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Atrincheramientos discursivos

KAMCHATKA

Algunas lecturas en torno a la puesta en escena y discurso presidencial de inicio de esta semana, en ocasión de la celebración del Estado Plurinacional, encontraban una coincidencia en torno a la idea de que las autoridades que tomaron la palabra en esta fecha, incluido, por supuesto, el Presidente del Estado Plurinacional, lo hicieron con un discurso preparado para referirse preferencialmente a las y los convencidos de la existencia, vigencia y futuro del Estado Plurinacional; un discurso, pues, para militantes del mismo. En este marco fue llamativa la reacción del gobernador Luis Fernando Camacho emitida por las redes sociales, a través de la que advertía sobre la agonía del mismo y lo contraponía a la emergencia de un nuevo modelo de Estado. Federal, en este caso. Dejando con claridad establecidas las trincheras discursivas y simbólicas en torno a la idea de Estado que se pusieron a consideración de la opinión pública durante esta semana.

Por el otro lado, en el marco del denominado “cabildo nacional” que se realizó a media semana, se pudo evidenciar la puesta sobre la mesa de los insumos discursivos y simbólicos, además de la hoja de ruta que se propuso desde una suerte de otra visión de funcionamiento del Estado, pero que en esta ocasión se activó como mecanismo de presión ante la detención del gobernador Camacho. Hubo otros tiempos en que la propuesta de una nueva estatalidad desde los sectores cívicos cruceños de oposición del Gobierno nacional, se planteaba en clave un proyecto de país distinto al Estado Plurinacional al que se los discutía desde la propuesta y no así desde la desobediencia. Lo que ha ocurrido durante esta semana puede llegar a tener imprevisibles consecuencias no solo ya para nuestra erosionada convivencia democrática, sino para el relacionamiento entre una parte de la sociedad y el Estado. La abierta declaratoria de optar por una nueva institucionalidad paralela a la del Estado boliviano, al menos en la ciudad de Santa Cruz, constituye una situación sin precedentes y que, al igual que el fallo judicial que permite el juzgamiento de Jeanine Áñez por la vía ordinaria, se constituyen en preocupantes precedentes de desnaturalización del estado de derecho.

Aún parece difícil imaginar cómo es que quienes lideran los cabildos cruceños van a poner en funcionamiento una maquinaria departamental que se pueda irradiar al resto del país dentro de un mes, cuando ratifiquen que su ultimátum al Gobierno no ha sido atendido (¿mediante una amnistía?) y estén en la obligación de cumplir con esa parte de la ciudadanía cruceña (al parecer algo más minoritaria en esta ocasión) que aún les confía el liderazgo cívico con su participación en este tipo de espacios del cual, en este último, ya han alejado inclusive a la institucionalidad electoral; dando cuenta de que la desobediencia a la estatalidad nacional se constituirá en una forma de respuesta cuando no se encuentre en ella sintonía con los intereses cívicos.

Lo cierto es que las extremas posturas que se están proponiendo desde la dirigencia cívica de Santa Cruz y el preocupante escenario internacional, sobre todo en referencia a lo que ocurre en Perú, añaden innecesaria incertidumbre política a un año que ya se preveía como desafiante en lo económico. Todo pareciera apuntar a que en un país que se encamina al atrincheramiento discursivo, éste será un año de cosecha de la tan mentada polarización ahondada hasta el extremo en el conflicto político de 2019.

Verónica Rocha Fuentes es comunicadora.Twitter: @verokamchatka.