Icono del sitio La Razón

La crisis de las criptomonedas

más allá de la coyuntura

El Índice Nasdaq, que mide el comportamiento de las acciones de las 100 más importantes empresas tecnológicas, se desplomó en un 36% desde un nivel superior a los 16.000 en enero de principios de este año hasta un poco más de 10.000 en octubre y, actualmente, en diciembre está tratando de llegar a los 11.000. Fue el sector que más se benefició con la crisis del COVID-19, llegando casi a triplicar su nivel, por lo que llama la atención la declinación asociada no solo a las empresas tecnológicas registradas en la Bolsa del Nasdaq, sino con la quiebra de FTX, que es una plataforma centralizada de criptomonedas.

Es así que, en medio del contexto del descenso del Nasdaq, se han entrecruzado las perturbaciones en las transacciones financieras de las criptomonedas, las cuales antes se hacían en la cadena de bloques de la tecnología Bitcoin o de los denominados “buscadores de minas”, que eran intensivas en el uso de energía. En cambio, actualmente, la mayoría de las transacciones con bitcoins se hacen “fuera de cadena”, es decir en plataformas de intercambio centralizadas que actúan como intermediarios financieros, que son mucho más convenientes, están al alcance de usuarios sin grandes conocimientos técnicos y no consumen tanta energía. FTX era uno de los lugares de negociación favoritos de los inversionistas institucionales y el efectivo de varios fondos de cobertura que transaba, según BBC News, 10.000 millones de criptomonedas cada día y que ha dejado más de un millón de usuarios FTX bloqueados sin acceso a los fondos de sus billeteras digitales.

El problema es que el mercado de las criptomonedas había tenido un auge después de la crisis del COVID y llegó a alcanzar una cotización de más de $us 50.000 por un Bitcoin a fines de 2021, para luego empezar su caída después de marzo de 2022, con el aumento de las tasas de interés del Fed, para arribar a los niveles actuales en torno a los $us 17.000, reflejando una caída del 66% de su valor.

Es en este contexto que aparece, según Kennetd Rogoff, “El espectacular derrumbe de FTX, el criptoimperio de 32.000 millones de dólares del ‘niño prodigio’ Sam Bankman Fried, encaminado a convertirse en una de las grandes debacles financieras de la historia”. Así, según Xavier Vives, John Ray III, el actual administrador que supervisa la quiebra de FTX, el especialista en reestructuraciones financieras como lo hizo en la liquidación de Enron, declaró que “no hay precedentes de una carencia así de controles corporativos y una ausencia de este nivel de información financiera fiable”. Lo que preocupa es que empresas que manejan miles de millones de dólares estén exentas de los requisitos de contabilidad usuales y eviten impuestos bajo el anonimato de las transacciones.

El colapso de FTX no significa que la crisis sea solo en las criptomonedas, puesto que, según Jonathan Levy, después del rebranding debido a los Facebook papers “los mercados rebanaron 89.000 millones de dólares de la capitalización de mercado de Meta, cuando Mark Zuckerberg, su director ejecutivo, anunció que recortaría el 13% de la mano de obra de la empresa (11.000 personas)”. Luego está el show de Elon Musk para adquirir Twitter, que estaba en problemas de posible quiebra, por $us 44.000 millones, amenazando con recortes de trabajadores y prolongación de la jornada de trabajo y haciendo temer por el futuro de esa plataforma. Así, “la debacle de FTX y la agitación que envuelve a Twitter y Meta nuevamente pusieron de relieve los costos de adorar ciegamente a las empresas y la riqueza”, como sentencia Jonathan Levy.

Y así el dilema: mercado o Estado, en tiempos de crisis no vale, puesto que el Estado siempre socializa las pérdidas y, por tanto, se habla de regular las criptomonedas y que el Estado actúe como prestamista en última instancia, para velar por los ahorros de los “ciudadanos”, pero en la práctica sería para rescatar a los intermediarios financieros de criptomonedas, como se evidenció con la crisis financiera de 2008, cuando el Estado no rescató a los grandes fondos de inversiones. Pareciera que las lecciones de la historia no se aprenden, sino que se repiten. Adicionalmente, habría que ser muy cuidadosos con las tecnológicas en tiempos del declive del Nasdaq.

Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista.