Las divisas y los precios relativos
La guerra en Ucrania, que no muestra señales de acabar a corto plazo, ha traído consigo grandes cambios en el mercado de hidrocarburos a nivel mundial, los cuales han afectado a su vez de manera muy diferente a los exportadores netos y a los importadores netos de hidrocarburos. Bolivia solía estar entre los exportadores netos de hidrocarburos, que obtienen mayores ingresos cuando las cotizaciones internacionales aumentan. Ocurre, sin embargo, que ahora el país se ha convertido en un importador neto de hidrocarburos, lo que significa que el aumento de los precios internacionales de los hidrocarburos nos perjudica considerablemente.
En efecto, de acuerdo con la información oficial, Bolivia exportó $us 2.249 millones de gas natural en 2021, y esa cifra aumentó a $us 2.972 millones en 2022. En cuanto a las importaciones por concepto de gasolina y diésel, las cifras correspondientes son de $us 2.249 millones en 2021 y $us 4.363 millones en 2022. En consecuencia, el déficit comercial en el rubro de hidrocarburos alcanzó a $us 1.391 millones en 2022.
Habrá por supuesto quien argumente que, en realidad, lo que importa en verdad es el saldo comercial global y no los saldos comerciales de rubros parciales. Afirmación que también se podría aplicar a las relaciones comerciales con los diferentes países y a la situación de la balanza de pagos en cuenta corriente y en cuenta de capital: importan más que nada los resultados totales y no los superávits o déficits parciales por rubros y países. Y cuentan también las partidas de ingresos de inversiones extranjeras, así como de las remesas de los trabajadores emigrados, entre otras.
Al final, se puede convenir en que es el saldo de las reservas internacionales el que indica la capacidad del país para cubrir el valor de sus importaciones y el pago de sus deudas con acreedores del exterior, motivo por el cual el nivel de dichas reservas constituye una de las variables que se toma en cuenta para calificar la solvencia de las distintas economías.
Las reservas internacionales del país alcanzaron su nivel máximo en 2014 con un valor de $us 15.123 millones. Desde entonces han caído año tras año hasta un nivel de $us 4.000 millones a fines de 2022. Conviene aclarar que dicha cifra se compone del valor del oro monetario y de las reservas líquidas, siendo así que el oro tiene una cotización fluctuante, que depende, al igual que los hidrocarburos, de varias circunstancias internacionales, entre las cuales las tensiones geopolíticas no son un dato menor.
En vista de que el valor de las divisas ya se ha ubicado desde finales del año pasado por debajo de los $us 1.000 millones, las autoridades han adoptado varias medidas con el fin de aumentar las reservas internacionales. Se trata del proyecto de ley de compra del oro, del bono-remesa y del reciente acuerdo con el Banco Unión para la compra de dólares a los exportadores a un precio ligeramente superior al que pagan los bancos.
Es todavía prematuro dar opiniones definitivas sobre el efecto a corto plazo de dichas medidas en términos de un aumento significativo de las reservas internacionales. Conviene, en cambio, plantear una reflexión preliminar en un contexto más amplio.
Resulta imprescindible a estas alturas emprender un ajuste coherente al sistema de los precios relativos (tarifas de servicios, precio de los carburantes, tipo de cambio, tasa de interés, niveles impositivos y de inversión pública, entre otros), que son lo que ha venido administrando el Gobierno sin mayores modificaciones desde la época del auge externo, no obstante que ahora impera una situación radicalmente diferente, en vista de que el Gobierno ha pasado de ser proveedor a ser comprador en el mercado de divisas, situación que no es probable que cambie a corto plazo, al menos mientras no cambien las circunstancias internacionales.
Horst Grebe es economista.