Las primarias dirimidoras
Rubén Atahuichi
El Movimiento Al Socialismo (MAS) se encuentra inmerso en una interminable guerra interna, que cada día que pasa devela escándalos, catarsis y presunta corrupción. Comenzando por su líder, Evo Morales, la disputa política es “fratricida” y no encuentra un límite, a pesar de los llamados desesperados de unidad de su militancia.
El congreso partidario del domingo pareció su espacio de reencuentro, pero solo sirvió de palestra para la difusión de sus divergencias. Mientras Morales encaró, otra vez, al presidente Luis Arce sobre la necesidad de cambiar a los ministros “ortodoxos”, el mandatario pidió respeto a las diferencias y al “pluralismo de ideas”.
No contentos, ambos líderes se arroparon luego en las redes sociales para endilgarse culpas, errores y alusiones. Morales cuestionó la demanda de unidad del MAS a costa de “perseguir a evistas y beneficiar a luchistas”, y Arce recordó sin nombrarlo que “los dueños del instrumento político son las organizaciones sociales”.
El lunes continuaron los ataques. En el aniversario del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (Conamaq), Arce aludió a Morales por su permanente interés por el poder y, recientemente, por las repostulaciones presidenciales. “De ustedes hemos aprendido que el mandato de las autoridades tiene un fin, que hay una temporalidad del mandato”, dijo el mandatario en franca alusión a su compañero.
Desde septiembre del año pasado, cuando Morales denunció que es víctima de un “plan negro”, sus alusiones al presidente Arce, a los ministros y a las políticas del Gobierno han sido incesantes, al extremo de causar fisuras internas y la división partidaria entre “luchistas” y “evistas”, entre “renovadores” y “radicales”.
Aparentemente, el MAS no halla un punto de conciliación, para desesperación de sus militantes que en esa situación no comulgan con las discrepancias impulsadas desde el entorno de ambos líderes. Ajeno a estas disputas internas, el exvicepresidente Álvaro García Linera, leal compañero de fórmula de Morales, apareció en el escenario para advertir de que este escenario no augura una victoria del MAS en las elecciones de 2025. En una entrevista con LA RAZÓN, dijo que, separados, Morales y Arce no llegarán ni al 30% de los votos.
Y el lunes, en una entrevista con el periodista Junior Arias, desesperado pidió a ambos líderes que “no desangren el instrumento”. Les sugirió que se reúnan y resuelvan sus diferencias. “El riesgo de la derrota (en 2025) tiene dos nombres: Evo y Luis”, dijo. Y si es derrota, “no los vamos a colaborar”, asestó el exvicepresidente.
Cuál será el límite de ese suicidio político, más allá de la también dividida oposición, que, con sus particularidades, se decanta y a la vez se aleja también de sus líderes. Creemos está en desbande, mucho más desde el encarcelamiento de Luis Fernando Camacho, y Comunidad Ciudadana (CC), bajo disidencias consumadas que cuestionan el liderazgo de Carlos Mesa.
Por el momento, el MAS está encaminado al precipicio, en desmedro del proceso que encarnó en los últimos años. Sus tensiones no encuentran sino una última posibilidad de reencauce, a la mala, quizás más desangradora a la luz de las campañas que implicarán: las primarias de las elecciones generales de 2025.
Allegada a Morales y respetuosa del mandato de Arce, la exsenadora Adriana Salvatierra esbozó el lunes en Piedra, papel y tinta, de La Razón, la posibilidad de una forma política de resolver la crisis. Dijo que la unidad no se construye “en base a concesiones o desprendimientos personales”, sino “en base a una correlación de fuerzas en un momento político determinado”.
Mientras sufre esa lucha encarnizada, que da para largo, el MAS está obligado a encontrar una salida razonable en las elecciones primarias que, por la evidencia de las probabilidades, ponen frente a frente a Morales y Arce. El primero está empeñado en volver a ser candidato, luego de una pausa y varias reelecciones, aunque no lo anunció aún, y el segundo, tiene derecho constitucional a una nueva postulación, y su entorno lo está impulsando.
Por el momento, ni el Pacto de Unidad, que arropa a Arce, ni la dirección del MAS consideraron esa posibilidad. Es que, a su turno, están sumergidos impotentes en la crisis y afanados en retirar del camino a Arce, como lo admitió Gerardo García.
Las primarias requerirán de un desprendimiento democrático, abstraído de posiciones radicales. ¿Serán capaces?
Rubén Atahuichi es periodista.