Un funcionario involucrado en la aplicación del estricto código de vestimenta islámico para mujeres de Irán confirmó que la fuerza policial de moralidad del país había sido desintegrada, tras las protestas ocasionadas por la muerte de una mujer detenida por la unidad.

Sin embargo, los funcionarios han dejado en claro que las leyes que exigen que las mujeres se cubran el cabello en público con un velo en la cabeza o hiyab y vistan ropa larga y holgada, siguen vigentes.

El alto funcionario, Ali Khan Mohammadi, portavoz del comité que supervisa la aplicación de los valores morales, dijo que la policía de la moralidad había sido abolida. La fuerza, que oficialmente se llamaba Patrulla de Orientación, fue uno de los detonantes de las protestas que comenzaron a mediados de septiembre del año pasado, tras la muerte de Mahsa Amini, de 22 años, quien al momento de su fallecimiento estaba en custodia de la policía de la moralidad, que la había arrestado por violaciones del código de vestimenta. Las protestas se transformaron con rapidez en manifestaciones que abarcaban una variedad amplia de descontentos por el sistema de gobierno teocrático autoritario que ha estado vigente durante los últimos 43 años.

En los primeros años de la Revolución islámica de 1979, que llevó al poder a los líderes teocráticos, el gobierno fundó una rama especial de su fuerza policial con la tarea de regular la vestimenta de las mujeres y el comportamiento sexual. A lo largo de los años, esta unidad operó bajo diversas ramas de las fuerzas armadas y, en 2006, pasó a llamarse policía de la moralidad. Durante la última década, la policía de la moralidad y la ley del hiyab se han convertido en símbolos sofocantes del control de la República Islámica sobre la vida de las mujeres. Se han apostado agentes de moralidad en ciudades de todo el país, donde patrullan las calles en camionetas blancas y verdes.

Desde su introducción, las mujeres iraníes han desafiado la ley del hiyab, vistiendo abrigos a la moda y pañuelos de un modo en el que dejaban parte de su pelo al descubierto. La resistencia de las mujeres para mantener autonomía sobre su pelo y su cuerpo convirtió a la ley y a la policía de la moralidad en un punto contencioso constante.

Tras la elección en 2013 de Hasán Rouhani como presidente, la observancia de los códigos de moralidad se relajó levemente. Pero con la elección en junio pasado del presidente actual, Ebrahim Raisi, un líder de mano dura, la policía de la moralidad volvió a surgir como un elemento constante en las plazas y los centros comerciales, trasladando en camionetas a las comisarías a las mujeres que se consideraba iban “mal cubiertas”. A las supuestas infractoras se les obligaba a firmar declaraciones en las que se comprometían a no violar el código de vestimenta y debían acudir a un curso de reeducación.

Tras la muerte de Amini en septiembre, el Gobierno de Estados Unidos impuso nuevas sanciones a la policía de la moralidad iraní por presuntamente abusar de las mujeres y los manifestantes.

Eliminar la policía de la moralidad habría sido efectivo de haber sucedido inmediatamente después de la muerte de Amini. Pero en ese momento solo era un intento desesperado de quitarle valor a las exigencias más profundas de los manifestantes que piden poner fin al gobierno teocrático autoritario.

Cora Engelbrecht y Famaz Fassihi son columnistas de The New York Times.