Incrementar la liquidez en moneda extranjera
Una economía pequeña y abierta como la economía boliviana, por más “blindada” que se crea o se suponga, no puede resistir por mucho tiempo una megacrisis que se prolonga desde los tiempos del COVID-19 en 2020, los efectos de la guerra de Rusia y Ucrania, y el alza tremenda de las tasas de interés, la estanflación y la crisis bancaria reciente.
Oportunamente, alerté en mi artículo Los efectos de la guerra y las opciones de política, en LA RAZÓN, que: “El impacto más notorio en la economía boliviana de esta pluricrisis fue en el desequilibrio del sector externo, el cual se puede enfrentar con mayor endeudamiento externo, modificación del tipo de cambio y con uso de las Reservas Internacionales Netas (RIN). Bolivia optó por las RIN, las cuales, en enero de 2020, antes de la primera crisis, eran de $us 6.374 millones y que, a enero de 2023, como resultado de la pluricrisis, cayó a 3.616 millones, mostrando una pérdida acumulada de $us 2.758 millones”.
La cereza de la torta fue el shock del bloqueo externo relacionado con la crisis del Perú y el bloqueo interno derivado de los problemas políticos que terminó con expresarse en el déficit comercial de $us 250 millones registrado en enero de 2023. Sin embargo, ese déficit fue el sexto mes consecutivo que marcó la reversión de los superávit comerciales mensuales que el país había registrado hasta agosto de 2022.
Desde el año pasado alerté sobre los efectos de la crisis y sobre el uso de las reservas de oro para dar una mayor liquidez en dólares. Lamentablemente, no se utilizó la misma Ley del Banco Central que le permite disponer inmediatamente las reservas de oro, aunque no pignorar, que significa dejar algo en prenda. En cambio, se envió todo un proyecto de ley que sigue durmiendo en la Asamblea.
Así, parte del problema de “liquidez” de dólares que se vive ahora es producto de no haber dispuesto oportunamente de solo una parte de las reservas de oro (una tercera parte equivale a $us 900 millones) para convertirla en “divisas”, pero eso sí, manteniendo el resto, puesto que actualmente está el oro con un precio alrededor de los $us 2.000 la onza troy fina, lo que debería haber sido una buena noticia para el país.
Recién cuando surgieron los problemas de “liquidez”, el BCB dispuso el uso de las tenencias de DEG, que según su comunicado del 15 de marzo, “como todos los activos externos que forman parte de las Reservas Internacionales administradas por el BCB, las Tenencias DEG son de libre disponibilidad del Ente Emisor”. La misma explicación debería haberse aplicado para el uso de las reservas de oro, ya que también son de libre disponibilidad.
Pero, adicionalmente Bolivia tiene capacidad para endeudarse, de obtener un mayor financiamiento externo, puesto que tiene un bajo nivel de endeudamiento, en torno al 30% del PIB, que es muy distinto a la época de la UDP con más del 100% del PIB. Lamentablemente, la aprobación de algunos créditos sigue en la Asamblea y no debería haber trabas políticas para los actuales y menos para los futuros créditos.
Por último, Bolivia es país miembro del FMI y le corresponde el pleno derecho de solicitar financiamiento para atender desequilibrios transitorios de su balanza de pagos que se expresan en la disminución de las reservas internacionales. Chile, Colombia y México, países con gobiernos no neoliberales, tienen actualmente acceso a la Línea de Crédito Flexible (LCF) “para hacer de frente de manera flexible a necesidades de balanza de pagos reales y potenciales”.
Es una línea diferente a los programas ordinarios del FMI, ya que no se desembolsan por cuotas y, además, no está sujeta “a condicionalidad ex post”, es decir, así no cumple una serie de metas estrictas.
Constituye una especie de buffer stock o seguro para hacer frente a los efectos de la desaceleración de la economía mundial, el shock adverso de precios de las materias primas, los efectos de la guerra de Rusia y Ucrania y el alza de tasas de interés internacional. O sea, están diseñados justamente para esta megacrisis.
En consecuencia, hay que poner un nuevo blindaje acorde con los misiles de esta megacrisis y corregir oportunamente nuestros errores o tocar madera.
Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista.