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Friday 22 Sep 2023 | Actualizado a 10:58 AM

El MAS como el MNR

/ 8 de abril de 2023 / 01:03

El caudillismo pazestenssorista condujo a fragmentar el proyecto de la revolución de 1952. Incubó a los “emenerres” respondones que desdoblaron al partido en variaciones que terminaron engendrando a las dictaduras militares de los años 60 y 70. Con el propósito de retener y prorrogarse en el poder, la alianza de clases fue activada con la patraña de la conversión del indígena a campesino, no en un genuino reconocimiento a su existencia e identidad libertaria, sino para funcionalizarlo como ciudadano a fin de que una burocracia heredera de señoritos usufructuara del poder, primero con los 12 años de “período revolucionario” (1952-1964), luego con los 18 años de dictaduras militares (1964-1982) y a continuación con 20 años de neoliberalismo (1985-2005) precedidos de una accidentada coalición como la UDP (1982-1985), que con socialdemócratas y comunistas de la órbita soviética queriendo cogobernar, anunciaba un fracaso de partida que terminó con hiperinflación y la sustitución de esta con el recetario surgido del Consenso de Washington.

Vistas las cosas en tiempo presente, el Movimiento Al Socialismo (MAS), que parecía inscribirse en el “socialismo del siglo XXI”, terminó jugando al “capitalismo andino”, utilizando el transformador expediente de la inclusión social en un dispositivo que a estas alturas se caracteriza por haberse posicionado como funcionalizador del supuesto sujeto histórico, a la manera del MNR, con el que surgía un auténtico nuevo paradigma en la política boliviana.

La sórdida disputa por el liderazgo electoral en el MAS está confirmando que para muchos entusiastas y muy militantes defensores y activistas del “proceso de cambio”, el sujeto histórico queda circunscrito a la figura de un jefe y de nadie más, cuando el manual del buen revolucionario dice que el sujeto histórico de un proceso transformador es un colectivo multifacético con características sociales y económicas, y en el muy particular caso de Bolivia, de una variopinta identidad étnica y territorial. Resulta hasta caricaturesco: el sujeto histórico había tenido nombres y apellidos personales registrados en un documento que puede guardarse en una billetera, y no había sido el resultado de los procesos encarados por soberanía y autodeterminación, por indígenas convertidos en campesinos, por campesinos que van del mundo rural hacia las ciudades para convertirse en obreros y en obreros que conforman una vanguardia minera que ha luchado poniendo el cuerpo, la sangre y los muertos contra el imperialismo que saquea y despoja, que consagra el orden establecido para que los niños bien sigan convencidos que por derecho hereditario son dueños de vidas, de haciendas, del estaño, del oro, del petróleo y hasta del agua.

Los formadores ideológicos, los capacitadores en militancia partidaria parecen no haber hecho su trabajo desde 2006. Porque de lo que se trataba era de explicar y empezar a practicar lo que Jorge Sanjinés nos enseñó con su primer cine y que pasa por la construcción colectiva y comunitaria de un proceso político con cadenas humanas solidarias enfocadas hacia el mismo horizonte. Cuando nos enteramos que un entorno de poder llega a la conclusión que al jefe máximo no hay quién lo sustituya, retrocedo mi mirada y recuerdo las actuaciones de Paz Estenssoro, Siles Zuazo, Guevara Arce, Bedregal Gutiérrez y hasta el mismísimo general Barrientos Ortuño. Con semejante escenografía el Movimiento Al Socialismo (MAS) se está pareciendo cada vez más al MNR burocratizado en que una rosca partidaria terminó sustituyendo a la rosca minera de Patiño, Hochschild y Aramayo.

Con este cuadro histórico político, no tiene que alarmarnos las cada vez más destempladas actuaciones de Carlos Romero denostando al que fuera su compañero de gabinete ministerial, ahora presidente del país. Juega a una ironía desangelada llamándole políglota porque “está callado en siete idiomas”, en alusión a presuntos actos de corrupción de su gestión gubernamental. En este sentido, Romero ha terminado actuando a la manera en que lo hacía el movimientismo de estilo opositor triturador e inconsecuente, tan funcional a los intereses de la derecha más reaccionaria, y con esto ha quedado claro que su práctica política ha consistido en formar parte de una rutina política que lo ha hecho tóxico y hasta perverso, conducta desconcertante si se tienen en cuenta sus antecedentes de activista defensor de derechos de pueblos indígenas de tierras bajas del país.

Hoy día, el MAS-IPSP se perfila como una entidad con dos cabezas y hasta tres, en la que el horizonte de una estrategia transformadora en la correlación de fuerzas de la sociedad boliviana está comenzando a perderse. Y en ese sentido, la nacional popular puede terminar convirtiéndose en el artefacto que acabe con su existencia como sucedió con el movimientismo empoderado en los años 50 que parió una revolución tutelada e inconclusa.

Julio Peñaloza Bretel es periodista.

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Del Castillo-Andrónico 2030

/ 9 de septiembre de 2023 / 02:38

Invariablemente lacónico y sobrio en sus maneras, Andrónico Rodríguez salió a desmentir discretamente a Evo Morales acerca de una supuesta candidatura vicepresidencial para las elecciones de 2030. El jefe del MAS hizo esta afirmación en la última edición de su programa dominical que emite en radio Kawsachun Coca desde el subtrópico cochabambino en el que ubicaba a Andrónico como segundo de un binomio que encabezaría el actual ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, para los subsiguientes comicios presidenciales, debido a que en 2025, la fórmula Arce-Choquehuanca estaría prevista, nada menos que para dar fin con la carrera política de quien gobernara Bolivia casi durante 15 años consecutivos. Evo cree que el camino elegido por quien gobierna hoy es eliminarlo de las opciones políticas para las elecciones a realizarse en algo más de dos años.

Rodríguez dijo que esto no era cierto y su versión queda ahí, con todas las audiencias que hasta hoy no han podido escuchar de parte del actual presidente del Senado ningún planteamiento relacionado con la agenda nacional y ninguna idea novedosa que pueda ayudarlo a posicionarse en situación de liderazgo como señal inequívoca de una carrera pública que se encuentra en sus primeros años de existencia. Andrónico ha resultado parco, soso y notablemente inexpresivo.

Mientras Andrónico andaba en la formalidad de una conferencia de prensa ofrecida desde el recinto institucional de la Cámara Alta, Eduardo del Castillo ni se mosqueó con la nueva declaración del jefe de su partido, por el que saliera a trenzarse a puñetes y patadas con “pititas”, policías y militares en noviembre de 2019, cuando trabajaba junto a Adriana Salvatierra en la Asamblea Legislativa Plurinacional y formaban parte de Columna Sur, facción masista de juventudes de Santa Cruz. El gobierno de Evo se desmoronaba, pero Del Castillo y muchos más de su generación estaban ahí defendiendo la legitimidad presidencial y la idea de que concluyera su mandato en enero de 2020.

No tenemos certeza si con vocación anticipatoria o en plan víctima, Evo Morales subió a Del Castillo-Rodríguez a un podio al que muy probablemente no tenían idea acceder estos dos jóvenes masistas y menos de manera tan temprana. Si Evo pensó que el futuro del MAS y de su proyecto político deberá estar en manos de quienes hoy tienen entre 35 y 50 años, significaría que no está dispuesto a repetir la historia en clave de farsa, incurriendo en los mismos errores táctico estratégicos que supo cometer el MNR entre los años 60 y 90. Si por lo contrario, Evo puso en evidencia a los dos binomios, según él fabricados desde la Casa Grande del Pueblo, para decir que está en marcha un plan para impedir su candidatura, significa que Evo se autodefine como el principio y el fin del MAS.

En una abierta arremetida a cargo de portavoces evistas, entre parlamentarios, exministros y tirasacos profesionales, ha sido precisamente el supuesto candidato a presidente para 2030 el que más ataques ha recibido con un repertorio que va desde su derechización hasta su abierta complicidad con el narcotráfico. El único que obró con hidalguía acerca de este personaje y su agenda fue el ex vicepresidente Alvaro García Linera, que llegó a elogiar al ministro de Gobierno por “hacer bien su trabajo” capturando a personajes protagónicos del golpe de 2019 como Jeanine Áñez y Luis Fernando Camacho. Semejante sinceridad le costó al otrora hombre de confianza de Evo una lluvia de insultos y acusaciones que no lo pasaban de traidor y de “estar trabajando con el gobierno de Lucho”.

Eduardo del Castillo instruyó investigar a fondo la corruptela instalada por su antecesor Arturo Murillo, que en tiempos de Jeanine era quien cortaba el bacalao. Este mismo “niño Ministro”, así apodado por el hijo de un fascista de la dictadura de Banzer, que se cargó a Jeanine, Camacho, y Pumari, intervino decisivamente en el apresamiento de un individuo llamado Misael Nallar, a quien se lo vincula con el clan Lima Lobo y se lo acusa de legitimación de ganancias ilícitas. Pero la historia no acaba ahí, porque éste al que el exministro Carlos Romero amenazaba con “mostrar pruebas de su vinculación con el narco”, continuó su camino airoso porque las denuncias del exministro de Gobierno de Evo Morales nunca pasaron de la amenaza y el exhibicionismo mediático, mientras Del Castillo comenzaba a desmontar con la Policía Boliviana el aparato exportador de cocaína instalado por un tal Sebastián Marset, ciudadano uruguayo a quien facilitaron identificaciones falsas algunas autoridades bolivianas en 2018. Con este panorama, si finalmente el “niño Ministro” llegara a capturar a Marset, podría finalmente, sin proponérselo, darle la razón a Evo para convertirse en algún momento en candidato a la Presidencia del Estado Plurinacional de Bolivia.

Julio Peñaloza Bretel es periodista.

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El peligro del desencanto

/ 26 de agosto de 2023 / 07:03

En las últimas cuatro décadas, la vida política de Bolivia nos ha enseñado que una alianza entre pueblos indígenas, campesinos y trabajadores de las ciudades con un sector de la clase media comprometido en el acompañamiento a ese bloque popular desde los saberes humanísticos, jurídicos, políticos y sociales, podía generar círculos virtuosos en espiral ascendente que permitieran estructurar un país dialogante y eficaz en la desactivación de todas las formas de racismo y de discriminación que han traído consigo desmembramientos territoriales, saqueo de las riquezas naturales, masacres en defensa del orden establecido y el capital, y violencia política en nombre de la libertad entendida e impuesta desde el conservadurismo y el liberalismo a lo largo y ancho de nuestra historia.

Los progresistas bolivianos que pusieron todas las fichas en la ruleta del “proceso de cambio”, desempeñaron roles de un notable activismo político y de gestión pública, para que la realidad de la inclusión social y la ciudadanización de conglomerados marginalizados se materializara en tareas que comenzaron con el cumplimiento de la llamada Agenda de Octubre (2003), la generación de un proceso constituyente y el cambio de matriz de políticas económicas que mutara de capitalizaciones y privatizaciones a nacionalizaciones, redimensionando así el tamaño del Estado y su gravitación en la sociedad, lo que dio lugar a la puesta en vigencia de políticas públicas con objetivos de equidad en la redistribución de los ingresos nacionales como nunca antes había sucedido.

Para que esto fuera posible, no fue el Movimiento Al Socialismo (MAS) el iniciador de esta que en su momento se constituyó en gesta épica. La base política de sustentación en el triunfo electoral primero y en la definitiva toma del poder a continuación, tiene su origen en el Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos (IPSP) que delineó su andadura a través del pueblo organizado a través de sindicatos que constituyen movimientos sociales respaldados por un discurso emancipatorio y de reivindicación de las mayorías que encontró en el Pacto de Unidad conformado por campesinos, indígenas, interculturales (antes llamados colonizadores) y mujeres, el aparato organizativo que relegó a la Central Obrera Boliviana (COB) a un rol de acompañamiento ideológico y político, y que alcanzó tan grande potencia, al punto de haber legitimado en las calles, en las carreteras y en las zonas rurales del país todas las acciones que luego, el engarzamiento del MAS con el IPSP, llevaría adelante Evo Morales en su periplo gubernamental de casi tres lustros.

Para la prosecución fluida y convincente de la llamada “revolución democrática y cultural” era necesario que el rasgo decisionista, predominante en la acción política de Evo Morales como Presidente, encontrara sentido estratégico con prospectiva de largo plazo en la continuidad y la alternancia, cosa que no sucedió porque ese decisionismo eligió la ruta de la búsqueda de una repostulación contra viento y marea que estuvo expresada en el violentamiento de la decisión de un No a esas pretensiones en un plebiscito y en un garrafal error traducido en invento constitucional acerca de una candidatura presidencial, entendida esta como un derecho humano, enfoque que dio lugar al golpe de Estado de noviembre de 2019 y a una posterior decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, rectificando la gansada del Tribunal Constitucional de nuestro Estado Plurinacional: “La reelección presidencial indefinida no constituye un derecho autónomo protegido por la Convención Americana sobre Derechos Humanos ni por el corpus iuris del derecho internacional de los derechos humanos” (agosto, 2021).

A dos años de la respuesta de la Corte Interamericana a solicitud de opinión consultiva del gobierno de Colombia, Evo Morales ha decidido que la continuidad y alternancia a la que se vio obligado para la nominación del binomio Arce-Choquehuanca (2020) ha llegado a su fin y estamos a las puertas de que pueda suceder lo hasta hace pocos meses inimaginable con una confrontación entre facciones campesinas por el control de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB). Con semejante cuadro de situación, el peligro del desencanto en un proceso en el que se creyó fervientemente se encuentra instalado. Evo quiere volver a ser candidato y el presidente Arce no se pronuncia acerca del que sería su legítimo derecho a la reelección en 2025.

El Pacto de Unidad se va desfigurando en el divisionismo capaz de aplastar ambiciosos proyectos histórico políticos. Ante situación de tan penosa gravedad, solo queda citar a Fidel Castro: “Frente a un enemigo que ataca, la división no tiene ninguna razón de ser y ningún sentido. Y en cualquier época de la historia, hasta que las revoluciones se hicieron conscientemente, como fenómeno plenamente comprendido por los pueblos, la división frente al enemigo no fue nunca estrategia correcta, ni revolucionaria, ni inteligente.”

Julio Peñaloza Bretel es periodista

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La sociedad distraída

/ 11 de agosto de 2023 / 21:53

Expertos en Big Data, activistas de redes sociodigitales, estrategas de posicionamiento de agenda política en tiempos de gestión gubernamental y en eventos electorales, coinciden en afirmar que a por lo menos un 40% de los productores-consumidores en la esfera pública instalada en internet, les interesa un soberano cacahuate la política, las luchas sociales, las versiones golpe o fraude, la explotación del litio, la depredación del medio ambiente y otros asuntos vinculados con la agenda planetaria que involucra a la economía, la política y los conflictos que de ellas se derivan en intensidades distintas.

Miro con atención los estados de WhatsApp, los tiktoks que llegan de rebote, los tuits, ahora sin pajarito y con X, algún texto o video en Facebook y llego a la conclusión de que las No Cosas sobre las que filosofa Byung-Chul Han, se consolidaron con la pandemia que durante tres años nos azotó y nos virtualizó para siempre: entre una, dos, tres, cuatro o cinco vacunas y reuniones Zoom para todo y para nada, porque la cuarentena con tanquetas y vigilancia policial nos obligaba (año 2020), hemos ingresado de lleno a la igualación de los contenidos que van desde el asesinato de una niña de 11 años en Lanus cuando se dirigía al colegio, hasta el debate de si el que se subió a escenarios argentinos la semana pasada era verdaderamente Luis Miguel o un doble.

Somos lo que se ve de nosotros y cada vez menos, lo que se palpa y respira de nuestras voces y cuerpos. Todo ha comenzado a gestionarse y resolverse a través del enredo armado por internet y en esta medida, la sociedad interconectada ahora juega a roles que hasta hace nada más una década estaban reservados para los llamados hombres públicos y mujeres públicas: gobernantes, políticos, actores, periodistas, cantantes, bailarines y poco más. Hoy día, quien tenga una cuenta en TikTok o YouTube se siente en condiciones de “generar contenidos”, aunque esos contenidos sean la nada: lavarse los dientes, la última travesura del gato de la casa, las nuevas uñas de acrílico, el último meme con Los Simpson pirateados y ahora más radicalmente, versiones musicales producidas con inteligencia artificial en que la “voz” de un rockero ha sido perfectamente creada y formateada por una máquina.

Con semejante explosión visual-audio (no audiovisual), con la saturación de imágenes que invaden nuestros celulares a toda hora, todos los días, ya da lo mismo una oferta de yoga y meditación, la última foto del perro Schnauzer de una senadora pandina o la que subieron los administradores de redes de Lula que posa junto a Dina Boluarte, la presidenta ilegitima y represora del Perú que ha superado en ambición y talante a Jeanine Áñez. ¡Qué horror! habríamos exclamado hace algunos años, cómo el líder histórico del Partido de los Trabajadores brasileño ha sido capaz de retratarse con esa racista y masacradora del pueblo peruano. Hoy esa indignación ha quedado prácticamente congelada por tanta imagen con la que nos emborracha todos los días esa ciudadanía inconexa y errática que ha elevado la seguidilla de anécdotas que le proponen las redes a forma de vida cotidiana: un meme, qué palabra horrible, de lo más grosero y ofensivo para la inteligencia humana termina siendo lo mismo que la fotografía con la mandíbula en claroscuro de Marlon Brando encarnando a Vito Corleone en El Padrino de Francis Ford Coppola, y a continuación el video de un concierto masivo en el que todo el mundo tararea la canción final del show con los celulares en alto como si fueran velas o antiguas linternas. Miles de personas reunidas en un estadio, pero en primer lugar, con los teléfonos móviles como extensión corporal como si se tratará del undécimo dedo o el tercer ojo.

Con semejante cúmulo de estimulación sensorial se comprenderá mejor por qué la sociedad deambula los días cada vez más perfectamente distraída. Ya ni se acuerda del pobre Luisfer recluido en Chonchocoro con el rostro demacrado y dándose aires con el rechazo a la asistencia de 13 médicos enviados por el régimen penitenciario. El Banco Fassil, el experto en envíos de sustancias controladas buscado por aire, tierra y ríos, el interventor muerto del que la mayoría ni siquiera se enteró, el fabricante de ítems fantasmas, la exalcaldesa millonaria y recluida en Palmasola, el alcalde que se va a Estados Unidos como si estuviera en Porongo, todo eso es tan importante como el nacimiento del primogénito de Anabel Angus, el nuevo desfile fashion en todas sus versiones sociales o la última goleada recibida por Blooming ante Bolívar.

El último gran acontecimiento político de Bolivia fue la nacionalización de los hidrocarburos. A partir de ese momento, no lo sabíamos, la cuenta regresiva para instalar la igualación — no el igualitarismo por conciencia y social y compromiso— que multiplica conductas distractivas y desatentas, nos ha conducido a este mundo de hoy, entre tanto tic tac, entre tanto Big Bang, como nos lo recuerda siempre Jorge Drexler.

Julio Peñaloza Bretel es periodista.

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El delirio organizado

/ 29 de julio de 2023 / 02:04

Los colaboradores y colaboracionistas del régimen de facto de Jeanine Áñez, los criminalizadores de indios y campesinos que osaron salir con wiphalas a defender la permanencia de Evo Morales en el gobierno en noviembre de 2019, finalmente masacrados; los operadores mediáticos premiados con pauta publicitaria aprobada por la entonces ministra de Comunicación, Roxana Lizárraga; los linchadores digitales que se dedican 24/7 a perfeccionar en plan “pitita” métodos y arremetidas de odio, todos esos y esas, han decidido habitar el mundo a partir de la suma de delirios de distintos tamaños y grosores, ilusionados con que el corazón partido del MAS podría permitirles una victoria electoral por descarte en 2025.

Estos personajillos que ya han alcanzado estatus de caricatura bizarra, han preferido apostar por el retroceso que conduce al retorno hacia la vieja República. Quieren regresar, nostálgicos y heridos en su demacrado orgullo, por los fueros del país excluyente en el que cada quien deberá volver a ocupar el lugar de antes, el de la invisibilidad y la exclusión en las acciones y decisiones ciudadanas, para que ellos y ellas, siempre tan geniales, se dediquen a reinstalar el reino neoliberal, a abrirles las puertas a voraces inversionistas para que recuperemos nuestra histórica identidad de país saqueado, despojado y masacrado. Ni imaginemos lo que podría suceder con el litio en manos de estos cipayos enemigos de la plurinacionalidad étnica. Dicen que Bolivia está en el peor momento de su historia y para intentar argumentar —no pueden, no tienen fundamentos— consideran, tácticamente, que la descalificación personal y el insulto menos imaginativo es el camino hacia el triunfo.

Uno que fuera ministro consejero en México durante el gobierno de Áñez ha sugerido a través de su cuenta de Twitter que es un deber organizar un escupidero nacional para que un señor de apellido Salazar sea escupido porque “él cree poder compararse con Amparo Carvajal”, la abnegada exmonja que tiene como propiedad a la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia (APDHB). Este mismo individuo, lo recuerdo muy bien, vendía paellas en una plaza de comidas, y me imagino que con tan espiripitiflaútica convocatoria, tiene sobrada experiencia en el oficio de escupir y para ello es probable que haya hecho sus primeras armas aderezando con saliva los platos que servía para darle mejor sabor al arroz, los mariscos, los calamares y demás bichos marinos: pobres comensales, arroz a la valenciana con saliva, y por si fuera poco, con precio a pagar, tarifa infección estomacal gourmet.

Salidos de la vaina, a un mes del cierre del diario en el que publicaban semanal o quincenalmente, los motivos que conducían a estropear teclados como expresión de impotencia y frustración, estos militantes del delirio organizado andan ahora desparramados y dispersos tratando de buscar la manera de recapturar a sus lectores, esos que forman parte del objetivo de convencer a convencidos, los mismos que, enfermos de importancia, insisten vanamente en que hace cuatro años no hubo golpe de Estado, que la llegada de Jeanine, oriunda de San Joaquín, Beni, a la Presidencia, se hizo con todas las de la ley y que nada más hubo un fraude electoral. Al año siguiente —2020— insistieron con la narrativa del fraude, fueron a tocar las puertas de los cuarteles —los golpes de Estado pueden ser cívico militares aunque los analistas de manual lo nieguen a tiempo completo—, pero el “fraude” ya pasaba el 55% de los votos y así el binomio Arce-Choquehuanca recuperó la constitucionalidad de la Presidencia y la Vicepresidencia.

Delirantes como nunca antes hubo en nuestro bestiario político, unos son agentes de la CIA, o por lo menos aspirantes a semejante honor, otros son agentes del Opus Dei y de otras variantes de la inteligencia eclesiástica ahora averiada por tanto pederasta con sotana que ha erosionado las Compañías de Jesús, algunos han logrado refugio temporal de coyuntura consiguiendo votaciones legitimadoras en las últimas elecciones subnacionales y los que expresan públicamente a toda esta cáfila de reaccionarios de tonalidades varias, dicen ser periodistas cuando en realidad ya tienen corazones paramilitares y parapoliciales, ataviados de cuero racista y muy valientes desde la distancia sociodigital para soliviantar a la gente contra todo lo que huela a “masismo”, que para ellos huele peor que los escupitajos que promueve Julio Aliaga Lairana.

Hay un escrachador que el solo pronunciar su nombre genera vergüenza ajena. Ese que dijo que estaba bien insultar en la calle a un periodista porque era sospechoso de jugar a palo blanco de un político. Este, por supuesto, es mucho peor que el promotor de escupitajos. Todo indica que no ha calculado, que el momento menos pensado el escrachado sea él, acusado de haberse vendido a los gringos. Se trata de un delirante que ha renunciado a la verdad como sustento del oficio periodístico. Aquí están, estos son, los delirantes de la plurinación.

Julio Peñaloza Bretel es periodista.

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El antimasismo de Página Siete y su fase terminal

La historia no contada sobre el origen, devenir y final de un medio de comunicación.

/ 16 de julio de 2023 / 06:34

DIBUJO LIBRE

Hay raúles y Raúl. Los raúles se juntaron para encarar la puesta en funcionamiento de un nuevo artefacto periodístico el año 2010, pero no consideraron las lecciones que les había dejado Raúl Garafulic Gutiérrez, padre de la televisión privada y pirata, y más tarde fundador de este diario, LA RAZÓN, en 1990.

La diferencia entre el proyecto de 1990 que dió vida a LA RAZÓN y el de 2010 que gestó Página Siete se llama Jorge Canelas Sáenz, el primer director del medio naciente que había prestado servicios en la agencia Associated Press en Chile. Canelas fue un refinado editorialista de convicciones sólidas. “La Razón es un diario independiente, para algunos aún mejor expresado este concepto diciendo que es un diario libre…” se dice en la página La Razón (Bolivia) de Wikipedia en los inicios de su publicación.

De Jorge Canelas conservo el siguiente recuerdo personal: En 1987, cuando era director del diario Ultima Hora, me puso en la calle por haber cometido la osadía de viajar hasta La Habana, capítal del paraíso tropical comunista para cubrir el festival internacional de cine latinoamericano con mis propios recursos, lo que permitió una cobertura amplia y diversa acerca del más importante encuentro del cine de nuestro continente, a la cabeza de Gabriel García Márquez y Fernando Birri. Años más tarde, admitió mi presencia como colaborador no remunerado en el suplemento dominical Ventana (LA RAZÓN), como columnista en el suplemento Acción del diario La Prensa del que también fue director fundador , y finalmente, en el semanario Pulso en el que me encargaba de la página de fútbol internacional, del que decidí marcharme con Canelas pidiendomé que me quedara.

El director que me había echado de Ultima Hora, quiso evitar mi salida del último impreso que fundó y dirigió. Conversar con el implicaba análisis y reflexión, nunca improvisaba y en aquél tiempo no se había instalado ese periodismo hecho a la rápida, poco prolijo, toscamente escrito, el que se practicó en gran medida en Página Siete de los raúles herederos, tachonado de imprecisiones, falsedades y obligatoriedad de disculpas por los errores que se fueron cometiendo en sus trece años de existencia y que concluyeron el pasado 29 de junio.

Canelas fue un director de gran consistencia en términos de pensamiento y mirada estratégica periodística. A contracorriente de los manuales del independentismo funcionalista y tramposo, decidió que LA RAZÓN apoyaría explícitamente (1991) la candidatura de Ronald MacLean Abaroa a la Alcaldía de La Paz. Sin dubitaciones ni complejo alguno, LA RAZÓN consideró que el representante de la ADN banzerista era el mejor perfilado para continuar con la construcción de la institucionalidad del municipio paceño y la conducción de los destinos de la ciudad Sede de Gobierno. Nadie reprochó tan arriesgada decisión y más bien logró el afianzamiento del periódico en el espectro de los diarios bolivianos, generando respeto y credibilidad.

El periodismo impreso o gráfico de Bolivia, tuvo en LA RAZÓN a la más nítida expresión de la democracia representativa y de pactos partidarios, y su calidad se debe en gran medida al acierto que signficó que Garafulic Gutiérrez invitara a Canelas a hacerse cargo del diario desde el minuto cero. Veinte años más tarde, la historia no se repitió en tanto el Raúl heredero (Garafulic Lehm) decidió emprender junto a otro Raúl (Peñaranda Undurraga) la aventura de hacer Página Siete cuando el país ya no era el de Garafulic Gutiérrez – Canelas Sáenz, cuando ya habían transcurrido cuatro años de gobierno a la cabeza de Evo Morales – Alvaro García Linera y Bolivia había saltado de República a Estado Plurinacional y se había producido la nacionalización de los hidrocarburos y el potenciamiento de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB). 

Las reglas de juego hasta 2005 eran claras para un país repleto de excluídos, con un sistema de partidos políticos con predominancia de centro y extrema derecha y con un decreto (21060) que hizo funcionar la economía nacional entre 1985 y 2005. Eran tiempos en que las dirigencias sindicales y de pequeños partidos radicales de izquierda fueron perseguidas, criminalizadas y confinadas para que el recetario fondomonetarista y bancomundialista pudiera convertirse en la carta estratégica del funcionamiento de la economía boliviana impuesta desde afuera, con la embajada de Estados Unidos aprobando nombres de ministros, comandantes militares y fiscales designados para combatir el narcotráfico.

Durante esas dos décadas, los Garafulic se fueron consolidando como empresarios que hicieron de la influencia político gubernamental , la herramienta para consolidar su participación en la, en la asociación con el grupo español Prisa para capitalizar el diario LA RAZÓN y en la participación accionaria de los fondos de pensiones hasta hace poco vigentes, sustituídos en la actualidad por la Gestora Pública del Estado Plurinacional. Embajador del gobierno de Paz Zamora, y activo paramilitar en el golpe banzerista de 1971, escribí lo siguiente sobre Garafulic y sus herederos (El pulpo Garafulic y su herencia en Página Siete, LA RAZÓN, 22 de agosto de 2021):

Don Raúl iba creciendo con su amigo, el general Banzer, convertido a la democracia, gozando de la confianza del presidente Jaime Paz Zamora y tratándose de tú a tú con Jesús de Polanco, principal accionista del grupo Prisa, propietario del diario El País, la cadena de radio SER, Editorial Santillana, y Alfaguara. Polanco provenía de una familia de militares ligados a la falange española y al franquismo, lo que probablemente facilitaba las cosas en términos de sintonía ideológica, considerando que el embajador en Madrid había nacido a la vida pública boliviana directamente vinculado a un golpe militar.

Garáfulic, secundado por sus hijos Raúl y Dieter, armó una estructura de medios que en términos televisivos tenía como principal soporte el perfeccionamiento de la calidad de la señal y una estrategia competitiva por la captura de las audiencias. Supo manejar como idea-fuerza principal que habían llegado para ser los primeros en las preferencias ciudadanas y aunque en varios momentos no lo lograran, se las arreglaron siempre para trabajar con gran eficacia persuasiva en sentido de que los medios con su marca eran los más importantes e influyentes, y en la medida en que estas percepciones fueron penetrando en el imaginario urbano del país, se podía percibir cuán poderosos se sentían “los garas”, quienes manejaron la lógica del ser y el parecer con persistente disciplina, lo que permitió que Don Raúl ya sintiera que podía desbordar sus medios de comunicación para mostrar todos los tentáculos que era capaz de mover y así trascender el plan multimedia hacia otros negocios, hasta que llegó el día en que el Extra, su diario popular de crónica roja, dirigido por Jaime Iturri Salmón, decidió publicar un incidente familiar del entonces ministro de Gobierno, Wálter Guiteras (gobierno democrático de Banzer, enero de 2001), en el que se habrían producido hechos de violencia que involucraban a su esposa e hija.

Guiteras, el poderoso ministro y senador por el departamento del Beni, se vio obligado a dimitir del cargo, lo que generó un procesamiento a Iturri bajo la Ley de Imprenta que finalmente quedó en nada por la extemporaneidad con que fue presentada la demanda. Nunca se llegó a confirmar la veracidad de la denuncia del Extra, y lo que quedó de la refriega fue una pelea encarnizada que condujo al depuesto ministro a presentar ante una comisión especial pluripartidaria en el Parlamento nacional, 11 grupos de delitos con el título El historial delictivo de Garáfulic (Revelaciones de Guiteras: Garáfulic espió para dictadura de García Meza, Agencia de Noticias Fides ANF, 30 de enero de 2001, firmado por NVS).

La extensa nota de ANF refiere con detalle el documento con acusaciones de Guiteras contra Garáfulic: Espionaje a favor de García Meza. “Invento” de escucha y espionaje en ATB y La Razón (“hizo un Watergate criollo absurdo y falaz”, declaró Guiteras). Defraudación de impuestos municipales. Compra de vehículos robados en Brasil para luego ser comercializados en Bolivia. Provisión de electricidad al departamento del Beni pretendiendo obviar el procedimiento de adjudicación. Intento de interrupción de un proceso de contratación para favorecer su propuesta en el proyecto de electrificación de provincias de Cochabamba. Contrabando a través de la zona franca de Cobija. Intento de venta de un avión privado (Taxi Aéreo Echalar) al propio ministro Guiteras que cuando éste rechazó la propuesta, “Raúl Garáfulic Gutiérrez comenzó a pensar con saña el golpe que habrá de darme para cuestionar mi credibilidad y honor, como más tarde hizo con sus medios de prensa, contra todo vestigio de verdad, reveló Guiteras.” Venta falsificada de la mina Amayapampa. Compra fraudulenta de la Hilandería Santa Cruz. Evasión de impuestos nacionales (nota de cargo por el no pago de impuestos por $us 1 millón de la empresa Telebingo de la cual Garafulic poseía el 97% de las acciones).

Solo para utilizar como ejemplo nada más que una de las acusaciones de Guiteras, según informes periodísticos de la época, la Hilandería Santa Cruz estaba valuada en $us 70 millones. Garáfulic la adquirió solo en $us 4 millones, en tiempos en que ya se había convertido en accionista y administrador de los fondos de pensiones y se quitó de encima a Tito Asbún, empresario cochabambino con el que en principio se asoció en busca de las acciones de la entonces línea aérea bandera nacional, Lloyd Aéreo Boliviano (LAB), que más tarde quedaría desmantelada y quebrada con la intervención de la brasileña VASP de propiedad de Wagner Canhedo. Eran tiempos de privatización y capitalización.

El 19 de marzo de 2003, Raúl Garáfulic (h) presentó en defensa de su padre una denuncia “por los ataques de Wálter Guiteras” ante la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), a la que pidió que envíe una comisión especial a Bolivia para investigar estos hechos e impedir que la “inmunidad parlamentaria de un senador siga siendo arma de impunidad para atacar, por venganza, la credibilidad de los medios de comunicación y la libertad de información en Bolivia”, dice la nota de ANF. Garáfulic terminó enjuiciando a Guiteras por calumnias, daños y perjuicios.

Como tantas veces ha sucedido en nuestra historia contemporánea, las denuncias, acusaciones y contraacusaciones de guerras como la de Garáfulic-Guiteras quedaron en suspenso y de manera definitiva el 21 de noviembre de 2003 cuando en inmediaciones de la estancia Caño Negro, situada entre San Ramón y Magdalena, departamento del Beni, a 192 kilómetros de su capital Trinidad, la avioneta Cessna 332 Bimotor CP 1958 se accidentó, lo que provocó la muerte de Raúl Garáfulic Gutiérrez y la del piloto Miguel Díez de Medina. El pulpo de los medios de comunicación en Bolivia moría dos años y 10 meses después de que se desatara una confrontación entre dos figuras públicas que tenían en común su cercanía y nexos con el general Banzer.

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Así como hoy se ha hecho frecuente el enfrentamiento entre masistas, banzeristas como Garafulic y Guiteras supieron pelearse a muerte. Con estos antecedentes resultará más sencillo comprender que los motivos del cierre de Página Siete están fundamentalmente relacionados con algunos de los cadáveres que guarda en el ropero principal esta familia de la que se esperaba que Raúl Garafulic Lehm, el hijo mayor, llegara a ser algún día candidato a la presidencia de la vieja República, quién ahora se encontraría viviendo en España desde hace casi medio año, trabajando para el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), esa entidad financiera a cargo de uno de los fondos de pensiones de nuestro país en la que Raúl Padre tuvo participación administrativa y accionaria.

Para concluir esta significativa etapa de su carrera pública, Rauli, no dijo la verdad sobre la razón del cierre de Página Siete que está relacionada con un lío de acciones, utilidades y paraísos fiscales de la AFP Previsión en la que los Garafulic tienen intereses. Culpar al gobierno de Luis Arce por presiones y asfixia contra la libertad de expresión es nada más que otra cortina de humo con la que pretendieron salir del paso cuando los agobian los salarios no pagados y otras obligaciones con sus fieles trabajadores, varios de los cuales habrían iniciado demandas laborales contra un diario en el que se soñaba y trabajaba para la caída de Evo Morales y del MAS, organización política que sepultó la democracia pactada con sus triunfos electorales de mayoría absoluta: 2005, 2009, 2014 Y 2020.

Como antecedente final queda el haber intentado criminalizar la última transacción de compra venta de este diario, LA RAZÓN, atribuyéndole al programa gubernamental “Bolivia cambia, Evo cumple” los recursos con que habría sido adquirido. La verdad, bien se sabe, es otra. Durante el gobierno de facto de Jeanine Áñez, Garafulic y sus amigos banzeristas del régimen habrían tramado un plan para apropiarse del diario. Reapropiarse por historia familiar pensarán ellos. Para tal objetivo tenían listo al periodista que se haría cargo de la dirección, producto de un intento de un forzado procesamiento judicial que les garantizaba la captura a costo cero. Como el principal accionista nada tenía que esconder, y por lo tanto nada que temer, desbarató el plan rápida y eficazmente. Se podría decir que en ese momento comenzó la caída final de Garafulic que llegó al año 13 de existencia de Página Siete. No pudo más. O no pudo contra el MAS, como quedará escrito en la historia.

(*)Julio Peñaloza Bretel es periodista

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