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8M: A mí me gustan tranquilas y calladitas

Tribuna

Hace unas semanas, un amigo me habló de la mujer con la que hace unos meses inició una relación sentimental y cuando terminó de describir sus virtudes, finalizó con la frase: Es que a mí me gustan así tranquilitas, calladitas y tiernas.

Independientemente de los gustos de cada persona y que no es pertinente abordar, se quedó en mi mente el pensamiento de lo que hace a una mujer “tranquila”, he rumiado múltiples sinónimos de ese adjetivo, pero con el que decido quedarme es con de una mujer pasiva, una mujer quieta y suave. Y es que desde niñas en nuestras casas, en las escuelas y otros entornos, se nos ha enseñado que mientras más silenciosas y calladitas seamos, nos convertiremos en mejores mujeres. Prácticamente, deberíamos reír y hablar con tonalidades bajas, casi diminutas como tratando de imitar a una señora victoriana de abanico en mano.

Incontables veces y de diferentes formas intentaron enmarcarnos en ese estereotipo de mujer encartonada, pero que es imposible de sostener en esta realidad, en nuestra sociedad. En contraposición a ello, el 8M es un día para alzar la voz, para demostrar disgusto y hasta enojo (emociones casi prohibidas para una mujer, a riesgo de ser censurada y juzgada como demente) ante la situación adversa en la que miles de mujeres en nuestro país y en el mundo aún se encuentran, a menudo las que se callan y se mantienen tranquilas, son sometidas a agresiones físicas, psicológicas y hasta sexuales. Las que se callan son las primeras en morir, el ruido solo es generado por su sangre derramada y en ocasiones, ni eso es suficiente.

El 8 de marzo no solo es un día para recordar la incansable lucha feminista por la reivindicación de nuestros derechos, es también una protesta para que el apoyo de los gobiernos en cualquiera de sus niveles no se convierta en un discurso lírico, en una estrategia para ganar posibles votantes.

En el 8M muchas de nosotras expresamos, a viva voz, nuestra lucha individual y también colectiva, ya sea en las calles de nuestra ciudad o incluso a través de las redes sociales, el objetivo es hacerse oír. El fin posiblemente sea ser escuchadas por aquellos y aquellas que aún no les duele la forma en que cada día las mujeres, madres, hijas, hermanas mueren. La solapada desigualdad en la que aún vivimos es lo que nos motiva a continuar desde los lugares que ocupamos con esta lucha. ¡Que el silencio se convierta en un enemigo!

Pamela M. Quino Montenegro es abogada.