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Cierto arte contemporáneo

IMAGINARIOS  PACEñOS

El MNA presenta la exposición Qalltadel artista Guto Ajayu. La muestra ha despertado comentarios por dos razones: la desfachatada forma de hacer y explicar su arte, y por el apoyo estatal. Con esto último podríamos suponer que el joven artista es afín a la narrativa oficial, es decir, a un arte descolonizado/ andino/identitario. Como el tema artístico merece reflexiones, van algunas.

La exposición presenta brochazos angulosamente delineados, en onda grafiti, realizados con esmalte sobre grandes telas o sábanas engrampadas al muro. Se incorporan textos que describen una leyenda con toques ancestrales. Como las salas de un museo entronizan cualquier cosa, revisé en la red más obras de Guto Ajayu para conocer su propuesta. Los referentes de su arte retinal (término despectivo de la crítica contemporánea) son artistas norteamericanos del siglo pasado: Andy Warhol, JM Basquiat y Keith Haring. (El primero fue el rey del pop art; el segundo fue un grafitero que triunfó en la escena internacional gracias a Warhol; y el último fue otro grafitero de New York). Todas estas referencias se mezclan en un mejunje plástico que Guto Ajayu realiza con simbología precolombina o con leyendas andinas para lograr la fórmula que le permite alinearse con el arte descolonizado/andino/ identitario de este tiempo. Según los cultores de esa línea artística, todo lo demás es arte pitita o neoliberal (poco les falta para que lo tachen de “arte degenerado”).

Ilustremos más esta línea estética promovida por el Estado revisando otros ejemplos: esculturas metálicas inspiradas en la arquitectura del grupo austríaco Coop Himmel- Blau, o trabajos de trazos coloridos que remedan los diseños del americano Lebbeus Woods. Eso sí, con títulos o referencias en aymara para lograr “broncear” el sentido estético. Incluso leí una justificación de los sótanos de parqueo de un edificio estatal diciendo que esos niveles son el Manqhapacha (o sea, Manhattan está lleno de Manqhapachas).

Son los signos ineluctables de estos tiempos, de una posmodernidad vacua y de fachada, de la apariencia sobre la esencia, donde para encontrar oportunidades vendes tu alma al diablo. Y, en el fondo, es un arte colonizado y sometido resultado de una educación artística castrante y sin espíritu crítico. Ello genera mensajes artísticos donde el valor de cambio se impone sobre el valor de uso; y donde la simbólica, un rasgo distintivo y potente de nuestra cultura, se fue por el caño.

Nos sinceraremos. No cultivemos la impostura con simples rótulos aymaras. Seamos honestos y repitamos a coro la cita del gringo Andy Warhol: making money is making art (hacer plata es hacer arte).

Carlos Villagómez es arquitecto.