El 5 de enero de este año, el diario LA RAZÓN de Bolivia publicó un artículo titulado Netanyahu y su nuevo gobierno más extremista, de Mahmoud Elalwani, embajador del Estado de Palestina en Bolivia. El cinismo de Elalwani asombra, justo en esos días, su jefe, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, inició el año 19 de su gobierno elegido por solo cuatro años, no hubo más elecciones. Elalwani señala la paja en el ojo ajeno, pero tapa la viga en el propio.

Los grupos palestinos imponen narrativas ficticias, tal como Goebbels, el ministro de propaganda de Hitler, aquel de “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Pese a la coerción palestina, no se trata de territorios palestinos ocupados, la figura legal es de territorios en reclamación, pues Israel los ganó a Jordania en 1967, en la Guerra de los Seis Días; pero décadas antes, Jordania los ocupó en la Guerra de Independencia en 1948. Esos territorios nunca pertenecieron a un Estado palestino que no existió ni existe.

El embajador palestino se refiere a legisladores israelíes con cargos penales, cuando el Gobierno que representa es uno de los más corruptos; recibe miles de millones de dólares en donaciones que no llegan a la población palestina, pero van a engrosar cuentas de sus jerarcas. Peor aún, pagan sueldos a terroristas y sus familias; es decir, los criminales palestinos reciben salarios por matar a israelíes y entre más grande es el ataque terrorista y más víctimas genere, más dinero. También critica a la Knesset (Parlamento israelí); pero, hace años, en la Autoridad Palestina eligieron un Parlamento que nunca funcionó.

Elalwani llama a Israel “régimen de apartheid” y eso es parte de la narrativa que los palestinos imponen y que en Cisjordania (en realidad Judea de donde provienen los judíos y Samaria), tras un historial de negativas de los dirigentes árabes y palestinos, gracias a Israel tienen una entidad nacional: la Autoridad Palestina, allí rige la ley palestina y se autogobiernan con un régimen de facto con una dura política de apartheid que discrimina a los judíos, cuya presencia está prohibida, a los cristianos a quienes hostilizan al punto de estar en declive y a los palestinos que no apoyan el mando de Abbas; hay periodistas que han muerto en cárceles bajo Fatah.

Pregunto a qué se refiere con Palestina ocupada, pues los escudos de los movimientos palestinos, incluyendo el de Fatah tienen la imagen del mapa completo de Israel, es decir, la pretensión es la eliminación de Israel y sobre sus ruinas construir un Estado; ello se confirma con el lema: “Desde el río hasta el mar”, lo cual significa eso mismo, la destrucción de Israel.

Elalwani habla de genocidio, por lo que debería informar sobre cifras; la realidad muestra que, demográficamente, la población palestina en Cisjordania ha crecido de modo exponencial y la expectativa de vida ha aumentado, lo cual sería imposible si fueran ciertas las fantasías con que la industria de propaganda palestina, Pallywood, nutre sus campañas antisemitas.

El diplomático palestino dice que no hay un solo israelí para negociar la paz. En 1947 rechazaron los dictados de la ONU, es decir la creación de un “Estado judío y otro árabe”, por cierto, el texto dice “árabe” y ya los británicos habían creado Transjordania (luego Jordania). Más tarde, la Resolución de Jartum al concluir la cumbre de la Liga Árabe, de 1967, expuso: “No a la paz con Israel, no al reconocimiento de Israel, no a las negociaciones con Israel”. Y, pese a firmar los Acuerdos de Oslo, Arafat, en 1994, en Johannesburgo, afirmó que la paz con Israel era solo una treta para alcanzar las metas de la Jihad. Una cosa es lo que dicen en inglés y otra distinta es lo que proclaman en árabe.

Los textos escolares y los programas infantiles de la Tv palestina siembran el odio a Israel y a los judíos, promueven el martirio y la Jihad como loables. Se trata de una cultura de muerte peligrosa para los judíos e israelíes, para los propios palestinos y para el mundo entero, pues están forjando un ejército de terroristas.

El conflicto ya fue resuelto, pero la dirigencia palestina no lo acepta. En 2000, en Camp David, Ehud Barak le ofreció a Arafat el 96% de lo que pedían y compensaciones territoriales por el otro 4%; Arafat lo desechó y desató la segunda intifada. En 2008, Ehud Olmert negoció con Abbas, incluso mejoró la oferta, pero Abbas la rechazó.

Rebeca Cardozo es del monitoreo de medios de Hatzad Hasheni.