Voces

Friday 26 Apr 2024 | Actualizado a 04:46 AM

Wagner: los mercenarios eficaces

/ 18 de febrero de 2023 / 01:04

La guerra en Ucrania no solo alteró las condicionantes geopolíticas en el mundo, sino también provocó el surgimiento de nuevos actores dentro la estructura de poder del Kremlin. Bajo la sombra del todopoderoso Vladimir Putin, crece incesantemente ese sexagenario (61) más bien bajo, calvo y tosco en sus modales, llamado Yevgeny Prigozhin, fundador y propietario del grupo paramilitar Wagner, cuya ejecutoria podría resumirse en seis acciones espectaculares: 1) Crimea (2014), aparece por vez primera respaldando a los separatistas rusos en su gesto independentista, pero sofocándolos cuando sus excesos disgustaban a Moscú. 2) Siria (2015), llegaron al cabo de dos años, a desplegarse cerca de 5.000 efectivos apoyando las fuerzas de Bashar al-Assad en varias batallas contra el Estado Islámico y reprimiendo a los enemigos del régimen. 3) República Centro- africana (2018), es el elemento decisivo para aplacar la guerra civil en favor del presidente Faustin-Archange Touadera, expulsar a la misión militar francesa, dotar de seguridad en las minas y aupar la influencia de Rusia. 4) Libia (2018), implantan dos bases militares para favorecer al insurgente mariscal Khalifa Haftar en su intento de tomar Trípoli, acción que aún está inconclusa. 5) Mali (2021), empujando paulatinamente a los militares franceses hacia su salida del país, obtiene un jugoso contrato de la Junta Militar para su aporte de 1.000 hombres que apuntalen la seguridad nacional al cabo de 10 años de guerra civil. 6) Ucrania (2022), desde el fatídico 24 de febrero, los Wagner actúan decididamente en el conflicto, comenzando por la fallida captura de Kiev, en la masacre de Boutcha y en su posicionamiento en el Donbas, hasta los recientes enfrentamientos en Bakhmout.

Semejante trayectoria, indudablemente acarrea los celos de las fuerzas regulares del Ejercito ruso que, ante la arremetida ucraniana cosechó innumerables fracasos, batiéndose en retirada, quizá por falta de motivación y flaca planificación estratégica. Esas circunstancias, obviamente, causaron criticas ásperas tanto en la opinión pública como en la percepción personal del líder máximo Vladimir Putin, quien había depositado grandes esperanzas en sus generales. Por ello, la súbita aparición en primer plano de Yevgeny Prigozhin y sus aguerridos muchachos fue causa de viva satisfacción, más aún si se anotaron pequeñas victorias al ocupar o recuperar minúsculos villorrios fronterizos como Soledar, donde el propio Prigozhin celebró el triunfo personalmente, el 11 de enero pasado.

¿Pero quién es este… Prigozhin ? Su escueta biografía que se difunde en la prensa extranjera señala que san petersburgués como Putin, por latrocinios enanos fue condenado a 12 años de prisión firme y una vez redimido empezó su aproximación al poder como ejecutivo del Concord Catering, un servicio de comidas para las escuelas y las cantinas oficiales, incluyendo la mesa presidencial, de ahí que lo apodaran como “el cocinero de Putin”. Su iniciativa de formar el grupo Wagner, como reflejo de la Legión Extranjera francesa, marchó paralelamente a una gigantesca planta de fabricación de troles y memes elaborados por guerrilleros digitales, muy apetecidos en la batalla comunicacional contra el adversario de Kiev. Todos sus emprendimientos, por cierto exitosos, tienen su cuartel general en aquel paquebote de 23 pisos en San Petersburgo, desde donde se imparte las instrucciones para las contiendas en las trincheras o en las computadoras. Quien lo conoce y ha tratado a Yevgeny Prigozhin, concuerda en confirmar su personalidad sin escrúpulos, ostensiblemente déspota con sus subordinados a quienes manipula por el terror. Con ese propósito circula cándidamente varios videos que registran los castigos de barbaridad medioeval que él mismo ordena perpetrar. Lo singularmente extraordinario, es la potestad que ha adquirido para reclutar a los combatientes de Wagner, en sonoras giras que realiza por las prisiones de la Federación Rusa, donde llega en helicóptero y ante la formación en fila de los presos, les propone incorporarse a su grupo por seis meses en la línea del frente, con sólidos salarios y al cabo de buenos y leales servicios, la firme promesa de indultos para sus respectivas condenas. La contrapartida es tenebrosa: tolerancia cero a la deserción, so pena de ejecución inmediata.

Su omnímodo poder es tal que no es secreto conjeturar que Prigozhin sería el heredero natural de Putin, ante un descalabro militar en Ucrania o un descenso brusco en la popularidad del actual presidente.

Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.

Comparte y opina:

El asilo cuestionado

Carlos Antonio Carrasco

/ 13 de abril de 2024 / 06:58

La violenta irrupción policial ecuatoriana a la embajada mexicana en Quito, cometida el 5 de abril, para atrapar al exvicepresidente Jorge Glas escondido allí, ha provocado la ruptura de relaciones entre esos países y la reacción universal de condena al irrespeto a las convenciones y los tratados internacionales sobre la inmunidad territorial de las sedes diplomáticas y la potestad de conceder asilo político que goza el Estado acreditado. Esa figura típicamente latinoamericana ha sido hasta hoy sagradamente cumplida tanto por regímenes autocráticos como por gobiernos democráticos, por ello se explica el alboroto suscitado. Un recuento apurado de ejemplos emblemáticos nos trae a la memoria los 63 meses (1948-1954) de encierro que padeció el famoso líder peruano Víctor Raúl Haya de La Torre en la embajada colombiana en Lima, ante la negativa del dictador Manuel Odría de concederle el salvoconducto respectivo. Ni la Corte Internacional de Justicia en La Haya pudo resolver el diferendo, sino un acuerdo entre las partes que permitió el viaje del asilado a Bogotá. Otro caso singular fue la invasión americana (operación Justa Causa) a Panamá (1989) para extraditar al general Manuel Antonio Noriega (alias Cara de piña) de su refugio en la Nunciatura Apostólica, sin observar su condición de jefe de Estado en funciones, aduciendo sus nexos comprobados con el narcotráfico.

Irónicamente, fue en la legación de Ecuador en Londres donde encontró amparo por casi siete años (2012-2018) el australiano Julián Assange, fundador de WikiLeaks, acusado de espionaje por Washington, quien ahora está en manos de la Justicia británica.

Y también ha sido la sede diplomática ecuatoriana en La Habana la que fue intervenida en 1961 y 1981, por la policía castrista para impedir el refugio que buscaban disidentes cubanos.

En Bolivia, a raíz del narcogolpe de García Meza (1981), la presidenta Lydia Gueiler fue albergada en la Nunciatura Apostólica y yo, como su cumplido ministro de Educación y Cultura, encontré asilo en la embajada de Francia, en Obrajes, donde al cabo de tres meses, sin salvoconducto, tuve que salir sigilosamente al exilio.

La actual crisis bilateral entre Quito y México, como explica el comunicado oficial, tiene su origen en la incontinencia injerencista del presidente López Obrador, quien logra aquel extraño goce sensual injuriando a sus homólogos de la región. Esta vez, insinuando que Daniel Noboa salió victorioso, en los comicios del 20 de agosto de 2023, aprovechando el asesinato del candidato Fernando Villavicencio, insidia que provocó la declaración de persona no grata de su embajadora. En revancha, México concedió aceleradamente asilo político a Jorge Glas, sin observar que éste fue sentenciado por la Corte Suprema de Justicia por corrupción, a la pena total de 14 años de cárcel. Ante cierto rumor que un avión mexicano estaba listo para exfiltrar al sujeto fuera del país, aventura favorita de AMLO, el gobierno quiteño ordenó esa desafortunada incursión a la embajada.

En resumen, podrían existir dos avenidas para resolver este diferendo. La primera sería designar dos países amigos como mediadores para estudiar soluciones equitativas y la segunda, más escabrosa, que Ecuador devolvería a Jorge Glas al recinto diplomático mexicano, pero no le concedería el requerido salvoconducto, salvo decisión de la justicia local.

El haber acudido a la Corte Internacional de Justicia es retardar una rápida solución por meses o por años (como en el caso de Haya de La Torre) o acudir a las instancias regionales como la OEA o la Celac, es someter el caso al vaivén de las inclinaciones político-ideológicas del vecindario.

Carlos Antonio Carrasco
es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.

Temas Relacionados

Comparte y opina:

La tercera guerra mundial

/ 30 de marzo de 2024 / 07:16

El reciente atentado horrendamente mortífero perpetrado por elementos del ala afgana (ISIS-K) del Estado Islámico, en el Crocus City Hall moscovita, cambia nuevamente el mosaico geopolítico del mundo, al anotar —otra vez— al terrorismo islamista como enemigo principal tanto de Occidente como del Eje del Este, señal inmediata es la declaratoria de alerta máxima en Francia, Italia y otros.

Ese episodio alimenta la inquietud latente entre los analistas de las principales capitales que ya auguraban hipotéticas situaciones emergentes del estallido de una guerra nuclear. Cuando se da por hecho la posible victoria de Donald J. Trump en las elecciones americanas de noviembre próximo, el New York Times escribe: “El riesgo de un conflicto nuclear va en aumento. Las naciones nucleares incrementan sus arsenales hacia la nueva carrera bélica. Hoy en día, la nueva generación de armamento conlleva impredecibles amenazas”, y bajo ese preámbulo describe las instalaciones subterráneas en Omaha del comando estratégico o StratCom, cuyo personal militar está en alerta 24/24 horas, pendiente de la orden presidencial para activar sus 3.700 misiles disponibles, sea para la defensa o el ataque. En cualquier caso, en cuenta regresiva se dispondría de 30 minutos para adoptar esa fatal decisión bajo la única responsabilidad del presidente en tanto que comandante en jefe. Justamente esa potestad que descansa en un solo hombre, alarma a los analistas, conociendo el temperamento volátil de Trump. Las otras potencias nucleares (China, Rusia, Francia, Reino Unido, Norcorea, India y Pakistán), tienen parecidas disposiciones, siendo la Rusia de Putin (reelecto hasta 2030) la más temible por contar con arsenales iguales en sofisticación a los de Estados Unidos. Siempre simulando hipotéticos escenarios, los países miembros de la Unión Europea están incrementando aceleradamente sus presupuestos de defensa, ante la contundente declaración de Trump de que, en caso de ser electo, no acudiría en defensa de aquellos países que se encuentren en mora en sus contribuciones a la OTAN y que dejaría a Rusia luz verde en sus arremetidas. Francia como potencia nuclear sería —obviamente— objetivo favorito de la ofensiva rusa. Ante esa eventualidad, el presidente Macron sostuvo su firme oposición a la posible victoria de Moscú sobre Kiev. Pero todo podría cambiar si, por ejemplo, Trump declarara su neutralidad ante ese conflicto y abandonaría su ayuda militar y financiera a Ucrania.

La angustia europea es tan grande que el principal tema de debate a las puertas de las elecciones parlamentarias de junio es precisamente la posición a seguir acerca de Ucrania.

Otro foco de tensión son las vidriosas relaciones de Tel Aviv con Washington, razón por la cual tanto Bibi Netanyahu como Vladimir V. Putin esperan ansiosamente el arribo de aquel nuevo inquilino en la Casa Blanca.

En el terreno de las relaciones internacionales, conocida la animadversión de Trump por el multilateralismo, seguramente prescindiría del rol de Naciones Unidas y se acomodaría a la realidad de fresca dicotomía de Occidente con el emergente “Sud-global”, que se va forjando en base del BRICS, donde la bulliciosa Rusia y la silente China pisan fuerte.

En suma, los próximos meses serán el prolegómeno de un nuevo mundo pleno de sorpresas y peligros, incluyendo la eliminación anticipada del candidato Trump.

Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.

Temas Relacionados

Comparte y opina:

El otoño de los patriarcas

Carlos Antonio Carrasco

/ 16 de marzo de 2024 / 14:50

Con el dramático aumento de esperanza de vida, pareciera que la caricatura del patriarca retratada por García Márquez hubiese adquirido la tonalidad de irrefrenable epidemia en todos los confines del mundo, principalmente en los Estados Unidos con la aproximación de los comicios presidenciales en los que dos ancianos se disputan el cargo. Cualquiera que sea el ganador, Donald J. Trump tendría 82 al término de su mandato (2028) y Joseph R. Biden 86, conjetura que está provocando agria polémica en ambos bandos y que ha dado paso a remembranzas etéreas en la historia. En efecto, el legendario Dwight Eisenhower murió a los 78; Franklin Delano Roosevelt a los 63 y el simpático Ronald Reagan a los 93 años, dejando su pasantía en la Casa Blanca a los 79.

El debate se encandila acerca de cuán viejo es ser viejo para ejercer el cargo y en su caso los efectos colaterales que conlleva el peso de los años, citándose como riesgo para la seguridad del Estado, la perdida parcial de la memoria, lo que causa más hilaridad que conmiseración, como los recientes gafes en que incurrió Biden al confundir al presidente de Egipto con el de México o aquellas de Trump que llamó al mandatario húngaro como si fuera de Turquía. Sin embargo, otros casos más allá del Atlántico son mayormente patéticos si recordamos al argelino Abdulaziz Bouteflica, que gobernó desde su silla de ruedas hasta cumplir 82; también el tunecino Habib Bourgiba (84) o el actual mandamás de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas (88); el presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang (81), sin contar la lista de octogenarios que se aferran al poder: Sabah al Jaber Sabah (91) en Kuwait; Emmerson Mnangagwa (81) en Zimbabue; Nangolo Mbumba (82) en Namibia; Paul Biya (91) en Camerún; Alaassane Ouattara (82) en Costa de Marfil; Alexander van der Bellen (80) en Austria; Michael D. Higgings (82) en Irlanda; Sergio Matarella (82) en Italia; George Vella (81) en Malta, y dejaremos de lado al papa Francisco (87 ), anclado en el Vaticano. Naturalmente, la paradoja es que la esperanza de vida en África, donde abundan las gerontocracias, es de 62 años, mientras que en Europa está fijada entre 77 y 83.

En Bolivia, la experiencia histórica bajo la veterana batuta no fue tan mala desde Tomas Frías (1874-1876), de 79 años, con impecable ejecutoria, hasta Víctor Paz Estenssoro, cuyo cuarto periodo salvó que “Bolivia se nos muera” cuando cumplía 82. Y, entre los presidentes más jóvenes, excepto el venezolano Antonio José de Sucre o el beniano Germán Busch, tampoco podría resaltarse en aquellos ni su brillo heroico ni alguna preclara inteligencia.

En lo que atañe a la conservación de una buena memoria, valga decir que el acopio de nombres y lugares en los octogenarios es geométricamente muy superior que en los adolescentes o en los treintañeros, por la simple razón que en los años vividos los viejos debieron recoger multitud de datos para almacenarlos en su cerebro, cantidad —obviamente— menos importante en los más jóvenes. Por lo tanto, el riesgo en los ancianos de no recordar será siempre mayor.

Muy atinadamente, Biden se defendió diciendo que “la cuestión que enfrenta nuestra nación no es cuán viejos seamos, si no cuán viejas sean nuestras ideas”.

Carlos Antonio Carrasco
es doctor en Ciencias Políticas y miembro
de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.

Temas Relacionados

Comparte y opina:

América Latina, entre Milei y Bukele

/ 2 de marzo de 2024 / 06:46

Argentina, el segundo país sudamericano más grande (2,78 millones de km2) y El Salvador, el más chiquito centroamericano (21.041 Km2), democráticamente, regalaron al mundo, en periodo carnavalero, dos singulares ejemplares que, desde ese Macondo donde abunda el realismo mágico, exporta espacios preferentes en la prensa planetaria: Uno es el bonaerense Javier Milei (52), figura televisiva de frondosa melena felina, ojos azules, sonrisa fácil, solterón sin hijos pero con cinco perros adoptados. Economista de ideas extravagantes tan libertarias y pro-capitalistas que incluso sorprendió al auditorio monetizado en Davos. De emociones radicales, al decidir convertirse al judaísmo, siguió viaje a Israel para frotar su naso en el muro de las lamentaciones de Jerusalén y ofrecer su modesto concurso al primer ministro israelí para reforzar el genocidio que se opera en Gaza. Sin esperar la ceremonia de su propia circuncisión según manda el kabbale, guardose el sagrado texto hebraico en la faltriquera y armado de una caja de alfajores cordobeses, acompañado de su hermana Karina, como todos los caminos conducen a Roma, imploró audiencia a su compatriota el papa Francisco, de quien antes se había referido como al “hijoeputa que predicaba el comunismo”. Cristianamente, el ilustre jesuita al perdonar su arrepentido lamento, le obsequió una estampita de Mama Antula, la primera santa argentina canonizada ese mismo día. Al retornar a Buenos Aires, Milei lo hizo en vuelo comercial, donde una vez a bordo estrechó manos con todos y cada uno de los atónitos pasajeros. Terminada esa inusitada luna de miel, en la capital lo esperaba un congreso adverso que derrumbó gran parte de sus pretendidas reformas con el apoyo de miles de piqueteros bulliciosos que harán difícil que termine pacíficamente su mandato presidencial.

Entretanto, en el istmo centroamericano, a sus 42 años de edad, Nayib Bukele era nuevamente elegido presidente de El Salvador, por abrumadora mayoría (85%), junto a un parlamento totalmente controlado. De padre palestino, lleva en su ADN la habilidad y la astucia de los vendedores de alfombras mágicas en los bazares orientales y esa ventaja, trasladada a su profesión de publicista, le sirve para atraer millones de militantes a su partido Nuevas Ideas. En su primer periodo presidencial (2019-2023), en una economía ya dolarizada, implantó el bit-coin como otra alternativa de moneda corriente. Pero, sobre todo, impuso el  “estado de excepción” para atrapar y encarcelar, sin juicio previo, a más de 76.000 pandilleros que agrupados en la Mara Salvatrucha y la Mara 18 aterrorizaron diversas colonias salvadoreñas durante 30 años, contabilizando 120.000 asesinatos. Gran hazaña que convirtió a El Salvador de ser el país más inseguro del mundo a la antípoda de excelsa seguridad. Sus detractores acusan a Bukele de irrespeto a los derechos humanos y —sin excusas— los delincuentes encerrados en una moderna cárcel, semidesnudos, con solo alimentación básica, sin derecho a visitas, ni teléfono o comunicación alguna con el exterior, languidecerán hasta su muerte en esas condiciones, bajo la inculpación de su pertenencia a las maras, comprobada por los ostensibles tatuajes que portan y que constituyen la única e irrefutable evidencia de los crímenes cometidos. En su segunda entronización, Bukele prometió dos batallas más: acabar con la burocracia superflua y encarcelar a los corruptos en prisión idéntica a la de los pandilleros. Con ese atractivo programa su popularidad suma y sigue, con tal éxito que el Ecuador azotado por el asedio de los narcotraficantes imita abiertamente aquel modelo, y otras naciones de la región y el mundo alaban los éxitos logrados.

La región latinoamericana enfrenta el dilema de esos dos modelos, al medio de mandatarios anodinos los unos y peligrosamente populistas, los otros. Y, para colmo, ambos fenómenos fueron ovacionados por la Convención Conservadora Americana bajo el alero personal de Donald Trump.

Carlos Antonio Carrasco
es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia
.

Comparte y opina:

Kennedy-Paz Estenssoro

/ 17 de febrero de 2024 / 07:37

A la una de la tarde de aquel fatídico 23 de noviembre de 1963 (hace 60 años) llamé de urgencia al presidente Víctor Paz Estenssoro (VPE), despertándolo de su tradicional siesta, para comunicarle que John F. Kennedy había sido asesinado. El jefe quedó atónito y apenas balbuceó “¿es oficial la noticia?” Cuando le repliqué que el embajador americano Ben Stephansky era mi fuente, se cortó la llamada y esa tarde VPE no vino a Palacio, pues hacía justo un mes que se había cumplido la visita de Estado, donde el flamante difunto lo recibió con todos los honores, iniciando además una relación de notable afinidad. El mandatario boliviano había preparado meticulosamente cada momento del programa de viaje establecido, comenzando por formar equipos de trabajo para todas las ocasiones. En la elaboración de los borradores de discursos sobresalían Augusto Céspedes y René Zavaleta. En la misión de avanzada a Washington, viajamos dos semanas antes, Ted Córdova Claure para los afanes de prensa y Carlos Antonio Carrasco para los arreglos protocolares. En la comitiva de acompañamiento figuraban el ministro de Economía, Alfonso Gumucio Reyes y el general Alfredo Ovando Candia, comandante del Ejército, entre otros.

El avión presidencial aterrizó en Williamburg, donde esperaban cuatro helicópteros que nos transportaron al día siguiente hasta el Rose Garden de la Casa Blanca. Al nomás pisar césped, vi por primera vez a pocos metros la inolvidable silueta de JFK, vestido de traje gris rayado, camisa blanca y una corbata club tie de líneas azules. Alto, con los hombros un tanto volteados hacia adelante, avanzó hacia nosotros pausadamente junto al embajador Enrique Sánchez de Lozada, mientras esperaba el descenso del helicóptero de VPE, con quien se confundió en cordial abrazo. Al día siguiente, JFK ofreció un almuerzo en la Casa Blanca, con solamente 50 cubiertos, lo que permitió la fluida conversación presidencial. Por la tarde VPE brindó entretenida conferencia de prensa con afilados periodistas ávidos de conocer la diferencia del boliviano con el cubano Fidel Castro. En la tercera jornada, correspondió a VPE reciprocar a JFK con otro almuerzo ofrecido en su honor, en la residencia de la embajada junto a una centena de comensales entre senadores, congresistas, ministros y el vicepresidente Lyndon Johnson. Previamente, en la antesala se procedió al usual intercambio de regalos, ocasión en que el presidente americano no pudo evitar el brillo de sus ojos al abrir el paquete: se trataba de dos auténticos incunables conseguidos en un convento de Sucre, pues era coleccionador apasionado de esas joyas. A los postres, noté que JFK volteaba el menú al dorso y que VPE escribía algo en él. Más tarde supimos el intenso interés que JFK manifestó por el reclamo marítimo de Bolivia y que pidió a VPE le explicase en un diagrama el diferendo con Chile. Con las balas asesinas de Dallas, se esfumaron muchas aspiraciones bolivianas y, al cabo de un año, VPE, a su turno, fue víctima de un golpe de Estado que lo expelió al exilio.

Temas Relacionados

Comparte y opina: