniones, con golpes, palazos, pateadura, cercenamiento de la cabeza, violación a mujeres, quieren robo de mercadería, incendios.
Quieren escarmentar, amedrentar, golpear y matar a quien no esté de acuerdo o se oponga a su punto de vista y para eso, además de manipular a la Policía y las FFAA de Santa Cruz, construyen y financian una ejercito paralelo paramilitar armado. Eso es dictadura y fascismo, métodos de quien perdió argumentos y no sabe defender de ninguna manera lo que piensa o cree.
¿La pregunta es por qué no se les hizo proceso por el golpe de 2019? ¿Por qué se les permitió candidatear no solo a estos fascistas, sino también al corrupto facho del Manfred en Cochabamba? Ese método de hacerse los “buenitos y conciliadores” siempre trajo muertes para el pueblo. La justicia es un derecho, no un favor.
En ese mismo plano de la reflexión están los gobiernos de Argentina y Perú que, desde mi opinión, creyeron que podían conciliar y negociar con la derecha y así parar su angurria. Se equivocaron. En Argentina, el peronismo, como todo gran partido, tiene internas que pugnan desde la derecha hasta la izquierda, toda una gama de posiciones, pero en medio de las internas —que a veces son intestinas— lo que se aconseja es guardar lo simbólico del Gobierno junto con la gobernabilidad, donde lo más importante es lo simbólico, pues eso permite la recuperación de la gobernabilidad en cualquier momento.
El machismo oligarca y colonial racista pudo más en Argentina y en Perú. Las mujeres son sacrificables y la compañera Cristina está sufriendo la muerte civil que quieren darle, de eso son responsables las y los conciliadores; no olvidemos la frase del actual presidente: “Los argentinos venimos de los barcos”, que no era una bromita. El criollaje racista, que también es de izquierda, considera “nada” a los pueblos indígenas originarios, son los mismos que en Argentina y Perú son traidores a los mandatos y confianza del pueblo.
Tanto en Argentina como en Perú son hombres y mujeres de los pueblos los que definirán su futuro organizándose y tomando las calles, de eso se trata.
Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.