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Sunday 26 Jan 2025 | Actualizado a 06:21 AM

Reputación en tiempos de incertidumbre

/ 1 de abril de 2023 / 01:20

En un contexto político y económico complicado y crítico como el boliviano, la reputación de las empresas se vuelve aún más crucial. La forma en que una empresa es vista por su público puede tener un gran impacto en su éxito o fracaso en el mercado, y esto es especialmente cierto en tiempos difíciles. Por lo tanto, es fundamental que las empresas bolivianas presten atención a la gestión de su reputación, y que lo hagan de manera consciente y estratégica.

Las empresas que logran mantener una buena reputación, a menudo se benefician de una mayor confianza y lealtad de sus clientes, lo que puede traducirse en un aumento de las ventas y la fidelización de los clientes. Además, una buena reputación también puede ser un factor determinante para atraer y retener a los mejores talentos del mercado, lo que puede ser un factor clave para la capacidad de la empresa de innovar y crecer.

En un entorno político y económico inestable, la gestión de la reputación también puede ser un factor clave para minimizar riesgos y reducir la volatilidad. Las empresas que se preocupan por su reputación suelen estar más atentas a los cambios en el entorno político y económico, lo que les permite tomar medidas proactivas para mitigar los riesgos asociados.

Por ejemplo, en un entorno político en el que las relaciones entre empresas y gobierno pueden ser especialmente tensas, una empresa que cuide su reputación puede ser vista como un actor más confiable y transparente por el público y por las autoridades. Del mismo modo, una empresa con una buena reputación puede ser vista como más estable y menos riesgosa por los inversores y otros stakeholders clave, lo que puede ayudar a mantener una base sólida de apoyo en momentos difíciles.

En resumen, en un contexto político y económico complicado y crítico como el boliviano, la gestión de la reputación es más importante que nunca.

Por el contrario, si las empresas no gestionan adecuadamente su reputación en tiempos de incertidumbre o crisis, pueden enfrentar varios riesgos importantes.

En primer lugar, una mala reputación puede llevar a una disminución de las ventas y la pérdida de clientes. Si los consumidores perciben que la empresa no está operando de manera ética o responsable, pueden decidir no hacer negocios con ella, no comprar sus productos. Esto puede tener un impacto significativo en los ingresos y la rentabilidad de la empresa.

En segundo lugar, una mala reputación puede afectar la capacidad de la empresa para atraer y retener a los mejores talentos del mercado. Si la empresa es vista como poco ética o poco responsable, puede ser más difícil atraer a los candidatos adecuados y retener a los empleados existentes. Esto puede limitar la capacidad de la empresa para innovar y crecer, y puede ser especialmente problemático en un entorno económico difícil, como el que estamos atravesando.

En tercer lugar, una mala reputación puede llevar a la pérdida de la confianza y el apoyo de los stakeholders clave, incluyendo inversores, proveedores, reguladores y la comunidad en general. Si estos grupos pierden la confianza en la empresa, pueden tomar medidas para reducir su relación con ella o incluso hacerle frente.

Eduardo Silva es especialista en gestión de la reputación empresarial y COO de WeCom Bolivia.

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¿Big Data vs. encuestas? Es hora de tomar una decisión

Eduardo Silva

/ 8 de noviembre de 2024 / 06:01

Las elecciones en Estados Unidos han vuelto a poner sobre la mesa una realidad inquietante: las encuestas tradicionales, aun respaldadas por instituciones de renombre, son cada vez menos fiables para anticipar resultados.

Hace apenas un mes (y también más recientes), una decena de las encuestas más respetadas asignaba a Kamala Harris una ventaja mínima sobre Donald Trump en el voto popular, proyectando una carrera reñida en la que Harris podría mantener una ligera ventaja. Sin embargo, el desenlace fue contundente: Trump no solo capturó el voto popular, sino que arrasó en el colegio electoral, contraviniendo los pronósticos y dejando perplejos a muchos analistas.

Por ejemplo, The Economist, YouGov, Ipsos – Reuters, Morning Consult, CNN, CBS, NBC, Fox (que es una cadena poco amigable con Kamala) y el New York Times (que ciertamente está con Harris y que no manipularía una encuesta), e incluso el gurú de las encuestas que rara vez se equivoca, Nate Silver, le daban una victoria a la candidata demócrata, estrecha, pero victoria al fin.

Este giro lleva a preguntarnos si las encuestas, con sus muestras limitadas y métodos tradicionales, pueden realmente captar el complejo sentir de un electorado polarizado y cambiante, o si es hora de adoptar herramientas de análisis más avanzadas y precisas, como el Big Data y la escucha social.

Mientras que las encuestas se basan en muestras selectas y un sinfín de factores que introducen sesgos, el Big Data y la escucha social representan un salto hacia una comprensión más real y dinámica del electorado. En lugar de depender de preguntas y respuestas directas, estas herramientas permiten observar conversaciones y comportamientos espontáneos en tiempo real.

El Big Data, con su capacidad para procesar y analizar millones de datos provenientes de interacciones en redes sociales, foros y medios digitales, búsquedas, entre otros, ofrece una visión clara y sin intermediarios de las opiniones y actitudes del electorado. La escucha social, por su parte, permite detectar sentimientos y tendencias en tiempo real, capturando los cambios emocionales y las preocupaciones que pueden influir en la intención de voto de manera más precisa que cualquier encuesta. Estas metodologías no solo brindan una imagen más completa del electorado, sino que también reducen el sesgo, al analizar a los votantes en su entorno natural, sin las limitaciones de un cuestionario.

Este avance en el análisis de datos plantea una pregunta esencial para el futuro: con las elecciones presidenciales en Bolivia programadas para agosto de 2025, ¿seguirán los candidatos bolivianos apostando por métodos tradicionales o tomarán nota de lo ocurrido en Estados Unidos?

La situación norteamericana ofrece una lección crucial: en un escenario político tan volátil y dividido, las herramientas de análisis deben adaptarse a la complejidad del electorado. El Big Data y la escucha social son capaces de reflejar esa realidad de manera fiel, detectando micro-tendencias, entendiendo las emociones en torno a temas clave, y ajustando los análisis conforme evoluciona la conversación pública.

Si los candidatos bolivianos quieren evitar el mismo error que ocurrió en Estados Unidos, tendrán que considerar seriamente la adopción de estas tecnologías. Seguir confiando únicamente en encuestas podría ser un error costoso, que les impediría captar con precisión el verdadero sentir de la ciudadanía y responder a sus demandas con estrategias efectivas.

Los resultados en Estados Unidos marcan sin duda un punto de inflexión, una señal de que el tiempo de las encuestas tradicionales podría estar agotándose. A medida que el Big Data y la escucha social demuestran su capacidad para prever cambios en la intención de voto, no solo en términos numéricos sino también emocionales, queda claro que estos métodos ofrecen una ventana hacia el futuro de la política.

La capacidad de anticipar cambios en la percepción de los votantes, de entender sus emociones y preocupaciones más profundas, y de captar el pulso social a medida que evoluciona, pone al Big Data y a la escucha social en el centro de la estrategia política moderna. En un mundo donde el comportamiento electoral es cada vez más difícil de predecir, estas herramientas pueden ser el aliado decisivo para candidatos que deseen entender y responder verdaderamente a sus votantes.

La pregunta ahora es si los candidatos bolivianos aprenderán de esta lección o si, una vez más, veremos una elección marcada por pronósticos fallidos y estrategias basadas en una comprensión incompleta del electorado.

*Eduardo Silva es especialista en gestión de la reputación empresarial y COO de WeCom Bolivia.

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Visita al McDonald’s: ¿Trump a la parrilla?

/ 24 de octubre de 2024 / 06:05

La reciente visita de Donald Trump a un local de McDonald’s en Feasterville, Pensilvania (uno de los Estados considerados clave), ha generado tanto atención mediática como controversia en redes sociales, pero ¿fue una estrategia acertada de su campaña? El expresidente fue fotografiado atendiendo en el “drive-thru” y sirviendo papas en un evento orquestado a puerta cerrada, con asistentes y vehículos previamente seleccionados.

Aunque McDonald’s ha dejado claro que no apoya a ningún candidato, la visita ha generado una oleada de reacciones, tanto a favor como en contra. De hecho, McDonald’s ha dicho que no es ni rojo ni azul, son dorados e invitó a Kamala yTim Walz a visitar uno de sus restaurantes para demostrar cómo la multinacional estadounidense crea oportunidades y procura soporte a las comunidades locales.

Desde una perspectiva de marketing político, este tipo de acciones son lo que podríamos llamar disruptivas. Generan conversación al romper con las expectativas tradicionales de lo que se espera de un candidato presidencial, especialmente en una campaña tan polarizada como la actual. Al aparecer en un entorno tan popular y común como McDonald’s, Trump intenta conectar con el “americano promedio” y posicionarse como cercano al pueblo, en contraste con la élite política. Este gesto, sea auténtico o una simple puesta en escena, tiene el potencial de atraer a votantes que valoran este tipo de símbolos de cercanía.

Sin embargo, la clave de una estrategia como esta es la autenticidad percibida. Si los votantes y usuarios de redes sociales perciben que todo es un montaje cuidadosamente planeado y ejecutado para las cámaras, puede volverse en contra. La autenticidad es uno de los valores más apreciados por los votantes en la era digital, y el hecho de que todo estuviera “simulado” puede ser motivo de críticas, especialmente si se considera que los asistentes fueron preseleccionados y los vehículos alineados como parte de la escenografía. En las redes sociales, este tipo de eventos pueden volverse un arma de doble filo: por un lado, generan atención, pero por otro, abren la puerta a cuestionamientos sobre la sinceridad de la campaña.

En términos de conversación en redes, una visita de este tipo está diseñada para viralizarse. Las imágenes de Trump sirviendo comida son fácilmente compartibles y generan reacciones polarizadas: unos lo verán como un gesto populista efectivo, mientras otros lo criticarán por lo que consideran una actuación poco genuina. Sin embargo, la conversación que se genera en torno a si esta visita fue un acto de relaciones públicas genuino o una mera puesta en escena podría ser el verdadero motor de su viralidad. En este sentido, más que el acto en sí, lo que importa es cómo la conversación se sostiene en las redes sociales: ¿se debatirá sobre si fue auténtico? ¿Se cuestionará la veracidad de la escenificación? ¿Los memes y reacciones fortalecerán su imagen o la dañarán?

Ya lo decía George Orwell: “En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario”.

Eduardo Silva es especialista en gestión de la reputación empresarial y CEO de WeCom Bolivia.

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Francia vs. Shein: el ‘fast fashion’ al debate

Eduardo Silva

/ 12 de marzo de 2024 / 06:41

La creciente preocupación ambiental ha elevado la importancia de la sostenibilidad en el ámbito empresarial europeo. Un reflejo de esto es la reciente iniciativa de Francia de aprobar una ley en marzo imponiendo un impuesto de 5 euros por prenda a las empresas de fast fashion, entre las que se encuentra Shein, conocida por lanzar hasta 1.000 nuevos modelos diarios al mercado.

Shein se encuentra en la mira como la primera plataforma de e-commerce afectada por esta nueva legislación francesa, después de experimentar un crecimiento meteórico a nivel mundial. Sin embargo, su posición como referente del fast fashion ha generado inquietudes en cuanto a aspectos de RSE, abordando tanto la legislación laboral como el innegable impacto ambiental de este tipo de prendas de consumo rápido.

En Bolivia, Shein es conocida gracias a Marcelo Claure, un exitoso empresario boliviano designado hace poco como el nuevo vicepresidente ejecutivo mundial de la empresa. Claure está liderando la formación de una junta consultiva en Latinoamérica e invertirá más de $us 100 millones en la compañía, comprometiéndose a abrir 2.000 fábricas y generar más de 100.000 empleos, según su reunión con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva.

La medida, impulsada por diputados conservadores como Antoine Vermorel Marques bajo la etiqueta #StopShein, busca frenar el impacto negativo de la moda rápida en la industria textil francesa y el medio ambiente, argumentando que la moda ultrarrápida contribuye al desperdicio al generar prendas de un solo uso.

Existen opiniones divididas entre los consumidores: algunos dicen que el impuesto limitaría la capacidad de elección y acceso a la moda para aquellos con menos recursos, mientras que otros lo ven como una medida necesaria para contrarrestar los efectos perjudiciales de la moda rápida en el medio ambiente y la industria local.

En respuesta a las críticas, Shein ha defendido su modelo de negocio y rechazado la etiqueta de “cultura del descarte”. La marca argumenta que el impuesto propuesto puede perjudicar al consumidor y destaca su papel en la transformación del mercado de la moda.

En el horizonte empresarial del siglo XXI, la sostenibilidad emerge como una fuerza impulsora crítica que redefine las reglas del juego. No es simplemente una tendencia, sino una genuina preocupación de la población en torno al cuidado del medio ambiente y la reducción de desperdicios a nivel masivo.

Es crucial analizar detenidamente las acciones de las empresas que se autodenominan sostenibles o eco-amigables, evitando caer en prácticas de greenwashing. De hecho, el Parlamento Europeo ha aprobado una nueva directiva contra el greenwashing para combatir estas malas prácticas.

La propuesta de Francia de establecer un impuesto a las empresas de moda rápida es solo un ejemplo de cómo la sostenibilidad está dejando su huella en el mundo del comercio electrónico.

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Comienza la Barbieheimer

En internet lo llaman Barbieheimer y la estrategia para publicitarlas ha sido espectacular

Eduardo Silva

/ 21 de julio de 2023 / 08:02

Empieza la lucha entre Oppenheimer y Barbie, así que si no tienes planes para este finde, ir al cine no es mala opción. Pero vamos un poco más allá de la recomendación para pasar el tiempo.

En internet lo llaman Barbieheimer y la estrategia para publicitarlas ha sido espectacular. Seguro que conoces a alguien que quiere ver una o la otra (o las dos).

A la industria del cine le ha ido de lujo en su lucha por competir con las plataformas de streaming y recuperar el vínculo que tenía con la audiencia. ¿Qué más?

El enfrentamiento en internet entre Barbie de Greta Gerwig y Oppenheimer de Christopher Nolan comenzó desde que anunciaron su fecha de estreno: 21 de julio.

Lea también: La tragedia del Titán y su comunicación

No es raro que los estudios de cine programen estrenos de películas de diferentes géneros en un mismo fin de semana, pero las marcadas diferencias entre una película intensa y seria sobre el hombre que supervisó el desarrollo de la bomba atómica y una antropomorfización alegre y rosada de una muñeca de la infancia, se convirtió rápidamente en algo ultraviral.

Hay quienes dirán que Barbie le gana a Openheimer por goleada, en cuanto a su comunicación se refiere. Ambas películas han generado mucho revuelo y la comunicación detrás de ellas ha sido un factor clave para generar emoción y anticipación.

A pesar de sus temas muy diferentes, ambas películas han generado mucho entusiasmo entre las personas. Barbie ha sido elogiada por sus temas feministas y su elenco estelar, que incluye a Emma Stone, Margot Robbie y Florence Pugh. Oppenheimer, por otro lado, ha sido elogiada por su precisión histórica y su interpretación de una de las figuras más importantes del siglo XX.

En una era donde la tecnología desplaza a los juegos tradicionales, reaparece Barbie para decirnos “dentro de cada mujer no importa su edad, hay una Barbie”. Mucha gente ha opinado en redes sociales que la campaña ha sido tan masiva y tan buena, que la gente ni siquiera está esperando que la película sea buena; solo quieren verla y creo que están dispuestos a aceptar lo que sea que venga de Barbie.

Otros piensan que la película es el rescate perfecto para un producto que había caído en ventas, es decir una obra maestra del marketing para Mattel.

Los números hablarán por sí solos y veremos si este despliegue se traduce en la taquilla, por lo pronto le está trayendo, a las dos películas, miles de conversaciones y de audiencias súper complementarias.

El presupuesto de marketing de Barbie, por ejemplo, supera los $us 100 millones y se ha gastado en casi todos los rincones del mundo. Hace poco veíamos en Bolivia a la tiktoker potosina Albertina Sacaca en una gala previa al estreno, junto a otras celebrities. Sin duda, Albertina arrasó frente a sus compañeras de pasarela. Le puso a la Barbie lo que no tenía, piel morena, autenticidad y humildad. Resultado: mucha más conversación sobre Barbie.

Ambas películas han hecho uso de las redes sociales para promocionarse e interactuar con los fans. Barbie tiene una fuerte presencia en Instagram, donde ha compartido fotos y videos detrás de escena del elenco y el equipo. Y en cada país, se aportó al tema desde sus acciones de márketing específicas.

Oppenheimer también usó Instagram para compartir fotos del set y promover la precisión histórica de la película.

La atención no podría ser mayor, la conversación no podría ser más fuerte y eso que ninguna de las películas tiene reseñas oficiales todavía.

Barbie ha mostrado tener infinitas oportunidades para fotografías muy rosadas y brillantes, asociaciones con marcas para aparentemente todo, desde ropa interior hasta flotadores de piscina, eventos de fans a gran escala con firmas de autógrafos, etc. En otras palabras, la campaña de Barbie se volvió nuclear (irónicamente).

Oppenheimer tiene en cambio la bomba, el misterio seductor y el gancho de la pantalla grande, pero no es el tipo de película que se presta, digamos, a una colaboración con una gaseosa, un helado o unos jeans.

Si somos francos, mucha gente planea ver ambas películas, sin ruborizarse. Tom Cruise, cuya Mission: Impossible-Dead Reckoning Part One se estrenó hace poco más de una semana antes del enfrentamiento del Barbieheimer, dijo en su debut que planea ver ambas películas el día de su estreno, probablemente comenzando con Oppenheimer, que parece ser el orden de visualización preferido por la gente, según los comentarios de las redes sociales.

Bueno, vayan preparando la billetera para comprar un combo doble de pipocas.

(*) Eduardo Silva es especialista en gestión de la reputación empresarial y COO de WeCom Bolivia

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La tragedia del Titán y su comunicación

No hubo ningún portavoz oficial, ninguna aparición pública de la compañía OceanGate

Eduardo Silva

/ 6 de julio de 2023 / 07:46

Leí muchas noticias sobre el tema, blogs de expertos, reportes, etc., y ahora que ha pasado algún tiempo escribo estos apuntes sobre el manejo de la crisis de comunicación en torno a la tragedia del sumergible Titán, algo sobre lo que prácticamente todo el mundo se enteró.

Comienzo, a que no sabías que: la esposa del CEO de OceanGate Expeditions, Wendy Rush, era la directora de comunicación de la compañía; solo difundió un comunicado, parco y escueto, de cuatro puntos durante los cinco días que duró la crisis y nada más; demoró más de ocho horas en dar aviso de alerta para iniciarse las labores de rescate; y solo después que el contralmirante de la Guardia Costera de EEUU John Mauger diera una conferencia de prensa el jueves 22 de junio, el cofundador de OceanGate, Guillermo Sohnlein, hizo declaraciones diciendo que no se hagan especulaciones sobre el origen de la implosión.

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Analizando el caso, se ve que hay una suma de errores en el manejo comunicacional sobre el hecho. Me llamó mucho la atención la ausencia de comunicación por parte de la compañía, la reacción inicial y la postura adoptada durante los cinco largos y angustiosos días hasta la confirmación del desenlace fatal.

Este caso sirve para poner en valor la importancia de la comunicación en la gestión de una crisis, o en una catástrofe, y de contar con una metodología previa de gestión de riesgos que incluya la importante dimensión de la reputación. Algo que, por la reacción de la compañía, ha quedado patente que no existía. Seguro muchos estarán pensando automáticamente en lo que pasó en estas latitudes con el Banco Fassil.

La incertidumbre reinó durante todo el tiempo y los silencios de la empresa fueron llenados por otros, con sus intenciones y sus expectativas. Esto nunca debió pasar. La incertidumbre solo se arregla con comunicación; las presiones y la incertidumbre se adueñan de la situación ante la falta de certezas y la ausencia de comunicación.

Hubo al menos estos errores: En primer lugar no hubo agilidad, es decir que no se actuó con rapidez ya que demoraron más de ocho horas en dar la alerta e iniciar el rescate (aspecto apuntado más arriba). Esto muestra la inexistencia de una metodología para sucesos así y de acciones específicas vinculadas al manejo de la crisis desde el punto de vista de la comunicación. También se notó que no tenían un manual de crisis, lo cual es incomprensible habida cuenta que el “servicio” de la empresa era altamente riesgoso.

Por otro lado, hubo falta de transparencia y mucho silencio: OceanGate solo difundió un comunicado el 19 de junio (un día después de informado el hecho) sin firmar y lo hizo por Twitter, no lo pusieron en su página web ni lo difundieron por otras vías. Luego de eso… silencio, como el de las profundidades del mar donde estaba el Titán.

Asimismo, no hubo empatía: No se vieron muestras de sensibilidad en el comunicado, mucho menos condolencias después de conocida la implosión, tampoco muestras de ser empáticos, de apoyo a las familias y a los equipos de rescate en todos los días angustiosos y, mucho menos, disculpas por la terrible situación que estaban viviendo los familiares que contaban cada minuto que transcurría.

Finalmente, no se vio un vocero oficial a cargo: No hubo ningún portavoz oficial, ninguna aparición pública de la compañía. Han sido la Guardia Costera de EEUU y las autoridades de Canadá las que actuaron como voceros ofreciendo información actualizada y dando conferencias de prensa. Simultáneamente, se multiplicaron rápidamente por todo el mundo los portavoces no oficiales como oceanógrafos, militares marinos, extrabajadores de la compañía, etc., que opinaban y daban su versión de los hechos. OceanGate perdió el control de la narrativa del hecho.

En cuanto a los aprendizajes podemos anotar estos, ineludibles: si no se informa, si no se comunica, es imposible liderar la narrativa del hecho; los silencios los llenan terceros con sus propios intereses; siempre se buscan y se necesitan explicaciones; no hay que entrar en las especulaciones pero sí comunicar desde la verdad y los hechos confirmados; sin comunicación aumenta la falta de credibilidad y otras narrativas, usualmente negativas, se posicionan en el imaginario de las audiencias.

También podemos mencionar los siguientes: sin comunicación se rompe la confianza; no hay nada más rentable que invertir en la anticipación, en saber manejar situaciones críticas desde la comunicación y, finalmente, la reputación es el activo intangible más importante para una compañía.

(*) Eduardo Silva  es especialista en gestión de la reputación empresarial y COO de WeCom Bolivia

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