Icono del sitio La Razón

La misión de Laura Richardson

TRIBUNA

Javier Bustillos Zamorano

En qué se diferencia la general Laura Richardson de sus antecesores en el puesto de Jefe del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos? En que ella ya no usa el disfraz de “ayuda humanitaria”, “lucha contra el narcotráfico”, etcétera, y habla directamente de la verdadera intención de esta fuerza militar estadounidense en Latinoamérica: obtener el control de los recursos naturales, petróleo, gas, agua dulce, litio y otros minerales considerados estratégicos y vitales para su seguridad nacional.

Lo dijo desde el primer día en que asumió, agosto de 2021, en referencia a China y Rusia: “la región del Comando Sur es de importancia estratégica… uno de los objetivos es sincronizar nuestro enfoque de cooperación en materia de seguridad, trabajando en todos los comandos combatientes para reducir las brechas que nuestros competidores están explotando”.

Hace unas semanas fue más clara: “¿Por qué es importante esta región? Con todos sus ricos recursos y elementos de tierras raras, tienes el ‘triángulo de litio’, que hoy en día es necesario para la tecnología. El 60% del litio del mundo está en el ‘triángulo de litio’: Argentina, Bolivia, Chile… las reservas de petróleo más grandes, incluidas las de crudo ligero y dulce descubierto frente a Guyana”; “Tienes los recursos de Venezuela, con petróleo, cobre, oro… el Amazonas, los pulmones del mundo… tenemos el 31% del agua dulce del mundo en esta región, tiene mucho que ver con la seguridad nacional y tenemos que empezar nuestro juego”.

Y si de juegos de guerra se trata, ella es experta pues, participó en los bombardeos a Irak y Afganistán, a bordo de los helicópteros Sikorsky UH-60 Black Hawk y otras naves. Hoy está al mando de 1,2 millones de efectivos, listos para operar en los 31 países latinoamericanos que están bajo jurisdicción del Comando Sur.

Uno de los brazos militares más poderosos de Estados Unidos que, desde sus orígenes en 1903, actuó bajo la táctica guerrera del engaño, como cuando Panamá se separó de Colombia. En esa fecha, un grupo de marines llegó al sitio para “proteger el ferrocarril que unía las costas atlántica y pacífica de Panamá”, pero en realidad fue para impedir que el ejército colombiano sofocara la secesión; lograr la independencia de Panamá y luego hacerse del control del Canal.

El Comando Sur que hasta 1984 regentó la Escuela de las Américas, centro de adiestramiento de más de 80.000 militares latinoamericanos golpistas, torturadores y asesinos. Esa escuela que en 2001 cambió su nombre a “Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación de Seguridad”, con sede en Fort Benning, Georgia, donde hoy no solo se da instrucción subversiva a militares, sino también a civiles, entre ellos jueces y fiscales.

Un Comando que, después de la Guerra Fría, cambió su estrategia de intervención directa a la indirecta a través de las fuerzas armadas de los propios países latinoamericanos. Es la cancillería real de Estados Unidos en la región. Ningún funcionario estadounidense hace tantos viajes como los jefes del Comando Sur. Según recuentos periodísticos, entre agosto de 2002 y julio de 2004 el entonces comandante del Comando Sur, general James Hill, hizo 78 visitas a la región. En menos de año y medio, la general Richardson ya fue a Argentina, Colombia, Panamá, Ecuador, República Dominicana, Costa Rica, Chile, Brasil…

Su misión es imponer la nueva versión de la Doctrina Monroe, aquella que Estados Unidos impuso en 1823, en la que establecía que cualquier intervención expansionista de los países europeos en América sería vista como un acto de agresión: “América para los americanos”. Hoy los enemigos son China y Rusia.

La estrategia: 1) preparar el terreno para el regreso de gobiernos de derecha, con el ariete de los medios de comunicación corporativos y un contingente de jueces y fiscales incrustados en los poderes judiciales locales; 2) militarización no solo de la seguridad interna, sino también de la política y otras esferas, a fin de que, llegado el momento, los centros de mando locales, ejecuten las órdenes de sus superiores del Comando Sur; 3) cambios legislativos locales, a fin de tener bajo control cualquier movimiento social o resistencia popular que se oponga a la explotación de los recursos naturales.

El poder: la general Richardson tiene bajo su mando las 80 bases militares que Estados Unidos tiene en Cuba, Panamá, Puerto Rico, Colombia, Perú, Aruba, Curazao, Honduras, Argentina, Chile, Paraguay y Brasil, donde en 1983, construyó la base aeroespacial de Alcántara, con capacidad de lanzar cohetes nucleares.

Javier Bustillos Zamorano es periodista.