Febrero loco
Así se dice de las lluvias por estas tierras: “enero poco, febrero loco”. La segunda parte de la expresión viene perfecta para retratar el Carnaval.
El columnista de LA RAZÓN Édgar Arandia recordó en el programa Piedra, papel y tinta que en estos días de febrero, el Supay (una de nuestras divinidades) está suelto, está jugando. Es, al mismo tiempo, la época de la cosecha, el tiempo de agradecer los frutos de la tierra, el tiempo de alegrarse, de festejar el cuerpo. Es el momento de querer y adornar lo que nos rodea porque todo tiene vida. Por eso, muchos compañeros de trabajo en este periódico colorearon sus computadoras, sus escritorios y sus sillas con globos y serpentinas, todo sellado con alcohol y fe para que este lugar de siembra nos permita seguir cosechando con dignidad. La misma tarde, LA RAZÓN y Extra organizaron una fiesta de disfraces en la que quedó demostrada la creatividad y la alegría que habita esta montaña de Auquisamaña. De la hemeroteca salió Freddie Mercury para ganar el segundo premio del concurso, detrás de Los “Extrabandidos”, todo un éxito para nuestro periódico popular. Risas, música, sangría, un sándwich de chola y algunas “chelas” que aparecieron quién sabe cómo, fueron la fórmula perfecta para sentirnos juntos, batallando en la misma vereda. Y después, al estadio Hernando Siles para ver ganar al Strongest. Bajo la lluvia nos alegramos otra vez y gritamos en el cielo hasta que el pitazo final anunció que la alegría de los días posteriores bailaría entre el oro y el negro. Solo ver bolivaristas y stronguistas entrar y salir mezclados y en paz, o sin traspasar la frontera de la violencia, supera el festejo del equipo ganador. Un clásico que fue el ingrediente sabroso del mes loco.
Sábado de Carnaval. Lejos y cerca de Oruro. Mirando en la pantalla los trajes y las sonrisas de este 2023. Sin barbijos, con impulso, con orgullo acumulado de una fiesta anterior a la llegada de los colonizadores, recorren kilómetros los bailarines juntando ecos de cada rincón de nuestra historia. Qué emocionante es ser de Bolivia. De Oruro dentro de sus bandas; del campo tarijeño, en sus vinos de colores; del Vallegrande cantado; de Cochabamba atando hombres y mujeres en coplas pícaras/atrevidas/amorosas/ sensuales/sexuales. ¿Cómo no poder estar en cada lugar al mismo tiempo? Toca un solo día a la vez. Así, el domingo nos pilló frente a una chicharronería cochabambina a pasos del paceño Valle de la Luna. Allí, el chanchito a la cruz mostraba con generosidad y perdón su cuero crujiente que era convocado por un sabroso plato de papa y un maíz violeta con recuerdos de niñez. Cerveza. Celebración donde se mire.
El lunes, los comerciantes en La Paz ch’allaron sus puestos de venta, sus tienditas de barrio, sus ferreterías, sus kioskos de dulces y galletas. Es la foto del compromiso. ¿Qué pasaba en otras ciudades? ¿Cómo bailaban en los campos de los valles? ¿Qué se comía y qué se bebía en el Santa Cruz carnavalero del lunes? Lastimosamente solo se puede estar en un solo lugar. Esta A optó por un martes de ch’alla en la casa a medio construir de una admirada amiga. No sin antes agradecer y festejar bajo el techo propio: los espacios secos, como las habitaciones, y los lugares húmedos, como la cocina o el baño, con el mismo sentimiento. Alcohol en las esquinas, serpentinas serpenteando sobre nuestra cosas queridas, inflando en cada globo los deseos de descansar en nuestra cama con la satisfacción de un día logrado, inflando los deseos de que los escritorios sean la cuna de curiosidades, de ganas de producir ideas, que la mesa de la cocina nos reúna con pan, leche y ganas de compartir. Hasta los gatos terminaron adornados (durante segundos, claro) con la esperanza de que no nos falte lo esencial, el calor, la piel. Ahora sí, vamos a la casa de Susana. Le reventaremos cohetillos pese al mal momento de los perritos, lanzaremos confite bicolor a su techo con la certeza de que terminará su construcción, sembraremos en su patio de tierra las semillas oro y plata para que se haga sol y luna en su casa. Comamos entre amigos, tomemos vino y cerveza. Bailemos. Bailemos. Bailemos. Solo bailando con alegría se puede poner cemento a una sociedad rota. Solo comiendo juntos podemos dialogar sobre los tiempos de golpe/fraude para buscar una verdad para todos, solo riendo juntos podremos hablar de una pacificación con justicia, con igualdad, con solidaridad. Bailemos. Bailemos. Bailemos.
Claudia Benavente es doctora en ciencias sociales y stronguista.