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Uruk, la primera ciudad

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Uruk ostenta hoy ser la primera ciudad construida en la faz de la Tierra. Nació en el sur de Mesopotamia, en el territorio que hoy es Irak, y su origen también está vinculado al nacimiento de la planificación territorial, la arquitectura monumental y los primeros grabados.

Esos grandes aportes motivan hoy a rescatar e investigar cómo se dio el surgimiento de Uruk y esencialmente desde cuándo el habitante fue el personaje más importante de la vida urbana. Para ello, resulta fundamental recuperar esa epopeya relatada en tablillas de arcilla, las cuales dan cuenta de que allí floreció la escritura a través de signos pictográficos.

Si bien esas tablillas relatan el movimiento de las mercaderías en ese tiempo, también corroboran la existencia de un periodo de formación y desarrollo de una cultura particular (3500 años antes de Cristo).

Lo singular, sin embargo, es descubrir cómo a comienzos del tercer milenio antes de Cristo esa ciudad ya ocupaba 400 hectáreas de territorio y estaba protegida por una muralla de edificaciones de templos y viviendas, sin olvidar otras tantas extensiones de terreno dedicadas a la agricultura.

Ya en la segunda mitad del cuarto milenio antes de Cristo, Uruk contó con dos distritos: Eanna y Anu o Kullab. El primero, interpretado como un Templo Blanco, fue un recinto de 70 x 66 metros y 13 metros de altura dedicado a la diosa Inanna, enaltecido con obras de arte de esa cultura, que hoy son considerados lugares de carácter público y no sagrado.

Ese tiempo de apogeo se fortaleció gracias a la construcción de ese templo, que marcó además el inicio de los primeros relatos de los procesos comerciales.

Cabe destacar que en Eanna, al ser un espacio que estaba separado o amurallado del resto de la ciudad, igualmente se concentraron edificios superpuestos, interpretados en un primer momento como templos; sin embargo, siguiendo los escritos de E. Heinrich en su obra Die Palaste im Alten Mesopotamia, éstos también fueron espacios dedicados a la actividad de la sociedad. Más específicamente, las edificaciones de forma alargada estaban destinadas a reuniones y deliberaciones de quienes dirigían esa ciudad.

Uruk fue una de las ciudades más conocidas de Mesopotamia, al igual que Babilonia, pero hoy distintos estudios confirman que fue la primera ciudad del planeta. Es más, el sitio donde fue construida representa “el inicio de la historia de las ciudades”, por los elementos antiguos que posee esa región y que dan fe de tal afirmación.

Junto a la descripción del Templo Blanco, que contaba con paredes decoradas con nichos, tampoco se puede omitir al templo de piedra de Uruk, un edificio desconcertante del 3400 a.C. concebido con una nave central y dos pasillos, cuya fachada no deja de sorprender por los conos de piedra que la adornan. Detalles que llevan a pensar en el grado de complejidad que alcanzó esa sociedad.

Todos esos vestigios señalan que la ciudad de Uruk estuvo conformada por templos, sigurats, casas y terrenos dedicados a la agricultura y a la extracción de arcilla, un material por demás utilizado en sus diversas construcciones.

Es evidente que el estudio de las ciudades, en este caso a la primera del planeta, nos lleva a confirmar que “en el ser y la esencia de la ciudad está implicado el destino del habitante”, pero también sigue siendo una motivación muy grande para continuar en la búsqueda de una respuesta a la siguiente interrogante: ¿en qué medida el habitante es lo que demuestra la dimensión de las ciudades?

Patricia Vargas es arquitecta.