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Carnestolendas

HUELLAS

Llega el Carnaval a las altas tierras cordilleranas, al altiplano y a las tierras bajas, llega el Carnaval a ricos y pobres, a viejos y jóvenes; el Carnaval, un fenómeno de escala global, copa por una semana la mente y el espíritu de todos; es tiempo de dejar las preocupaciones y solazar el espíritu de la dureza existencial que acompaña a los habitantes de estas tierras el resto del año. Total, los problemas sociales y económicos se asimilan mejor en un clima festivo, se olvidan las penas y las traiciones como dicen los que saben, también los avatares de nuestro cotidiano esfuerzo puesto en nuestros proyectos mineros, petroleros e industriales y todo parece augurar mejores días después del festejo.

Así las cosas, sin prisa pero sin pausa las discusiones sobre el oro informal e ilegal del norte paceño, del oro blanco del Salar de Uyuni que no encuentra una directriz que le permita ser una realidad a corto plazo, del Mutún que sigue luchando por salir de su calidad de elefante blanco con un proyecto modular que avanza a gatas desde hace varios años, de la exploración de hidrocarburos que promete mares de gas y de petróleo desde la década anterior pero sin resultados, del nivel de informalidad que reina en el país y de muchos otros temas coyunturales; pasarán a la sala de espera y ocuparán su lugar los comentarios y discusiones sobre el Carnaval de Río, el de Oruro, Santa Cruz y Tarija. Serán momentos felices (para la administración actual del Gobierno) para meditar entre festejos, algunas medidas que ojalá puedan evitar las reacciones sociales que vienen aparejadas con el espíritu electorero que ya se siente en el ambiente. Nuestro país está transitando por terrenos inestables en busca de un derrotero que le permita salir de su atávica postración, derivada a su vez de una desigual distribución de la riqueza, que deja para el país las migajas equivalentes al diezmo colonial por la extracción de sus recursos y las decisiones políticas y económicas al margen de los intelectuales que debieran ser los actores del cambio y son hoy pasivos espectadores del quehacer político y económico. En el seno de las sociedades hay un bicefalismo que domina la división del trabajo y la distribución de la riqueza, la clase dominante autojustificada de existir como existe y los pobres a los que les queda la protesta y la revolución como medios de subsistencia. La añeja idea del “intelectual colectivo” como factor de relación entre estos dos polos, es todavía un tibio intento que debiéramos apoyar para lograr la intervención de todos en el mundo económico y social (Detalles en Garzón D. 2006: Puntos…de vista, Separata XVI Congreso Geológico Boliviano, Sucre, Bolivia 2006).

Casi simultáneamente a las carnestolendas, vivimos en días pasados los festejos por una nueva efeméride de Oruro, tierra de amor y de Carnaval como dice el dicho, antigua e histórica capital del estaño y tierra minera por antonomasia, se cumple allí aquello de que no hay alternativa económica seria para los pueblos andinos por encima de los 2.500 metros de altitud que no sea la minería (R. Alonso dixit). Tierra con un enorme potencial en oro, plata y estaño, trica de ases con los que debiera tener en el juego del desarrollo industrial, un mejor destino. El autor ha pasado más de una década de su carrera profesional en Oruro, en la academia y en la exploración de sus montañas y su inmenso altiplano, hay un potencial actual que se continúa evaluando y que muy pronto dará nuevas sorpresas al margen de la participación del departamento en los proyectos actuales de salmueras con litio y potasio. En fin, hablar de Oruro es hablar de Carnaval y hablar de Carnaval es hablar de Oruro, ¡Felicidades tierra de los urus!

Dionisio J. Garzón M. es ingeniero geólogo, exministro de Minería y Metalurgia.