Voces

Wednesday 7 Jun 2023 | Actualizado a 20:24 PM

Los independientes

/ 2 de abril de 2023 / 01:13

Una simpática nota de prensa del diario verde informa algo así: activistas independientes proponen que los juristas independientes participen en una comisión independiente que elija postulantes independientes para las elecciones judiciales. Demás está decir que el diario se autodefine también como independiente y todos sus analistas de cabecera, sin excepción, son probadamente independientes, por más que tengan divisa. Y así, por los siglos de los siglos…

Por supuesto que se trata de una exageración. La independencia, por mucho que se alardee y exprima, no alcanza para tanto. Lo más crítico no es el exceso, sino su empleo instrumental y excluyente. Instrumental porque (mal) sirve para intentar encubrir posicionamientos marcadamente situados en el campo de la oposición. Y excluyente porque permite, a los autonombrados independientes, esos buenazos, descalificar a los otros, esos afines/ funcionales al poder.

Veamos a los juristas que promueven hoy una saludable iniciativa de reforma judicial. Son independientes, ciertamente, del oficialismo y sus ramificaciones. Pero casi todos ellos provienen y/o habitan en la vereda opositora. Y es respetable. Lo feo es no decirlo. Algo similar pasa con los analistas “independientes”: exembajador a secas, dice el diario naranja de un diplomático en fuga reciclado en el régimen de Áñez. O expertos, llaman a individuos con prontuario político.

¿Y los medios/periodistas independientes? Con la capilla hemos topado, Sancho. Hace algunos años, cerré la crítica a un librito de intervención política y su evidencia remota con una expresión grosera: “medios independientes mis pelotas”. La retiro, por supuesto. Hoy diría algo más elegante: medios/ periodistas independientes, esa gran falacia. Se ha demostrado sobradamente que el establecimiento-construcción de la agenda mediática es todo menos independiente.

¿Y qué decir de las asociaciones del gremio? Hace unos días, en su encuentro con los visitantes de la CIDH, un grupo de periodistas puso en evidencia que las dirigencias de estas asociaciones, en clave de operadores políticos: a) usan a las instituciones para favorecer su posición ideológica, b) aplican discriminación entre sus afiliados y c) ocultan información sobre ataques a periodistas y medios que no son de su agrado. Igual juran que son independientes, faltaba más.

Hay mejores fórmulas, que la falaz independencia, para describir el periodismo de trinchera. Medios críticos del poder, por ejemplo. Periodistas que interpelan. “Naturaliter de derecha”, como decía Bobbio. O de izquierda. Todo ello necesario y valioso en democracia. Pero no nos vendamos simulacros.

FadoCracia polarizada

1. ¿De qué hablamos cuando hablamos de polarización? Hay algunas intuiciones. 2. Sabemos que la polarización llegó para quedarse. No recién en 2019. No solo a Bolivia. 3. Asumimos que la polarización opera con ruido en el campo político-mediático. Pero circula también en los patios interiores de la sociedad. Y provoca miedos, silencios, esquinas rotas. 4. Es una polarización discursiva, con relatos irreconciliables que degradan la conversación pública. Claro que se nutre de tensiones irresueltas de la historia larga (racismo, desigualdad, patriarcado, dominación, regionalismo). Y las alimenta. 5. ¿La polarización es redituable? En principio sí, en especial agitada en las tribunas propias. Pero abruma y agota al resto del personal. 6. Según la primera encuesta nacional de polarización (proyecto Unámonos), lo que nos polariza nos confina, nos aísla, nos atemoriza, nos radicaliza, nos invisibiliza. Pero no todos estamos polarizados ni de la misma manera. Hay esperanza. 7. Cierto que no nos vamos a “despolarizar”. Ni habrá (re)conciliación sin verdad, reparación, justicia. Pero al menos, si queremos, podemos vivir juntos.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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Un libro, Mario y la BBB

/ 28 de mayo de 2023 / 01:09

Un señor, que se (re)presenta como “investigador, autor de libros y videos documentales”, escribió un libro con ostentoso título: Tomografía del Estado narco. Y por supuesto quiso publicarlo y presentarlo. Hasta ahí todo bien. Cada quien con sus aficiones, virtudes y vicios. Hay cantidad de libros, varios impresos por cuenta propia, que circulan buscando nutrir la conversación pública. A veces la pretensión es más modesta y vanidosa: decir soy “autor de libros”.

El problema de la Tomografía de marras es que quiso entrar por la ventana en la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia (BBB). No encontré ninguna noticia al respecto, pero el periodista Mario Espinoza asegura que el autor, también ejecutivo de un extraño grupo llamado Conade, llevó su libro a la BBB demandando su publicación. Por supuesto le dijeron que No, ubíquese señor, tome su medicamento y cosas peores. Ah, quién pudiera estar en la selecta lista de la Biblioteca.

El que también tendría que ubicarse es el periodista. La BBB es el proyecto editorial más importante y ambicioso de nuestra historia. Se ha propuesto la publicación, hasta 2025, de 200 obras definidas como fundamentales de la cultura boliviana e imprescindibles para la comprensión del país. Tales obras fueron seleccionadas por un Comité Editorial compuesto por un grupo plural de personalidades irreprochables que deliberaron durante más de seis meses.

Resulta que Espinoza cree que la BBB debió publicar el libro del tomógrafo. Y que no hacerlo es censura (sic) y equivale incluso a la “quema de libros” (recontra sic). ¡Qué tal! Siéntese señor. Faltaría que cualquiera lleve su obrita a la Biblioteca y haya que publicarla. Parece que la fuente de enojo del periodista es que entre los 200 títulos de la BBB ninguno pertenece a su prolífico amigo Carlos Mesa, que fue parte del comité y, por tanto, participó en la selección. Por algo será.

Este episodio deja algunas reliquias ejemplares. Conmueve que el cabecilla del Conade crea que su libro puede ser publicado en la Biblioteca del Bicentenario. Impresiona que el periodista destile tanta mala leche contra una iniciativa editorial cuyas obras le parecen lindas y va comprando. Y es penosa la ignorancia del otro periodista, ese que ve con ternura a los curas pederastas, que no tenía ni idea de la BBB.

La última noticia sobre la Tomografía es que la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia decidió no cobijar su presentación en el Musef. El Conade habla de “acto cavernario”. Pobre libro, sin Biblioteca que lo publique ni Museo que lo presente en sociedad ni unidad opositora que lo incluya en sus (s)obras completas.

FadoCracia sorda

1. Los jerarcas de la Iglesia Católica, preocupados, han ido ensayando diferentes tácticas defensivas. Quieren enterrar sin daño ni culpa las revelaciones de pederastia en sus esquinas rotas. 2. Primero guardaron un silencio insostenible. Luego pasaron a la negación: “son hechos aislados, errores, desviaciones”. Después se victimizaron: “nos estigmatizan”. Y enseguida usaron la denuncia: “están politizando”. 3. La siguiente táctica era previsible: responsabilizar a los medios. 4. En una homilía, el arzobispo de Santa Cruz reseñó el lamento: a los medios solo les interesa lo negativo (denuncias de abusos sexuales), pero no informan nada sobre lo positivo (65 sacerdotes se reunieron para la formación permanente). 5. Esperé sentado la reacción pronta y firme de nuestra Asociación de Periodistas ante este “nuevo ataque contra la libertad de expresión”. 6. No hubo pronunciamiento, pero sí invitación a participar ¡en un Concurso de Karaoke! Hay que promover talentos en el gremio. 7. ¿Y la Conferencia Episcopal? Después de mucho rezo y remembranza, admitió que la Iglesia fue sorda. Del alma.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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Cacería de tránsfugas

/ 30 de abril de 2023 / 01:10

Bochorno aritmético. La mayoría oficialista aprobó en grande la “ley del oro” con 54 votos. Era una mayoría relativa y, por tanto, insuficiente. 24 diputados votaron en contra. Se presume que son evistas. Y hubo 41 votos en blanco, declaradamente opositores. Los asambleístas de CC y de Creemos, pues, viabilizaron tal aprobación. Lo hicieron para “mantenerse lejos de los problemas internos del MAS” (sic). “54 es mucho más que 24”, dijo Jerges tratando de justificar la maniobra.

La polémica votación, incluidas rabietas de manual, era insostenible. Por ello, luego de un forzado cuarto intermedio, se volvió a decidir. En menos de 24 horas los números cambiaron: 73 diputados votaron por la aprobación de la ley, 45 en contra y hubo 4 votos nulos. Se obtuvo así la necesaria mayoría absoluta. ¿De dónde provinieron esos 19 votos adicionales que sumó el arcismo? ¿De cuál de las tres bancadas opositoras? ¿Evismo, mesismo, camachismo? Sobran conjeturas.

Según el oficialismo, la nueva mayoría que viabilizó la “ley del oro” es resultado de asambleístas patriotas y de un “nuevo modelo de gobernabilidad”. El evismo sospecha de 11 diputados de Comunidad Ciudadana y 8 de Creemos. El grupo de Mesa jura que los 19 votos provinieron del evismo, aunque activó una investigación en sus filas. Y las cuatro facciones de Creemos se acusan entre ellas. No podían faltar los comedidos que con gran desparpajo hablaron de “maletines negros”.

Más allá de la deplorable “cacería de tránsfugas” declarada en el ámbito de una alicaída Asamblea Legislativa, es innegable la dificultad de las fuerzas políticas para mantener la disciplina en el voto. En el MAS-IPSP la causa es conocida. ¿Y en CC? ¿En Creemos? Las cúpulas partidarias deciden e instruyen. ¿Por qué razón algunos asambleístas no siguen la consigna? ¿Alta “traición”, cálculo estratégico, interés pragmático, convicción, derecho a la disidencia? Hay para todo.

Ni hablar de la falta de transparencia. El autoritario ajuste de cuentas con los 19 diputados que cambiaron la orientación de su voto es inútil, pues se recurrió al secreto. En democracia, los órganos legislativos tienen la obligación de debatir y decidir públicamente. Cuando se impone la opacidad, menudean los recelos. Cuando prima el secretismo, no hay rendición de cuentas. ¿O acaso el temor a la vendetta es tan grande que solo en reserva algunos votan libremente?

Más allá del triste episodio, está en mesa el riesgo de bloqueo y de parálisis institucional para la toma de decisiones. Y preocupa el hecho de que, hoy más que ayer, el (des)acuerdo, la deliberación y el tendido de puentes sean malas palabras o, peor, sinónimo de traición.

FadoCracia fallida

1. A los juristas no independientes les faltaron 666.000 firmas para la convocatoria a una consulta de reforma constitucional. 2. Considerando el objetivo, es un fracaso, aunque se pinte de “gesta histórica” o “principio de la victoria” (sic). 3. Había que lograr el 20% del padrón electoral. No llegaron ni al 12% (menos del 8,5% en cuatro departamentos, ni 2% en Pando). 4. Y eso que la causa fue asumida por el aparato/bloque opositor en pleno: partidos, comités cívicos, operadores mediáticos y sus asociaciones, iglesias, asamblea de derechos humanos, fundaciones, plataformas, redes, oenegés… 5. El referéndum, está visto, es un derecho constitucional cuyo ejercicio está sembrado de obstáculos. Hay requisitos y plazos muy difíciles de cumplir. 6. Igual debemos preguntarnos por qué no prosperó una saludable iniciativa para reformar un sistema de administración de (in)justicia en el que desconfía más del 90% de la población. 7. ¿Prematura politización, apatía, ausencia de debate, miedo, exceso de soberbia, campaña en contra, falta de acuerdos, poca credibilidad de los promotores, trabas burocráticas, polarización?

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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Partidos muralla

/ 16 de abril de 2023 / 02:17

En una de sus propuestas de agenda más relevantes, el informe La paridad más allá de la paridad (Oxfam, 2021) planteó una exigencia con cara de ilusión: “otros partidos, democráticos, paritarios e interculturales, son necesarios y posibles”. Asumo que coincidimos en la necesidad democrática de tales partidos. Tengo dudas acerca de sus condiciones de posibilidad. El desempeño partidario en el último lustro va en sentido contrario: son partidos muralla.

El actual sistema político boliviano tiene nominalmente 11 partidos con personería jurídica vigente, esto es, habilitados para competir en elecciones. Claro que muy pocos cuentan con estructura-presencia territorial, vida orgánica, militancia. Varios existen solo como sigla (lista para negociarse/alquilarse en el siguiente proceso electoral). Y algunos francamente son marginales o residuales. No hay a la vista señales prontas de constitución de nuevos partidos.

Con ese sistema, que cabalga entre la pauta del partido predominante (MASIPSP) y la tentación del pluralismo polarizado, nos encaminamos al próximo ciclo electoral. Partidos que, salvando diferencias, siguen patinando en los tres mandatos que les dio la Ley de Organizaciones Políticas hace cinco años: adecuar sus estatutos orgánicos, actualizar sus padrones de militantes y renovar sus dirigencias. Lo hicieron tarde, mal y nunca. Así no hay “otros” partidos posibles.

El citado informe sobre la paridad demuestra que nuestros partidos están lejos todavía de ser paritarios. En su estructura, sus dirigencias, sus prácticas, son partidos androcéntricos que obstaculizan la participación política de las mujeres. Claro que hay avances, tímidos, en torno al Régimen de Despatriarcalización que deben adoptar. ¿Y la democracia intercultural? Más distante aún. En general, los partidos no han asumido/entendido el principio de demodiversidad.

Y está el gran reto, no de ahora, de la democratización interna. “Quien dice organización, dice oligarquía”, sostuvo Michels hace más de un siglo. La evidencia muestra que un grupo minoritario, alrededor de un liderazgo fuerte, controla la organización. Los partidos realmente existentes son caudillo-dependientes. En nuestro proceso de democratización, los diferentes partidos avanzaron muy poco en la adopción/ejercicio de procedimientos democráticos para elegir y decidir.

Con esos partidos (y algunas alianzas más bien aparentes, amén de precarias agrupaciones ciudadanas) llegaremos al ciclo electoral 2025-2026. Es lo que hay, se podría decir con resignación. O también cabría exigir y tejer: “otros partidos, democráticos, paritarios e interculturales, son necesarios y posibles”.

 FadoCracia sucesoria

1. En un paréntesis de su anorexia informativa, el presidente Arce razonó: “hay que saber cuándo uno cuelga los cachos, como en el fútbol”. Se refería a la dirigencia del MAS-IPSP. Apuntaba, sin nombrarlo, a Evo. 2. Los evistas saltaron veloces. Unos sutiles (“Evo va a seguir jugando y goleando”), otros más rústicos (“a los traidores, desleales y divisionistas, les decimos que aún falta el segundo tiempo”). 3. Colgar los cachos. ¿Cuándo hay que hacerlo? En el fútbol, por motivos de edad, estado físico, culminación de carrera. El retiro suele ser temprano. 4. ¿Y en la política? No parece haber límite de edad (ay, la achachicracia). El estado físico cuenta poco. El repliegue es cosa de cerrar ciclos. 5. ¿Cuándo un líder político debe habilitar su/la sucesión? Hay razones principistas, estratégicas, orgánicas e instrumentales. 6. No hablamos de abandonar la lucha. “Hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles” (Brecht). Es algo más pragmático: ceder la candidatura presidencial. 7. ¿Debería Evo colgar los cachos? Sí, debería. ¿Y Lucho? También. Ambos en nombre del proceso-sujeto plurinacional popular.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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Complicado, tardío, difícil

/ 19 de marzo de 2023 / 00:36

El ejercicio del referéndum en Bolivia tiene varias complicaciones. Y si surge de una iniciativa popular, es más difícil. ¿Se imaginan recolectar un millón y medio de firmas de adhesión, distribuidas en los nueve departamentos del país, en solo 90 días? Y encima la iniciativa debe superar diferentes requisitos y decisiones en tres órganos del Estado: Tribunal Supremo Electoral, Tribunal Constitucional y Asamblea Legislativa. No se sabe, pues, si se logra en el curso de un año.

La descripción tan simple que acabo de hacer parece incuestionable. ¿O alguien cree que llevar a buen puerto una iniciativa de referéndum es un camino sin dificultades, fácil, de rápida ejecución? Y es que una cosa es reconocer un principio, un derecho, un mecanismo de participación/ decisión ciudadana, y otra distinta garantizar su realización. Derechos políticos como el referéndum (ni hablemos de la revocatoria de mandato) deben sortear varios obstáculos para hacerse efectivos.

Algo así fue planteado por el presidente del TSE, Óscar Hassenteufel, en respuesta a una consulta periodística acerca de la iniciativa impulsada por juristas opositores para una reforma parcial de la Constitución en materia de justicia. “La recolección de firmas tiene algunas complicaciones (su verificación por el TSE y luego el plazo para la declaración de constitucionalidad), no sabemos realmente si eso puede avanzar en el curso de este año, se ve difícil”. Qué terrible.

En lugar de enfadarse, como hicieron algunos juristas interesados, o, peor, solicitar la renuncia de Hassenteufel por “atentado a la democracia y faltas graves” (sic), como planteó ese grupo extremoso autodenominado Conade, los impulsores de la iniciativa debieran asumir con realismo que, en el escenario más óptimo, el referéndum podría hacerse en noviembre (no en julio o agosto, como creen). No existe misterio ni “desahucio” ni mala fe, sino aritmética de plazos.

Más allá de que la iniciativa para la anhelada reforma de la justicia prospere o no en las condiciones adversas que enfrenta la convocatoria a una consulta, la cuestión de fondo es si este referéndum puede frenar, “anular” y, por tanto, sustituir a las elecciones judiciales que debieran ser convocadas a mediados de abril (antes de que los juristas y adjuntos concluyan la recolección de firmas). Y la respuesta, señorías, es no. ¿Para qué sostener falacias que provocarán malestar?

El referéndum es un gran salto de ampliación democrática. Además de votar y elegir, nos brinda el derecho a decidir. Hay que garantizar/allanar su práctica, ahora complicada, tardía, difícil. Y que siga la disputa por la demodiversidad en ejercicio.

 FadoCracia curricular

1. La Conferencia (e)Piscopal Boliviana está preocupada por la nueva malla curricular del sistema educativo. Cuestiona la inclusión de contenidos sobre educación sexual integral. 2. Nuestros decimonónicos arzobispos, de manual, no decepcionan: “condonan las condenas/condenan los condones” (Benedetti dixit). 3. Anunciaron así que, desde sus universidades, harán una propuesta de currículo. Llegan tarde y mal en un Estado laico. 4. El problema está en sus dogmas. La educación de la juventud —juran— debe tener como modelo a Cristo Jesús, “el hombre perfecto” (ah, si Jesús escuchara, los expulsaría del templo). 5. Lo peor son sus inferencias: la educación está en la verdad, la verdad proviene de la escuela católica, cuya fuente es Dios (“yo escribo dios con minúscula, ¿y qué?”, dijo el batllista). 6. Los arzobispos, pues, quieren reducir la malla curricular a su verdad divina. Y que la educación sexual se esconda en el “fuero interno de la familia”. Vaya ideología confesional. 7. En el espíritu del buen Tito Monterroso: lo bueno de irse al cielo es que allí los curas retrógrados no se ven.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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‘Suicidio político-electoral’

/ 5 de marzo de 2023 / 03:18

¿Qué pasaría si el MAS-IPSP, que desde 2005 gana las elecciones generales con mayoría absoluta de votos, concurriera dividido en los comicios 2025? ¿Cuán (in)evitable es tal escenario: evistas, por un lado, arcistas, por otro? Asumiendo el carácter especulativo de la indagación, se trata hoy de una cuestión relevante en el campo político boliviano. Por ello, sin intención predictiva sobre un futuro que ya está tocando la puerta, cabe tentar algunos escenarios probables.

No es necesaria la aritmética para asumir que el actual instrumento político, que gobierna el país desde hace casi dos décadas, solo podrá lograr una nueva victoria electoral si se mantiene unido. El ejercicio es simple y lo planteó con lucidez crítica el exvicepresidente García Linera. En el supuesto, incierto, de que el masismo conserve su respaldo mayoritario en las urnas, la escisión provocaría que ninguno de sus dos candidatos se acerque al 50% de votos.

Los números importan. A reserva de cómo se dirima, si acaso, la “posesión” de la sigla para la selección del binomio presidencial, el MAS-IPSP podría terminar su ciclo en 2025 (con deplorable sangría previa) si el evismo y el arcismo no encuentran/ acuerdan pronto algún mecanismo, al menos de procedimiento, para encauzar la gran decisión electoral. Pactar una tregua y esperar las primarias parece razonable, pero ni el estatuto orgánico ni los tiempos políticos dan para eso.

Es evidente, entonces, que la actual disputa interna en el masismo, con riesgo de ruptura, constituye un “suicidio histórico-político- electoral”, como advirtió García Linera. Ni Evo ni Lucho, separados y compitiendo entre sí, ganarían en primera vuelta. Y sus probabilidades en la segunda contra un tercero son más dudosas. Dependerá también de lo que (no) haga la oposición, hasta hoy fragmentada, opaca, carente de liderazgo y de proyecto de país. Sin frente único ni su Bukele a la vista.

Como sea, más allá del próximo ciclo electoral y de las mezquindades partidarias/personales en este tiempo de las cosas diminutas, están en juego cuestiones sustantivas: la unidad del campo plurinacional popular, el horizonte de transformaciones, la agenda del proceso posconstituyente. Cierto que mantener la estabilidad económica es fundamental en medio de la kamanchaka (Calderón dixit), y se aprecia, pero no es un proyecto ni, menos, una alternativa de futuro.

¿Hasta dónde están dispuestas a llegar las facciones hoy enfrentadas del MAS-IPSP en su penoso espectáculo interno descalificador, alentado y celebrado por la oposición y sus operadores mediáticos? Cuidado que con tanto mucho demasiado ruido —como comprobó Sabina— no escuchen el final.

 FadoCracia blasonada

1. Los escudos de armas, todos ellos,  por definición, son feos. Ninguno se salva.Son feos, inútiles y, por tanto, prescindibles. 2. Como toda representación, expresan identidad. Pero también dividen: mi escudo le pega a tu escudo. 3. En general, los símbolos pueden ser cosa seria. Hay quienes los aman (hasta los besan). Y no faltará alguno dispuesto a morir por ellos: el linaje, los escudos, la bandera. Ni hablemos de la Patria. 4. Claro que también están los que desprecian tales símbolos. Y los critican. Como María Galindo, que en pleno corso carnavalero les dijo a los cruceños que su escudo de armas es una copia y un símbolo “colonial, vacío y triste”. 5. Tremenda blasfemia. Seis concejales se sintieron agraviados. Y en sesión veloz y (muy) ordinaria le regalaron a María el homenaje de declararla persona non grata. 6. Todos los blasones heredados de la Colonia son superfluos: castillos, leones, coronas, armas, cruces. Son vanos también los de la República. Y los del Estado Plurinacional. 7. El mejor escudo/trinchera es el que no se necesita.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo. 

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