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Residuos minerales en superficie (II)

HUELLAS

Siguiendo con el tema podemos seguir con otros ejemplos, pero la finalidad de esta columna es alertar que los residuos minerales en superficie son un plus de valor económico que se puede usar en tiempos de declive en la generación de nuevas minas como es el caso presente; pese al boom de exploraciones preliminares, no hay una perspectiva de tener proyectos exitosos en el corto y aún mediano plazo, estos residuos por sus características tienen costos operativos mucho menores al obviar etapas como extracción, clasificación, molienda y transporte, lo cual los hace muy competitivos cuando el nivel tecnológico permite su aprovechamiento racional. Dos ejemplos:

La mina Siglo XX o Llallagua, como se la conoce mejor, llegó a ser la mina subterránea de estaño más grande del mundo, con la mejor tecnología operativa y fuente de la riqueza que encumbró a don Simón I. Patiño como “rey del estaño” a nivel mundial en los albores del siglo XX; tiene un depósito de “colas y arenas”, como se conoce en la jerga técnica los desechos de lo que fue la planta de preconcentración Sink & Float que elevaba la ley de cabeza para alimentar el ingenio Victoria de Catavi. Operó desde 1945 hasta 1985 y acumuló un gigante tonelaje de desechos mineralizados (alrededor de 26 MM de toneladas, según los reportes históricos de la empresa) con contenidos de estaño que van desde 0,55% en los primeros años hasta 0,26% en los años postreros de su acumulación. Es una montaña de residuos donde sacrificadas mujeres mineras (palliris en el léxico local) seleccionan como en tiempos coloniales los fragmentos mineralizados que acumulados pasan a ser una parte mínima de la producción de la empresa. Un informe de análisis químicos del material realizados por el Instituto de Investigaciones Minero Metalúrgicas en 1976, indica que, al margen del estaño, cobre, zinc, plomo y trazas de níquel y titanio, están presentes, como es típico de la mineralización polimetálica del Cinturón Estannífero Boliviano. Pasa el tiempo, la montaña sigue incólume, pero la tecnología avanza y hoy tenemos métodos de selección muy efectivos para fragmentos mineralizados con la granulometría de estos depósitos; la tecnología Ore Sorting-Lakefield fue probada en material de una mina de zinc en Canadá con una recuperación del 93% y se propuso su aplicación en el caso boliviano, sin resultados hasta la fecha (A. Vargas Com. Per.). Teniendo en cuenta el tamaño del depósito y la cotización actual del metal de $us 25,334/ton; el valor in situ de la mineralización de estaño podría superar los $us 2.000 millones y justificaría el nivel estimado de inversión de alrededor de $us 25 millones (Com. Cit.).

Más al sur del país, en las estribaciones cordilleranas del sudoeste potosino se encuentra el cerro Chorolque, cuya cúspide se yergue a 5.630 metros de altitud, un domo de composición dacítica atraviesa sedimentos paleozoicos y genera un sistema de mineralización en vetas y también diseminada de casiterita (SnO2) en cercanías al domo y de minerales de cobre, plomo, bismuto y plata en aureolas definidas. La Comibol y particulares explotan hasta hoy las vetas de estaño y bismuto, aunque las duras condiciones climáticas no permiten un desarrollo de proyectos mayores. La historia geológica del yacimiento culmina con un grado severo de erosión fluvio-glaciar que depositó una enorme morrena (material clástico de granulometría heterogénea depositado por glaciares y corrientes asociadas) en el valle adyacente (se conoce como morrena Cotani), que tiene interesantes contenidos de casiterita y otros minerales en los fragmentos de granulometría variada y también en finos sedimentos intersticiales. En los años 80, la Comibol evaluó la mineralización de estaño de este depósito; el resultado fue 350.000 toneladas de estaño contenido en la morrena, con lo cual habría la posibilidad de determinar, con más perforaciones, un tonelaje considerable de estaño recuperable para armar un proyecto de explotación. Los cambios políticos de la época paralizaron el intento y, según se sabe, el área está operada hoy por una cooperativa que hace lo que puede para obtener el mineral.

Podemos seguir con otros viejos distritos mineros como San José, Viloco, Caracoles, Santa Fe, Japo, Tazna, Tatasi- Portugalete, Pulacayo y otros; el país tiene una historia centenaria de explotaciones mineras y los desechos en superficie son abundantes. Aprovecharlos, al margen de los beneficios económicos, es una obligación para disminuir los pasivos ambientales que son estas acumulaciones minerales.

Dionisio J. Garzón M. es ingeniero geólogo, exministro de Minería y Metalurgia.