Icono del sitio La Razón

Élite limeña, un Estado dentro del Perú

TRIBUNA

Hasta la noche de domingo cientos y miles de peruanos marchaban en contra del Congreso que tiene una desaprobación del 86%. Las movilizaciones se producen en Piura y Cajamarca (al norte), Huancavelica y Ayacucho (sierra norte y centro), Arequipa, Trujillo, Puno, Moquegua (al sur) y en Lima.

La gente pide el cierre del Congreso, acusado de haber bloqueado sistemáticamente al gobierno de Pedro Castillo, y convocar a elecciones inmediatas y “que se vayan todos”.

Aquí hay un fenómeno que no ha sido descubierto por los cientistas políticos o sociólogos en Perú. Esto es el Estado de Lima. Este Estado hizo un Perú imposible. Hay pobreza extrema en las áreas rurales y periurbanas, la corrupción es de élite de cuello blanco, el sistema político tiene un descrédito alto y para no ser poco hay un desgobierno al borde de una guerra civil.

Lima entonces no es el Perú “de todas las sangres”. Sino en sí mismo un Estado dentro del Estado del Perú. Tal vez con cierta exageración se puede decir que es el virreinato del siglo XVII y con certeza una plutocracia del siglo XXI.

Se observa que allí se expone el Estado de los nietos de Pizarro y Almagro. Una élite criolla o blanca que se siente y es dueña de empresas y del Estado “republicano”. En otros términos, de la vida privada y pública de su gente.

Se puede afirmar además con cierta certeza basados en los hechos ocurridos hasta el momento que el Estado peruano es un Estado fallido al no representar a todas las regiones de este país sudamericano, ni pueblos, menos a los aymaraquechuas. Por esto se observa que el poder es del Estado de Lima.

Dentro de ese contexto, varios analistas prevén que Dina Boluarte no terminará de lo que quedaba al gobierno de Castillo, es decir en 2026. Porque allí no cabe una democracia, aunque de diferentes tonos. Solo es posible el gobierno de la oligarquía plutocrática. Una oligarquía apoyada en los apellidos de abolengo norteamericano, español, japonés y los Pizarros y Almagros. Cosa muy curiosa. En esa relación, Perú es un ejemplo de un país neocolonial y racista. Los indios o campesinos en los hechos casi son siervos de ese Estado. Son las parias de este país. Su vida es servidumbre moderna y colonial. Trabajan para los señores sin chistar. Y si lo hacen son calificados de ronderos (rondas campesinas del Norte) o terrucos (terroristas de Sendero).

Así la servidumbre no solo es en la vida privada, sino pública. O mejor, bajo el Estado “republicano”. Esa servidumbre está dada bajo la memoria de la hacienda, aunque con un discurso de la modernidad liberal. Es mejor decir con palabras claras: es el Estado de los Vargas Llosa. El país de los escribidores de la soberbia, abuso limeño y de la tiranía neocolonial.

Es la razón de por qué la élite limeña no ve como intelectuales a los intelectuales de las regiones del Norte, Centro y Sur del Perú. Los estudios o análisis que éstos hacen no tienen un carácter “científico”, sino relatos o cuentos, hasta algo de un diagnóstico de sus situaciones. No son pensados como pensadores, menos como científicos sociales y de otras áreas. Esto se aplica sin importar si este es de la misma derecha o izquierda o etnonacionalistas. Las letras tienen color de la colonia de ese Estado de Lima. O, el país colonial del siglo XXI y XVI.

Pablo Mamani Ramírez es sociólogo.