Para que renuncie Dina y su Estado genocida
El Perú profundo de indios, campesinos, cholos, negros y de sectores populares está movilizado y en plena lucha anticolonial. El genocidio de más de 50 peruanos desde diciembre de 2022 hasta el presente ha hecho el despertar del pueblo que había soportado sin grandes reacciones a las políticas neoliberales y entreguistas de los distintos gobiernos.
Gracias a algunas redes sociales, uno puede enterarse y hacer el seguimiento de las noticias que no se amplifican por los medios de comunicación conservadores. Por ejemplo, el cura de Puno, Luis Humberto Béjar, fue echado de su cargo por la Conferencia Episcopal del Perú, a la cabeza de Salvador Piñeiro. Aunque se diga “se retiró la licencia” porque Béjar dijo que renuncie Dina Boluarte. En Bolivia, el ala derechista de la Iglesia católica (extensible a muchas iglesias evangélicas), apoya para levantar firmas a favor del golpista gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho. Qué paradoja, pues tenemos al papa Francisco, muy solidario con las causas de los de abajo, pero sus súbditos sacerdotes y feligreses, sobre todo, las élites, son extremadamente reaccionarios.
En estos últimos días hay un rito generalizado, sobre todo, en la región andina del Perú, de “despedidas a los ciudadanos” que se llama la “marcha de los cuatro suyus” (es decir, de las cuatro grandes regiones del gran Tawantinsuyo) hacia la capital para la “toma de Lima”. Aunque en el camino, como otrora, son interceptados por los policías y militares, justificando de que existe toque de queda y, por lo tanto, no pueden pasar los “terrucos”, como son estigmatizados los ciudadanos que están en contra de Boluarte. Es otra excusa más para que el pueblo profundo no ingrese a la ciudad capital Lima. Esta es una experiencia concreta de para qué se han construido las ciudades en nuestro continente del Abya Yala.
La fundación de las ciudades en la colonia fue hecha como un fortín para unos cuantos españoles, mestizos y criollos desclasados. Para que no ingresen y menos la habiten los indios, los cholos, los campesinos y los negros. En el Perú, frente a esta política nacionalista grotesca, la wiphala, como un símbolo de los pueblos que luchan hoy contra el colonialismo, logró atravesar las fronteras, reafirmada primero en Bolivia y hoy es símbolo de emancipación también de los aymaras, quechuas y otros pueblos del Perú. ¿Será que van a prohibir su uso porque es símbolo de los aymaras, quechuas y otros pueblos de Bolivia?
En medio del llanto y la desesperación de las muertes, en gran número de jóvenes y adolescentes, hay ritos de despedida. En camiones y buses, en varios casos con rituales a la Pachamama, se augura los buenos deseos y que su lucha sea escuchada en Lima. Ver esas imágenes es recordar las travesías de los mitayos que otrora viajaban al Cerro Rico de Potosí, para trabajar en la mina y no sabían si iban a retornar a sus lugares de origen. Algo parecido sucede hoy en el sur del Perú, a pesar del tiempo transcurrido.
Pero no solo es tristeza, hay mucha música de resistencia, como medio de expresión no solo de la alegría, sino también del dolor. Las 45 bandas de Puno (además de los sikuris) se agruparon y compusieron una especie de marcha profunda titulada Dina asesina. Una parte de la letra dice: “Esta democracia ya no es democracia/ Dina asesina, el pueblo te repudia/Cuántos muertos tienes para que renuncies/ Sueldos millonarios para los golpistas/ Balas y misiles para nuestro pueblo…”. Al son de esta música y a viva voz cantada la letra, se realizan las grandes movilizaciones, incluida la travesía de los casi 1.100 km y en 15 horas de viaje desde las provincias del sur hasta Lima.
¿Que se avecina en Lima? Posiblemente, una gran ch’axwa o pelea de gran magnitud para el inicio de un gran Pachakuti, que sería más profundo que una revolución. El pueblo movilizado, organizado y con ideas claras ya no teme a nada ni a nadie. Por eso se escucha frases como: “De una vez nos sacudiremos”, haciendo alusión al gobierno sanguinario presidido por Boluarte.
Frente a esta llegada masiva, algunos medios de comunicación controlados por grandes empresarios siguen con la consigna de que los “terrucos” están llegando para destruir la capital. Otro ejemplo, una presentadora de televisión pregunta al periodista de la calle: “¿Estás seguro en la plaza Manco Capac?” , desde donde transmitía y donde llegaban los ciudadanos del interior. El periodista responde “por ahora estoy bien…”
Janiw akch’as walikiti. Jach’a Pirwa markachirinakaruw q’al jiwañan munapxi. Aymara, qhichwa jilata, kullakanakasaruxa wali jisk’achapxi una jaqi jiwayiri warmi Dina Boluarte sutini. Ch’amañchañasawa jilata kullanakasaru. ¡Jallalla ch’axwawi pirwa markana!
Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo.