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Una laguna seca y desolada

Columna Verde

Sin agua, totalmente seca, se encontraba la Laguna Concepción, a finales de 2022. Para quienes no la conocen, es uno de los humedales más importantes del oriente boliviano, y en los últimos años apenas lograba mantener 6.000 hectáreas de espejo de agua, pero desde 2021, esta superficie no supera las 1.000 hectáreas. Esta laguna se encuentra en el corazón del departamento de Santa Cruz, dentro del Bosque Seco Chiquitano y hoy está seca, desolada y sin brindar sus servicios ambientales fundamentales a la región.

La expansión de la frontera agrícola y la deforestación han llevado a que este cuerpo de agua pierda su función ecosistémica de regulación de clima y provisión de agua y, así, afecte a las comunidades aledañas más allá de su valor de conservación para Santa Cruz. Las obras hidráulicas reflejadas en la construcción de canales y desvíos para riego, sumadas a las alteraciones climáticas provocadas por el cambio climático, han venido alterando la dinámica hídrica de la cuenca del río Parapetí, un sistema hidrológico que venía alimentando a la Laguna Concepción.

Este lugar fue denominado sitio Ramsar, en 2002, por ser considerado un humedal de gran valor por su exuberancia de palmeras, bosques, matorrales pantanosos y especies de fauna y flora. Hoy, Laguna Concepción está librada a su suerte, en una fase de deterioro unida con la agonía de animales que han perdido sus vidas y su lugar de vida por las amenazas que nosotros los humanos, junto con los eventos climáticos, venimos llevando al abismo. Este patrimonio natural de todos los bolivianos era reconocido por avistamiento de aves y fauna acuática, que hoy ya no pueden morar en el lugar por la total sequía.

Los reconocimientos mundiales no son suficientes si los beneficios ecosistémicos que proveen estos espacios naturales no son valorados por quienes deben hacer cumplir las normas en torno a las presiones y amenazas que afectan la biodiversidad del país. Los actores locales, muchas veces hacen todo su esfuerzo por conservar sus hábitats, pero vanos son estos cuando la ley es ancha para unos y corta para otros. Es fundamental la implementación de acciones para la conservación de sitios Ramsar que comulguen con la función ambiental por la cual han sido creados. Desde la sociedad civil hasta el Estado debemos asumir un compromiso para su conservación más allá de una declaración internacional que muchas veces queda en papel.

¿Hasta cuándo vamos a seguir perdiendo nuestros recursos naturales por dar lugar a un crecimiento económico de unos cuantos? ¿Hasta cuándo vamos a sacrificar nuestra biodiversidad por un desarrollo sin conservación? Un lugar como Laguna Concepción que cumplía una función ambiental natural respecto a la regulación del clima y provisión de agua hoy está en una disminución extrema. Las comunidades aledañas están totalmente dañadas ante semejante desastre natural. Un daño que perfila un escenario desolador y sin opción de reversión.

Es hora de comprender que la percepción del entorno debe tener una mirada holística, armónica e integradora hacia nuestros recursos naturales, bajo un equilibrio entre el medioambiente, la sociedad y el desarrollo. Desde siempre venimos manejando el concepto que es posible un desarrollo con conservación, bajo el entendido que la base no es la economía sino nuestros recursos naturales que cuidan y sustentan la economía de una sociedad íntegra y proba.

No sabemos a ciencia cierta si Laguna Concepción volverá a tener agua, pero sí estamos seguros que mientras sigamos impulsando un modelo de desarrollo adverso a la conservación de nuestro patrimonio natural, el escenario ambiental será muy dramático para el departamento.

Karina Sauma es directora de Comunicación de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN).