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El Estado Plurinacional, camino y desafíos

TRIBUNA

La historia de Bolivia, desde su creación a la fecha, se traduce en un constante proceso de búsqueda de su identidad a través del entendimiento de todos los estamentos que componen su sociedad. Con la llegada del 22 de enero y la conmemoración del Día del Estado Plurinacional, resulta propicio dar vuelta la mirada para ver el camino recorrido, hacer el inventario respectivo, y asumir los retos de cara al futuro.

Bolivia, a lo largo de sus casi dos siglos de vida, ha mostrado distintas facetas en la búsqueda de su identidad; en este orden, una mirada al siglo XIX muestra la marca de la minería de la plata que propuso un Estado que procuraba distancia de la colonia; pero, en paralelo permitió la generación de una élite que se apropió de la explotación del recurso argentífero y su consecuente intervención en las decisiones del Gobierno, con la toma directa del poder. Llegando a su fin, ese siglo presenció el ocaso de esta élite y el surgimiento de otra, acomodada alrededor de un nuevo recurso natural, el estaño.

El siglo XX, en sus primeros años, dio lugar a la emergencia de nuevas élites conglomeradas alrededor de la apropiación de los recursos naturales como la goma, el estaño y la tierra. Construyendo así una sociedad segregadora que pretendía desconocer de manera sistemática el componente indígena de nuestro país, queriendo sumirlo en una condición de esclavitud, separando a analfabetos, indígenas, mujeres y al oriente boliviano de los procesos eleccionarios, todo esto en procura de reafirmarse en el poder.

La segunda parte de este siglo trajo consigo el cuestionamiento del sistema impuesto por aquella élite y el estallido de la primera revolución nacional, que se propuso una Bolivia que reconozca a todos esos componentes de su sociedad que habían sido soslayados y para integrarlos a la modernidad pretendida; sin embargo, esa integración también tuvo su sesgo a tiempo de reconocer al mundo indígena con todos sus componentes. Por otro lado, se nacionalizaron los recursos naturales y se fundaron las bases de un aparato productivo estatal, que luego fue desmantelado a merced de apetitos externos.

Este siglo continuó bajo la égida de la mano militar, que quiso borrar, por la fuerza, cualquier intento de pensamiento igualitario o social, con el consiguiente favorecimiento del interés privado. Ese abuso dio lugar a una profunda crisis que marcó la última parte de esa etapa, donde el pueblo boliviano no tuvo la oportunidad de restañar las heridas producidas en ese largo periodo por la embestida de medidas que castigaron a quienes menos posibilidades de resistirlas tenían, y les impusieron privatizaciones y “capitalizaciones” que entregaron de manera, cuando menos cuestionable, las empresas que constituían el aparato productivo boliviano junto a la explotación de los recursos naturales.

Los últimos años del siglo pasado tuvieron como común denominador el silenciamiento violento de cualquier protesta en contra de las decisiones de los gobiernos procreados dentro de una frágil democracia pactada, que llevaron adelante la misión de cumplir los mandatos emanados de organismos internacionales que sacrificaban al Estado en aras de favorecer el ingreso de empresas trasnacionales y entregarles no solo las empresas, sino los recursos naturales del país.

Todo esto dio lugar a que en el siglo XXI se produzca la explosión de protestas, cada vez más grandes y militantes, que reclamaban el actuar y la conducta de gobernantes que habían decidido repartirse por turno el poder. Estas protestas sobrepasaron la lógica de represión imperante en los años 90 y dejaron en claro que la forma en la que se había administrado Bolivia no podía seguir más, dando lugar, junto a otras democracias de América, a cambios estructurales para repensar un nuevo país que refleje su identidad.

La Bolivia Plurinacional surge como producto de esa lucha, del agotamiento de un modelo que había desconocido al ser humano y la comunidad de la que forma parte, como el componente más importante del Estado y en cuya función deben hacerse los esfuerzos. Esta Bolivia también ha recuperado sus recursos naturales y plantea una distribución más equitativa de ellos, en función a un nuevo ideal de igualdad que se va construyendo con ese horizonte. A la vuelta del camino todavía tiene un largo recorrido donde la moralización de la Justicia y el ajuste de los mecanismos que supriman la corrupción todavía representan nuevos retos; pero, de cualquier manera, el camino recorrido muestra que se ha avanzado hacia los ideales trazados, empero, el camino todavía es largo.

Rafael Villarroel es economista.