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Polarizados

SIMPLE Y CLARO

Desde el inicio de la historia de la humanidad, la lucha por imponer el pensamiento único ha generado todo tipo de irracionalidades, persecuciones, crímenes. Hipatia, una matemática y astrónoma griega de los albores del siglo V d.C., murió en manos de una turba de cristianos exaltados que la descuartizó por defender la tolerancia y la racionalidad, dos de los grandes enemigos de la ignorancia y la estupidez. A esta saga habría que aumentar la falta de debate, que ha sido reemplazado por una epidemia de la que estamos padeciendo en la sociedad boliviana: la polarización, que no es ni mucho menos un escenario donde se busque racionalmente la explicación y construcción de argumentos para convencer sobre la conveniencia o inconveniencia de la toma de decisiones por el bien común, todo lo contrario, esa polarización es absolutamente irracional, tanto como la turba que asesinó a Hipatia, porque no debate, insulta; no argumenta, miente; el objetivo de los bandos enfrentados es únicamente imponerse a cualquier costo.

La falta de debate con argumentos válidos, racionales, sólidos, sin falsedades, nos está llevando a la más extrema intolerancia de un lado y del otro. Es el tira y afloja sin salida, sin lógica, es la inutilidad, el vacío. La polarización no permite el diálogo, no está en su interés llegar a consensos por mínimos que sean porque se alimenta de la terquedad sin fundamento. ¿Por qué hay temor a debatir ideas? ¿Quizás porque no hay juicios razonables? ¿Quizás solo se quiere generar malestar para obtener réditos particulares?

En los medios de comunicación, la polarización se nutre de las medias verdades. Los titulares pueden asegurar una mentira que no tiene ningún respaldo o simplemente decir todo lo contrario en el desarrollo de la información. La búsqueda de la verdad en tiempos de polarización es un sinsentido, está fuera de moda, cada polo la ha declarado muerta por incómoda.

La polarización ha encontrado sus grandes aliadas en las redes sociales, que se han convertido en fuente de información a sabiendas de su apego a la falsedad, su encantamiento por el rumor, su permanente entusiasmo por el escándalo y su irresponsabilidad ante las consecuencias de su constante insensatez.

Aunque los polos enfrentados digan defender la democracia, lo que hacen es destruirla. Finalmente, los ciudadanos comunes y corrientes miran de palco cómo se sacan trapos al sol, se amenazan, se insultan y agreden. Lo malo es que los ciudadanos no quedan intactos, les llegan los golpes, los escupitajos, los insultos. Hay un punto en el que todo esto se revierte, la gente percibe, se reciente, se enoja.

Lucía Sauma es periodista.