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Educación y tecnología en tiempos de crisis

TRIBUNA

Como argumenta Marco Raúl Mejía (2020), la sindemia de “una crisis sanitaria (pandemia) devino en económica, política, social y educativa, lo cual exige explicar integralmente los problemas de la sociedad, así como los elementos correspondientes a la ciencia y tecnología, los cuales no se dan sin las relaciones sociales que las constituyen.” La sindemia visibilizó con mayor crudeza los problemas estructurales de la educación en el mundo, mientras que en la región dejó un contexto marcado por el crecimiento de la “pobreza de aprendizaje”, el incremento de las tasas de abandono escolar y la exclusión de millones de jóvenes, niñas y niños, la disminución de las probabilidades de conclusión de la secundaria, así como profundizó las brechas existentes (“pandemia en la sombra”), expresadas fundamentalmente en las brechas económicas, sociales y de género (OEI, 2022). Pero, además, a título de “educación en casa”, “educación virtual”, “educación a distancia”, “enseñanza remota”, la educación recibió los embates de la irrupción de la tecnología ligada a las corporaciones tecnológicas globales que si bien contribuyó a dar continuidad a las actividades escolares, también evidenció que la “fragilidad digital es más profunda que la económica.” (Mejía, 2020) La sindemia hizo que los estudiantes sean estratificados según sus posibilidades sociales y económicas para el acceso a la tecnología, internet, equipos y plataformas, y acompañamiento profesional en los procesos de aprendizajes.

En la actualidad, lo evidente es que países y organismos internacionales, a su manera y según su orientación, están buscando soluciones a esta problemática. Además, un tema se ha constituido en el centro del debate: la tecnología como parte de la vida social en general y de la educación en particular. Veamos algunos de los aspectos centrales de este debate en relación a la educación.

Uno, la tecnología en educación, las más de las veces, solo es considerada en su carácter instrumental. La cuestión de la tecnología en educación se restringe a dotarse de equipos y contar con acceso al internet y a las plataformas digitales, así pasamos “simplemente a ser ‘ferreteros’ de una educación que convierte los aparatos en lo digital sin comprender sus lenguajes, sus lógicas y las maneras como construyen sociedad con sus mediaciones…” (Mejía, 2021) Es más, la necesidad de sostener la educación durante la pandemia de COVID-19 ha hecho que la incorporación de la tecnología en educación “se ha producido ignorando la historia, no cuestionando su supuesta neutralidad, sin tener en cuenta las complejidades sociales, políticas, económicas y culturales de la tecnología, y desoyendo las escasas voces que nos instaban a reflexionar y discutir sobre el papel que queremos para la tecnología en educación antes de tomar decisiones.” (Carlos Magro, 2021) No es posible seguir desarrollando la educación tradicional ahora con medios virtuales sin mayor reflexión, es tiempo de plantear pedagogías orientadas a la formación integral, a la generación de “pensamiento crítico, creatividad, compromiso solidario y justicia social” (Luis Bonilla, 2022), a la construcción de sociedades sostenibles, con equidad e igualdad y democracia participativa. Como propone José Cedrón, secretario de Estado de Educación de España (2023), “comencemos a preguntarnos qué tipo de educación queremos y luego cómo puede ayudar la tecnología a ese objetivo”.

Dos, cabe preguntarnos si queremos una tecnología que contribuya a combatir las desigualdades en educación o a incrementar las brechas existentes. Referirnos a la tecnología en educación “no es hablar de dispositivos, ni de hardware y software, ni tampoco de datos, analítica y eficiencia, sino que tiene que ver sobre todo con prácticas, contextos, culturas y usos, es decir, con lo que podríamos denominar los aspectos humanos de la tecnología y de la educación” (Magro, 2021) Tres, también es necesario discutir sobre el rol que pretende tener el “capitalismo cognitivo, el cual realiza sus grandes acumulaciones en el conocimiento y la ciencia convertidos en fuerza productiva, diferenciando entre los países centrales y los de la periferia…” (Mejía, 2021) Por lo tanto, tenemos que debatir sobre la prevalencia de la educación presencial, virtual o híbrida más allá de los recursos e instrumentos, desde la producción de conocimientos propios a nuestras realidades, desde la soberanía tecnológica.

Noel Aguirre Ledezma es educador popular, maestro y pedagogo.